En medio del giro progresista de la región, Venezuela regresa a los foros regionales con una destacada presencia en la cumbre de jefes de Estado de América del Sur, celebrada en Brasil. Casi todos los presidentes que asistieron al encuentro, que terminó con el consenso de una integración sudamericana, avalaron la participación de Nicolás Maduro.
Con Informacion de RT
Solo los mandatarios de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y de Chile, Gabriel Boric, manifestaron sus críticas hacia el gobierno venezolano, después de que el anfitrión del encuentro, Luiz Inácio Lula de Silva, recibiera a Maduro con todos los honores en Brasilia y denunciara la existencia de una «construcción narrativa» contra Venezuela.
«Lo peor que podemos hacer es tapar el sol con un dedo», dijo Lacalle Pou. En la misma línea –aunque se mostró «alegre» de que el país caribeño retornara a las instancias multilaterales–, Boric consideró que «eso no puede significar meter debajo de la alfombra o hacer la vista gorda en temas» como la defensa de los derechos humanos.
A pesar de su posición, Boric designó la semana pasada al diplomático Jaime Gazmuri Mujica como nuevo embajador en Caracas, después de cinco años sin que Santiago tuviera un máximo delegado en este país, debido a que el expresidente Sebastián Piñera desconoció la legitimidad de Maduro.
Por su parte, el mandatario venezolano relativizó los comentarios de sus homólogos. «Hay presidentes con diferentes visiones, como ustedes saben», explicó. También se mostró dispuesto a sentarse y conversar con «cualquier fuerza política, presidente o corriente», siempre desde «un diálogo respetuoso, tolerante, y de unidad en la diversidad».
En el marco de la cumbre, y por primera vez desde que asumió la presidencia en 2019, el mandatario de Argentina, Alberto Fernández, se reunió con Maduro.
En el encuentro, Fernández le solicitó a su par venezolano que volviera a participar de los foros y organismos internacionales de los fue marginado por la política de «cerco diplomático» que aplicaron los Gobiernos de la región contra Caracas.
El apoyo del presidente argentino a Maduro se produce a poco más de un mes de la Conferencia Internacional para promover el diálogo entre representantes de la sociedad civil, la oposición y el Gobierno bolivariano, que convocó el jefe de Estado de Colombia, Gustavo Petro, en Bogotá.
Desde Brasil, Maduro comentó que Petro se está convirtiendo «en un garante del avance del diálogo». Ambos países suscribieron el martes un nuevo acuerdo bilateral para fortalecer la cooperación en espacios fronterizos.
Asimismo, este miércoles, el mandatario colombiano anunció la decisión de reintegrar a su país a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), después que Bogotá abandonase el mecanismo durante el Gobierno de Iván Duque, que lo consideraba «cómplice de la dictadura venezolana».
Unasur nació en 2008 bajo el impulso del fallecido expresidente venezolano, Hugo Chávez Frías, y sus entonces homólogos de Argentina, Néstor Kirchner; de Ecuador, Rafael Correa, y el propio Lula en Brasil, pero sucumbió en los últimos años en medio de la oleada de Gobiernos conservadores en la región.
Las deserciones dentro del organismo multilateral coincidieron no solo con los cambios de Gobierno en esas naciones, sino con el aumento de la beligerancia diplomática de la Casa Blanca durante la administración de Donald Trump.
Honores de Estado Maduro, que no visitaba Brasil desde 2015 –cuando el país estaba bajo el gobierno de Dilma Rousseff–, fue recibido el lunes en Brasilia con honores de Estado. Lula definió el momento de «histórico» y reflejo de «una política externa seria».
El brasileño incluso criticó las sanciones impuestas por Washington a Caracas. «Es inexplicable que un país tenga 900 sanciones porque a otro país no le guste», dijo.
«¿Es su culpa [que Maduro no tenga dólares para pagar sus exportaciones]? No. Es culpa de EE.UU., que puso un bloqueo extremadamente exagerado. Siempre pienso que el bloqueo es peor que una guerra. La guerra, normalmente, mata a un militar que está en la batalla. Pero el bloqueo mata niños, a mujeres, a gente que no tiene nada que ver con la disputa ideológica que está en juego», sentenció.
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El patriarca de la izquierda brasileña también calificó de «errores» las decisiones que impidieron la entrada al país a Maduro y a otras autoridades venezolanas en los últimos años. Las relaciones entre Venezuela y Brasil llegaron a su punto más bajo con el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, que a principios de 2019 decidió reconocer como supuesto «presidente interino» al exdiputado opositor Juan Guaidó.
Aunque Brasilia no rompió formalmente las relaciones con Caracas, sí retiró a todos los funcionarios de sus sedes diplomáticas en territorio venezolano. Además, en junio de 2020, Bolsonaro ordenó declarar «persona non grata» al cuerpo diplomático venezolano.
Retomar las relaciones con Venezuela fue una de las prioridades de Lula, quien incluso antes de llegar al poder ya anunció que se habían restablecido.
«Los pueblos y los países suramericanos no podemos quedarnos atrás en esta etapa de nacimiento de la nueva geopolítica mundial», aseveró Maduro desde Brasilia después de la cumbre, que se cerró con el compromiso de elaborar una hoja de ruta en un plazo de 120 días para trazar las líneas principales de un nuevo plan y de rumbo en la región «por encima de las ideologías».