FÓRMULA PRESIDENCIAL: Joe Biden escoge a Kamala Harris como candidata a vicepresidenta de EE. UU.

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El candidato demócrata a la presidencia anunció este martes que la senadora por California será su número dos en la campaña contra Donald Trump de cara a las elecciones del 3 de noviembre.

BBC News Mundo

El veterano político ya había adelantado que sería una mujer y había más de una decena de nombres en juego.

«Tengo el gran honor de anunciar que escogí a @KamalaHarris -una valiente luchadora en defensa de los menos poderosos y de los mejores funcionarios públicos del país- como mi compañera de fórmula [presidencial]», señaló Biden en Twitter.

Biden destacó además la labor de Harris como fiscal general de California, donde se puso frente a «los grandes bancos, levantó a la clase trabajadora, protegió a mujeres y niños del abuso».

Harris, de 55 años, se convertirá en la primera mujer negra y la primera de ascendencia asiática en ser candidata a la vicepresidencia del país.

La elección era crucial en un momento de crisis política, social, sanitaria y económica en Estados Unidos.

Y tenía que ser alguien a quien los demócratas consideraran «presidenciable», dada la avanzada edad de Biden, 77 años, y la posibilidad de que, de ganar, opte por no presentarse a la reelección en cuatro años.

«Me siento honrada de unirme [a Joe Biden] como la candidata de nuestro partido a vicepresidente, y haré todo lo posible para convertirlo en nuestro comandante en jefe», aseguró Harris en Twitter.

 

¿Quién es Kamala Harris?
La política demócrata nació en Oakland, California, en una familia de inmigrantes: una madre originaria de India y un padre nacido en Jamaica.

Tras el divorcio de sus padres, Harris fue criada principalmente por su madre, que profesa la religión hindú y era una investigadora especializada en el cáncer de mama y activista de derechos civiles.

Harris creció ligada estrechamente a su herencia en el sur de Asia, acompañando a su madre en sus visitas a India.

No obstante, la californiana ha subrayado que su madre adoptó la cultura afroestadounidense de Oakland, sumergiendo a sus dos hijas -Kamala y su hermana menor, Maya- en ella.

«Mi madre siempre entendió muy bien que estaba criando a dos hijas negras», escribió Harris en su autobiografía The Truths We Hold.

«Sabía que su país de adopción vería a Maya y a mí como niñas negras y estaba decidida a asegurarse que nos convertiríamos en mujeres negras orgullosas y con confianza en nosotras mismas».

Harris estudió en la Universidad Howard, uno de los prominentes e históricos centros afroestadounidenses de estudios superiores del país, algo que ella describió entre las experiencias más formativas de su vida.

La destacada política asegura que siempre ha estado cómoda con su identidad y se describe a sí misma como «estadounidense».

Reacciones a la decisión

  • El expresidente Barack Obama: «Joe Biden dio en el clavo».
  • La ex secretaria de Estado y excandidata a la presidencia Hillary Clinton: «Estoy muy emocionada de dar la bienvenida a Kamala Harris a esta histórica candidatura demócrata».
  • Por su parte, el presidente Donald Trump publicó un video en Twitter en el que su campaña acusa a Harris de ser una «farsante» y de ser «un error para Estados Unidos».

En 2019, consideró en declaraciones al diario The Washington Post que no se debería encajar a los políticos en compartimentos según el color o su historial.

«Mi punto era: yo soy quien soy. Y me siento bien con eso. Quizá tú tengas que descifrarme, pero a mí me parece bien».

La Ley y el Orden
Tras cuatro años en Howard, Harris se trasladó a la Universidad de California, Hastings, para conseguir un título en Derecho y empezar su carrera en la Oficina del Fiscal de Distrito del condado de Alameda.

Se convirtió en fiscal de distrito -el máximo puesto en esa área- de San Francisco en 2003, antes de convertirse en la primera mujer y la primera mujer negra en ganar el puesto de fiscal general de California, el principal abogado y funcionario encargado del cumplimiento de la ley en el estado más poblado del país.

