Ahora que Gustavo Petro está enfrentando manifestaciones en contra, le debe haber resultado bueno cumplir con una promesa electoral. Eso fue lo que debió animarle a llegar al cruce fronterizo entre Colombia y Venezuela. Allí le gritaron vivas pero también recibió muestras de desaprobación. Lo cierto es que ahora la frontera queda oficialmente abierta, aunque lo del lunes fue más un show protocolar.
Pasó un camión adornado con las banderas de los dos países. Estaban presentes ministros del gobierno de Petro. Incluso hubo una reunión entre el ministro de la Defensa venezolano y su homólogo colombiano. Sin embargo, poco se sabe en qué consistirá la dinámica de intercambios de ahora en adelante. Lo que quedó abierto fue el paso de vehículos de carga por los puentes internacionales. Solo está habilitado el Simón Bolívar. El de Tienditas sigue con los contenedores atravesados que le puso el gobierno de Maduro para bloquearlo.
Y aunque los empresarios y comerciantes esperan que esta apertura contribuya con la disminución de todas las prácticas ilegales de guerrilleros y narcotraficantes, que incluyen el paso de personas y contrabando, la verdad es que por lo menos del lado de la frontera venezolana no se ha visto ningún aumento de los dispositivos de seguridad.
Gustavo Petro aseguró que se trata de un primer paso hacia la normalización del intercambio entre los dos países y todo el mundo mantiene la esperanza de que así sea. En esta frontera tan viva es casi imposible eliminar las prácticas ilegales, pero con la apertura seguramente disminuirán, pues la gente no tendrá que recurrir a los que manejan las trochas o el contrabando.
Queda por definir también lo que ocurrirá con el permiso de tránsito que se expedía hasta la reapertura para que una persona pudiera pasar de uno a otro país. En Colombia no han dicho si seguirán emitiéndolo o exigiéndolo, por lo que el paso peatonal todavía espera algunas precisiones. Si es verdad, como dijo Petro, que se trata de un primer paso, ojalá que la normalización pase por un proceso ordenado que facilite las cosas a empresarios, comerciantes y vecinos.
Nicolás Maduro no asistió. Hubiera sido el primer encuentro con su amigo Petro desde que asumió la presidencia de Colombia, un acto para el que todos recordarán no fue invitado. Resulta extraño que hasta le pidan ser garante en el proceso de diálogo para la paz con el ELN y no haya hecho un huequito en su agenda para asistir a tan importante actividad. ¿Qué hay detrás de esta jugada en la frontera? En todo caso, lo que para el mandatario vecino es un primer paso, para el venezolano es un “paso inmenso” que hay que agradecer a su homólogo.
“En los momentos más oscuros, cuando se trató de invadir Venezuela por esos puentes para traer la guerra, la violencia, el terrorismo a nuestro país; yo sabía que más temprano que tarde este día iba a llegar. Y con fe en Dios lo pedí y este día llegó, hoy lunes 26 de septiembre. Le agradezco al presidente Gustavo Petro de Colombia”, aseguró Maduro como si esta medida que tomó él unilateralmente tuviera justificación alguna más allá de su enemistad con el expresidente Iván Duque.
Ojalá que los gobernantes entiendan que el interés primordial de los dos debe ser recuperar el flujo comercial que existía entre ambas naciones y mantener ese rico intercambio sociocultural que ha hecho que Venezuela y Colombia se consideren países hermanos.