¡ENTÉRATE! Todo lo que debe saber sobre la fiebre amarilla en Venezuela

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Fiebre, dolores musculares (sobre todo de espalda), dolor de cabeza, pérdida del apetito, nauseas o vómitos, estos son parte de los primeros síntomas que pueden aparecen en pacientes que se han contagiado con fiebre amarilla

Orianny Granado| TalCual

Octubre comenzó para los venezolanos con una nueva alerta: la existencia de casos de fiebre amarilla en humanos y primates que fue confirmada en uno de los estados más poblados al oriente del país.

El 2 de octubre, la organización Médicos Unidos de Venezuela hizo pública la existencia de una epizootia de fiebre amarilla selvática, lo que se traduce en 10 monos araguatos contagiados con esta enfermedad, siete casos localizados en el estado Mongas y tres en el estado Anzoátegui. Al menos dos de los casos fueron diagnosticados a través de pruebas PCR.

Asimismo, se confirmaron siete casos de fiebre amarilla en humanos, todos procedentes del sur del estado Monagas, donde hacen vida los primates también contagiados.

Monagas, Anzoátegui, Delta Amacuro, Sucre, Bolívar, Apure, Zulia y Amazonas, forman parte de los estados de Venezuela donde el riesgo de contraer fiebre amarilla se mantiene en alerta roja y por eso son espacios donde la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que es importante, urgente y necesario vacunar a la población, para evitar así futuras epidemias.

La publicación de esta información por parte de una ONG, llevó a un pronunciamiento oficial de las autoridades locales. Es así como el gobernador encargado del estado Monagas Cosme Arzolay, confirmó la existencia de estos casos y aseguró que se trataría de nuevos registros de fiebre amarilla selvática, por lo que se incrementarían las «acciones de vigilancia epidemiológica no convencional y se intensifica el programa nacional de vacunación».

La fiebre amarilla es descrita como una enfermedad vírica, aguda, hemorrágica, que es difícil de diferenciar de otras enfermedades virales. El virus de la fiebre amarilla se trasmite a humanos y primates a través de la picadura de mosquitos y tiene una tasa de mortalidad cercana al 50%.

Hay tres tipos de ciclos de transmisión:

  • Fiebre amarilla selvática: en las selvas tropicales lluviosas, los monos, que son el principal reservorio del virus, son picados por mosquitos salvajes que transmiten el virus a otros monos. Las personas que se encuentren en la selva pueden recibir picaduras de mosquitos infectados y contraer la enfermedad.
  • Fiebre amarilla intermedia: en este tipo de transmisión, los mosquitos semidomésticos (que se crían en la selva y cerca de las casas) infectan tanto a los monos como al hombre. El aumento de los contactos entre las personas y los mosquitos infectados aumenta la transmisión y puede haber brotes simultáneamente en muchos pueblos distintos de una zona.
  • Fiebre amarilla urbana: las grandes epidemias se producen cuando las personas infectadas introducen el virus en zonas muy pobladas, con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la población tiene escasa o nula inmunidad por falta de vacunación. En estas condiciones, los mosquitos infectados transmiten el virus de una persona a otra.

En Venezuela, el último caso de fiebre amarilla urbana se produjo en 1918 en la ciudad de Coro, estado Falcón. Sin embargo, el último caso de fiebre amarilla selvática registrado en el país se produjo en septiembre de 2019, en el estado Bolívar.

Medidas epidemiológicas
Ante este escenario es necesario que las autoridades de salud de Venezuela emitan una alerte epidemiológica, al ser la fiebre amarilla una enfermedad altamente trasmisible y con una tasa de mortalidad bastante elevada.

Así lo confirmó el médico epidemiólogo José Félix Oletta, quien refirió que enfermedades como la fiebre amarilla son de denuncia obligatoria por parte de las autoridades sanitarias del país a entes como la OPS.

Aseguró que, luego de conocerse la existencia de estos casos, lo primero que se debió hacer fue: lanzar una alerta epidemiológica en los estados afectados, fortalecer los mecanismos de vigilancia y poner en marcha una estrategia de vacunación.

