Sin convocatoria ni control, decenas de personas se acercan a diario a los centros de vacunación con la esperanza de ser inmunizados, en un país donde no hay medicamentos ni insumos suficientes debido al abandono del Estado
Por Carlos Martínez / Infobae
Por tercera vez en menos de un mes, la señora Josefina Patiño se levantó a las 2:30 de la madrugada con la esperanza de ser vacunada contra el COVID-19.
En abril se inscribió para inmunizarse, pero aún no ha sido convocada. Ella cree que madrugar es lo único que le queda para acceder al medicamento.
“Conozco mucha gente que se vacunó, tengo amigas y vecinas, incluso familiares. Se vacunaron porque hicieron su cola desde la madrugada o tienen un conocido que les ayudó. Aquí todo funciona así”, dijo la mujer de 66 años.
Patiño acudió a un centro de vacunación al suroeste de Caracas en compañía de una amiga que se encontraba en la misma situación. “Eran casi las 4 (de la mañana) cuando llegamos y ya había mucha gente. Claro, a todo el que no recibe el mensaje le toca madrugar”, explicó.
A las 8:00 abrieron el centro, los que tenían su cita llegaban y “de una para adentro”. Los que no habían sido convocados seguían formados afuera.
Pasadas las 10:00, los funcionarios militares que custodiaban el lugar, comenzaron a organizar a las personas que no tenían turno. La abuela se encomendó a Dios cuando vio el movimiento, comenzó a orar “para que hoy sí le toque”.
“Como a las 11 me llamaron, rapidito me inyectaron y ya. Las otras veces me quedé afuera. Ahora a prepararme para la segunda dosis porque el procedimiento es el mismo”, comentó alegre por haber recibido la primera tanda de la Sputnik V.
Historias como las de la señora Josefina se escriben todos los días en los centros de vacunación en Venezuela. Sin convocatoria, control o certificados, decenas de personas se acercan a los centros de vacunación con la esperanza de ser inmunizados.
El crítico sistema de salud, sin recursos en los centros públicos y con altos costos en los centros privados, generan tal nivel de temor entre los ciudadanos quieren vacunarse a toda costa.
“En Venezuela todavía hay situaciones en las que las familias (de enfermos) se ven obligadas a empeñar o vender bienes, para cubrir las terapias (de cuidados intensivos). Puesto que en la mayoría de los centros los requerimientos no son completos”, explicó a Infobae el presidente de la Academia Nacional de Medicina en el país caribeño, Enrique López Loyo.
DESORGANIZACIÓN
Desde el inicio del “plan de vacunación” en Venezuela, en el mes de febrero, las organizaciones independientes del sector médico han alertado sobre el desorden que reina con respecto al proceso.
“No existe un plan, existe una actividad nacional de vacunación”, aseveró el doctor Jaime Lorenzo, director de la organización Médicos por Venezuela.
Para los voceros del gremio, el régimen de Nicolás Maduro comete un “error garrafal” en la salud pública del país al no llevar el control sobre el número de ciudadanos inmunizados.
“Un plan de vacunación, como en cualquier plan de gerencia, tiene objetivos, puntos iniciales, puntos finales. Tiene además cuántas personas necesitan la vacunación, cuántas personas son prioritarias y cuál es el tiempo en el que vamos a lograr esa vacunación”, explicó López Loyo
En Venezuela, la dictadura chavista no ha sido clara en los datos emitidos en cuanto al plan de vacunación. Por ello, los científicos temen que “el propio Estado eleve un dibujo libre y sea creativo” en cuanto a la información y los posibles resultados del proceso.
De acuerdo con los reportes de las organizaciones médicas, las vacunas contra el COVID-19 son distribuidas mayormente en Caracas. En las ciudades del interior y en los pueblos alejados, aún no hay señales de que pueda comenzar el proceso de inmunización.
LA ESTAFA
La insuficiencia de dosis, la demora en la convocatoria y el evidente desorden han creado en Venezuela el caldo de cultivo para el mercado negro de inmunizaciones, que se suman al de alimentos, insumos de primera necesidad, combustible y todo aquello que sea administrado por el sector público.
Los venezolanos, que se saben desprotegidos por un Estado inoperante y desesperados por ponerle fin a las consecuencias de la pandemia, han recurrido a vías irregulares para obtener el preciado medicamento. La angustia los ha convertido en presas fáciles de la delincuencia.
A finales del mes de junio en el estado Lara, en el centro occidente del país, las autoridades desmantelaron una banda de estafadores que operaban aplicando vacunas falsas. Según los cuerpos de seguridad los delincuentes cobraban más de 100 dólares, y algunas versiones sostiene que hasta 500, por inyectar en los interesados agua hervida, con una mezcla de analgésicos y antibióticos.
La combinación, que generaba una reacción de fiebre y malestar en el cuerpo, hacía más creíble el engaño.
Además se ha alertado sobre la conformación de bandas dentro de los centros de salud que extraen las vacunas para aplicarlas por fuera, cobrando también altas sumas de dinero.
“Muchas de esas dosificaciones están fuera de uso por inactivación del producto biológico, dado que no respetan la cadena de frío” y el producto pierde su eficacia. Según explicó el doctor López Loyo, quienes acceden a estos insumos corren el de riesgo creer estar inmunizados cuando no es así.
EL ENGAÑO
A la lista de irregularidades en el proceso de vacunación se le suma la firma del contrato con Cuba para suministrar al país 12.000.000 de dosis de la vacuna experimental Abdalá que no está reconocida por ningún organismo de salud internacional.
La corporación biofarmacéutica estatal de la dictadura cubana, BioCubaFarma anunció la semana pasada el fin del estudio con 10.000 personas en Caracas a las que se les aplicó la fórmula.
“En Venezuela, este candidato vacunal tiene autorización de uso” por parte de las autoridades de Salud, dijo el representante de la farmacéutica en Caracas, Pedro Almenarez.
La noticia fue recibida con alarma por parte de las agrupaciones médicas independiente, quienes observan el avance del proceso de inoculación. La mayor crítica apunta a la falta de claridad con respecto a la denominación del insumo, que es tratado como vacuna y no como un medicamento en fase de prueba.
“Para hacer cualquier estudio en seres humanos se requiere el consentimiento firmado y el seguimiento del proceso. Por ningún lado hemos visto gente firmando documentos autorizando que se les coloque el producto biológico, por ende si no es un engaño es muy parecido”, aseveró el representante de Médicos Unidos por Venezuela.
Además del consentimiento previo, hay otros aspecto del proceso de implementación del candidato vacunal cubano que despierta la inquietud de los especialistas. Por ejemplo: ¿Cómo se terminó el proceso de estudio científico de un medicamento de tres dosis y únicamente se informó la aplicación de las primeras 10.000 unidades que llegaron al país hace dos semanas?.
En medio de estos cuestionamientos médicos, la dictadura chavista dice estar lista para avanzar con la fase tres de su “plan de vacunación”.
Las cifras del régimen de Miraflores, el mismo que ha censurado medios, perseguido periodistas y niega el acceso a la información pública, dan cuenta de 11.000.000 de personas vacunadas.
Los organismos internacionales, que son referencia por la veracidad de su data, señalan que en Venezuela han sido vacunadas solo 2.284.343 personas con la primera dosis. Mientras que menos del 1% de la población cuenta con el cronograma de inmunización completo.