Envejecer no tiene por qué ser sinónimo de deterioro. Expertos y organismos internacionales coinciden en que un envejecimiento saludable es totalmente posible, siempre y cuando se adopten hábitos que promuevan el bienestar físico y emocional a lo largo de la vida.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) define el envejecimiento saludable como un «proceso continuo de optimización de oportunidades para mantener y mejorar la salud física y mental, la independencia y la calidad de vida a lo largo de la vida». Para lograrlo, la OPS destaca cuatro áreas clave de acción:
- Cambiar la percepción: Transformar la forma en que las personas piensan, sienten y actúan hacia la edad y el envejecimiento.
- Comunidades que empoderan: Asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores.
- Atención integrada: Ofrecer atención médica centrada en la persona y servicios de salud primaria que respondan a las necesidades de los adultos mayores.
- Acceso a cuidados a largo plazo: Garantizar el acceso a la atención a largo plazo para quienes la necesiten.
En sintonía con estas recomendaciones, el National Institute on Aging subraya la importancia de factores como el ejercicio regular, una dieta saludable, revisiones médicas periódicas y el cuidado de la salud mental como pilares fundamentales para un envejecimiento exitoso.
¡Poniéndonos en acción para un envejecimiento saludable!
Los especialistas enfatizan que la clave para un envejecimiento saludable reside en aprender y aplicar hábitos cotidianos. Entre las acciones concretas a considerar se encuentran:
- Actividad física regular: Realizar al menos 30 minutos de ejercicio diario.
- Dieta equilibrada: Adaptar la alimentación al ritmo de vida, controlando calorías y carbohidratos, evitando alimentos procesados, azúcares y el exceso de sal, e incrementando el consumo de antioxidantes.
- Erradicación de hábitos tóxicos: Abandonar el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y el uso de drogas.
- Cuidado óseo: Asegurar la ingesta de la cantidad recomendada de calcio, según indicación médica.
- Revisiones médicas periódicas: Controlar regularmente la presión arterial, el colesterol, los triglicéridos y la glucemia.
- Protección solar: Usar protector solar diariamente en áreas expuestas como la cara, el cuello y los brazos.
- Vida sexual activa: Mantener una vida sexual saludable, que contribuye a la liberación de hormonas de la felicidad, quema calorías, refuerza el sistema inmunológico, mejora el sueño y disminuye la presión arterial. Se recomienda tener relaciones sexuales 2 o 3 veces por semana.
- Suplementación vitamínica: Considerar el uso de suplementos vitamínicos según las necesidades específicas de cada edad y bajo supervisión médica.
- Evitar el sedentarismo: Combatir la inactividad y promover un estilo de vida activo.
Adoptar estas prácticas no solo prolonga la vida, sino que mejora significativamente su calidad, permitiendo a las personas disfrutar de una vejez plena y activa.