En Venezuela se estima que al menos tres millones de personas viven en zonas que pueden catalogarse de alto riesgo o riesgo moderado para esta enfermedad, y que no han sido vacunados.

Es por esto que Oletta recomendó el uso de una estrategia ya probada en el país, que consiste en instalar alcabalas epidemiológicas que exijan a todas las personas que entren o salgan de los estados en riesgo, presentar su tarjeta de inmunización para la fiebre amarilla.

Sumado a esto, el exministro de Salud consideró oportuno retomar los planes de «control adecuado de vectores», que consiste en fumigar las áreas, especialmente aquellas zonas de riesgo. Evitando así la reproducción de los mosquitos trasmisores de esta y otras enfermedades.

«Fortalecer la capacidad de diagnóstico en los hospitales y la capacidad terapéutica de las UCI, dado que esta es una enfermedad que causa trastornos muy importantes en la salud de las personas, afectando en ocasiones órganos como el hígado, los riñones y la sangre», señaló al explicar que la mayoría de los enfermos que pasan a la fase aguda de la enfermedad requieren soporte vital.

Para el epidemiólogo José Félix Oletta, también es necesario disponer de fondos extraordinarios que permitan movilizar al personal de salud que se encargará de desarrollar todas las medidas antes expuestas, incluido el traslado de pacientes y programas de formación que den a la población detalles de la magnitud de la enfermedad a la que se enfrentan.

Síntomas y diagnóstico de la fiebre amarilla
Fiebre, dolores musculares (sobre todo de espalda), dolor de cabeza, pérdida del apetito, nauseas o vómitos, estos son parte de los primeros síntomas que pueden aparecen en pacientes que se ha contagiado con fiebre amarilla.

Sin embargo, esta enfermedad entra dentro del grupo de fiebres categorizadas como hemorrágicas que producen ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos).

La OPS refiere que el periodo de incubación de esta enfermedad dura de tres a seis días y en la mayoría de los casos los síntomas desaparecen entre tres y cuatro días luego de su aparición.

La fiebre amarilla se caracteriza por tener una segunda etapa, en la que luego de desaparecer los primeros síntomas el paciente vuelve a sentir malestar, comienza una fiebre elevada y ya empiezan a verse afectados los órganos, generalmente el hígado y los riñones.

Puede haber hemorragias orales, nasales, oculares o gástricas. La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren en un plazo de siete a 10 días.

La fiebre amarilla tiene síntomas similares a otras enfermedades, en este momento puede confundirse con patologías como el paludismo o el covid-19. La primera muy común en la región y también es producto de la picadura de un mosquito, la segunda se contagia de humano a humano y es la causante de más de 4 mil muertes en Venezuela.

El médico Félix Oletta explicó que existe una sola forma de saber si una persona tiene fiebre amarilla, y esto es a través de un diagnóstico molecular, es decir, una prueba PCR, para la que existen pocos laboratorios habilitados en el país y están dando prioridad en este momento a los casos de covid-19.

Anteriormente era el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel, ubicado en Caracas, el único lugar habilitado para llevar a cabo este tipo de pruebas, se desconoce si se ha permitido a otros centros de laboratorios procesar estas muestras.

Para esto, Oletta consideró necesario «fortalecer la capacidad a este laboratorio para que pueda dar respuesta oportuna a esta y otras enfermedades de importancia de salud pública».

«Eso no puede esperar, la respuesta tiene que ser inmediata, un indicador de eficiencia para la respuesta de casos sospechosos de fiebre amarilla es que el resultado debe estar listo en máximo 72 horas», señaló.

Explicó que en el año 2019, cuando se diagnosticó el último caso de fiebre amarilla en el estado Bolívar, el paciente —un indígena de 46 años perteneciente a la etnia Pemón, residente de Kamarata en el Parque Nacional Canaima.— fue internado en el hospital Ruiz y Páez de ciudad Bolívar, con un cuadro grave que empeoró y lo llevó a desarrollar insuficiencia renal aguda, por lo que requirió ser sometido a diálisis. 47 días después de haber sido ingresado y ya cuando el paciente superó su cuadro crítico, fue que llegó de Caracas el resultado positivo para fiebre amarilla.