En sus cerca de dos mandatos en ese cargo, Harris se ganó la reputación de estrella ascendente del Partido Demócrata, lo que le impulsó para convertirse en senadora por California en 2017.

Desde su elección al Congreso estadounidense, la exfiscal se granjeó gran apoyo entre los progresistas de la formación por su riguroso cuestionamiento al entonces nominado al Tribunal Supremo Brett Kavanaugh y al fiscal general William Barr en sus respectivas audiencias ante el Senado.

Aspiraciones a la Casa Blanca
Cuando lanzó su candidatura a la presidencia ante más de 20.000 seguidores en Oakland el año pasado, esta fue recibida con entusiasmo.

Pero a medida que se adentró en la carrera, Harris no logró articular una base sólida para su campaña, ofreciendo respuestas confusas sobre temas cruciales como el sistema sanitario.

También fue incapaz de capitalizar el gran fuerte de su candidatura: su gran habilidad en los debates, donde pudo demostrar su ventaja como exfiscal, a menudo poniendo a Biden contra las cuerdas.

La demócrata de California trató de mantenerse en la fina barrera entre el ala progresista y moderada del partido, pero acabó sin llamar la atención de ninguno de estos bandos, poniendo fin a su candidatura en diciembre, incluso antes de las primeras votaciones.

En marzo, Harris ofreció su apoyo al exvicepresidente Biden, asegurando que haría «todo en su poder para ayudarle a convertirse en el próximo presidente de Estados Unidos».

Historial contra el crimen y la policía
Su breve campaña a la presidencia puso el foco en su historial como principal fiscal de California.

Pese a sus inclinaciones más izquierdistas en asuntos como el matrimonio homosexual o la pena capital, Harris se enfrentó a repetidos ataques por no ser lo suficientemente progresista, y fue el blanco de un devastador artículo de opinión de la catedrática de Derecho de la Universidad de San Francisco Lara Bazelon.

Escrito al principio de la campaña de Harris, la profesora consideró que la candidata había evitado en gran medida las batallas progresistas que estuvieran relacionadas con asuntos como la reforma policial, sobre las drogas o condenas injustas.

Harris, que se describió a sí misma como «la fiscal progresista», trató de enfatizar las partes de su legado de tendencia más izquierdista, como requerir a algunos agentes especiales del Departamento de Justicia de California que portaran cámaras corporales -el primer estado en ponerlas en práctica- o lanzar una base de datos que ofreció acceso al público a estadísticas sobre crimen.

Pero sus esfuerzos no consiguieron el apoyo esperado.

«Kamala es la policía», se convirtió en una frase habitual en las primarias demócratas, lo que frustró sus intentos de ganarse a la base más liberal del partido.

No obstante, su historial puede resultar beneficioso en las elecciones presidenciales cuando los demócratas tratan de ganar el apoyo de votantes moderados o independientes.

Con las actuales tensiones raciales en el país, además, crece el escrutinio sobre la brutalidad policial y Harris ha tomado un rol destacado, utilizando su altavoz para amplificar las voces más progresistas.

En intervenciones de televisión, Harris ha pedido cambios de las prácticas policiales en todo Estados Unidos; en Twitter, ha abogado por la detención de los agentes que mataron a Breonna Taylor, una mujer afroestadounidense de 26 años de Kentucky; y suele hablar con frecuencia de la necesidad de desmantelar el racismo sistémico en el país.

En cuanto a la controvertida apuesta por «retirar la financiación» de la policía para derivar los fondos a programas sociales -un planteamiento al que se opone Biden-, Harris suele contestar con evasivas, pidiendo en su lugar «reinventar» el concepto de seguridad pública.

Harris ha considerado a menudo que su identidad la sitúa en una posición idónea para representar a aquellos en los márgenes de la sociedad.

Si ella y Biden consiguen llegar a la Casa Blanca, tendrá la oportunidad de demostrarlo.