Un grupo de jubilados de la industria petrolera en Venezuela ha estado en huelga de hambre desde el 26 de septiembre exigiendo el pago de sus ahorros de décadas de trabajo. Wilmer Medina, de 61 años, quien dedicó la mitad de su vida a la industria petrolera del país, se encuentra entre los manifestantes que protestan acostados en delgadas colchonetas. Aunque a los jubilados de Petróleos de Venezuela (PDVSA) se les paga $180 al mes, en realidad les corresponden $660 según los cálculos del sindicato.
«Nos sentimos estafados, robados y excluidos», declaró Medina a Voz de América. Este hombre viajó 650 kilómetros desde Ciudad Ojeda, en el estado de Zulia, hasta Caracas para unirse a la huelga de hambre. Sin embargo, un problema renal le impidió continuar resistiendo el ayuno. «Tuve que retirarme porque empecé a orinar sangre. Estoy recibiendo tratamiento», lamentó Medina.
«En mi caso, trabajé durante 30 años y en ese fondo de pensiones íbamos aportando a la empresa, y la empresa lo depositaba en otro lugar. Cuando decidíamos jubilarnos, nos daban ese fondo para poder vivir una vida digna como jubilados», explicó Medina. Se jubiló en 2022 y ese mismo año tuvo que vender un automóvil para cubrir sus gastos. «Ese primer año como jubilado fue difícil porque no recibía nada de la empresa, pasé un año sin recibir ni medio. Tuve que vender un vehículo para suplir lo que me faltaba», agregó.
Su historia es similar a la de otros 37,000 ancianos que durante años de servicio destinaron el 3% de sus ingresos al fondo de ahorros de la industria petrolera más grande y poderosa del país. Sin embargo, ahora que la industria está sumida en el caos y afectada por casos de corrupción, no se les reconoce su derecho a esos ahorros.
Joel Jesús, de 62 años, exfiscal de andamios, ha tenido que «pedir prestado». «Uno pide prestado y cuando uno va a cobrar, ya hay que devolverlo», comenta. El grupo comenzó la huelga de hambre el 26 de septiembre en un pasillo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en Caracas. Anteriormente, habían estado en la sede administrativa de PDVSA, pero después de que los jubilados se movilizaron tras la promesa de respuestas por parte de la dirección, las autoridades de seguridad acordonaron el lugar. Sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo.
«Estamos viviendo muy mal, muy mal. Y eso se debe al incumplimiento de Petróleos de Venezuela», relata Julio Blanco, excapitán de barcos petroleros, quien lleva consigo una vieja tarjeta de identificación de la empresa. Insiste en que ese dinero les pertenece y por eso decidieron iniciar la huelga de hambre, que es pacífica pero extrema.
«Trabajé durante 26 años en la industria y estoy decepcionado porque, honestamente, uno dio su vida. Hay riesgos por todas partes», continúa Joel Jesús, quien viajó desde el estado de Falcón, a unos 500 kilómetros. Con el dinero que le adeudan, este hombre dice que podría ayudar a su padre de 90 años y a su hermana con cáncer. «Nunca pensé que llegaría este momento o que pasaríamos por esta situación. Pensé que me jubilaría y viviría el resto de mi vida en paz, nunca imaginé que esto sucedería», concluye.