Esta denuncia fue levantada en dos alertas epidemiológicas por la Red Defendamos la Epidemiología Nacional.

Vacunas
No existen tratamientos para la fiebre amarilla, es por ello que médicos y especialistas se dedican a tratar las patologías derivadas de esta enfermedad, y reversar los daños causados por la misma. La mejor manera de prevenir hasta ahora es la vacunación.

En Venezuela existen siete vacunas esenciales que los niños deben recibir antes de los seis años, entre esas está la vacuna para la fiebre amarilla.

La fiebre amarilla se puede prevenir con la vacuna de virus atenuado de fiebre amarilla, cepa 17D, que se considera eficaz y segura, y se la utiliza hace más de 60 años para la inmunización activa de niños y adultos contra la infección por el virus de la fiebre amarilla.

La médico epidemiólogo Edna Rojas, explicó que esta vacuna se debería aplicar al cumplirse el primer año de vida y antes de los 50 años. Esta vacuna consiste en el virus inactivo, por lo que las mujeres embarazadas no pueden hacer uso de ella.

Las personas con patologías preexistente deben consultar con su médico de cabecera si pueden o no recibir esta vacuna.

Según lo dicho por Rojas, en Venezuela la vacuna para la fiebre amarilla está disponible en todos los centros que conforman las Áreas de salud integral comunitaria, distribuidos en 593 establecimientos de salud a nivel nacional.

Es decir, cualquier persona interesada en la vacunación deberá acudir al ambulatorio, Centro de Diagnóstico Integral (CDI) o consultorio popular más cercano para recibir su vacuna.

De acuerdo a lo dicho por la epidemiólogo Edna Rojas, el ciudadano interesado en recibir la inmunización solo debe presentar un documento de identidad al momento de vacunarse.

Por otro lado, la vacuna contra la fiebre amarilla es de dosis única y no pierde efectividad con el tiempo, por lo que es importante cada persona conserve su tarjeta de vacunación. Esta vacuna tiene una efectividad del 95% y es la mejor manera de prevenir esta enfermedad.

Además, la fiebre amarilla es la única entre las enfermedades para la que el Reglamento Sanitario Internacional (2005) requiere la prueba de vacunación para las personas que viajan desde países específicos o hacia algunos países donde la fiebre amarilla es endémica.

Bolivia, Colombia, Costa Rica, Perú, Honduras, El Salvador y Aruba, son algunos de los países que exigen a los turistas presentar su tarjeta de vacunación para fiebre amarilla, no importa el tiempo transcurrido desde cuando se aplicó la dosis puesto que no pierde efectividad.

Covid-19 y fiebre amarilla
Para José Félix Oletta, especialista e integrante de la Red Defendamos la Epidemiología, la aparición de casos de fiebre amarilla en un momento en el que Venezuela comienza a vivir su tercera ola de contagios por covid-19, llega a sumarse a un escenario de «calamidad».

«Justo en este momento, entonces, hay dos agentes que pueden producir enfermedades febriles y pueden confundirse en un principio», argumentó, al considerar que además las sintomatologías son muy similares.

Pero si, además, un paciente contagiado con covid-19 se expone a un paciente con fiebre amarilla, el futuro se ve complicado.

«Si esta persona ya tiene una enfermedad que compromete su salud y viene otra, su vida está en riesgo y representa una verdadera bomba de tiempo».

Es por ello que recalcó la necesidad de que apenas las personas comiencen a padecer cualquiera de los síntomas de esta enfermedad, acudan en búsqueda de atención médica, para comenzar a tratar los síntomas y frenar una posible agudización de la enfermedad.

Además, insistió en que para ambos casos ya hay vacunas disponibles, por lo que instó a la población a vacunarse y evitar así complicaciones derivadas de estas enfermedades, en especial a aquellos que viven en zonas de riesgo.