Se abrió la veda contra Juan Guaidó. La atomizada y heterogénea oposición venezolana busca un revulsivo. Tras las elecciones legislativas, algunos de sus líderes más visibles ya han puesto en marcha la operación de derribo del autoproclamado presidente interino con una fecha en el horizonte: el 5 de enero, cuando se constituirá la nueva Asamblea Nacional (AN), a pesar de que no es reconocida por buena parte de la comunidad internacional ni por la mayoría de la oposición, que promovió la abstención en los comicios, siguiendo la consigna de Guaidó.
ROBERT MUR / lavanguardia.com
La crítica interna llega con fuerza desde otros líderes que, como Guaidó, no se han exiliado y resisten en el país, con lo que significa estar bajo la presión del autoritario régimen chavista. Antes de las legislativas fue cuestionado por María Corina Machado, que encarna a la línea más dura de la oposición, partidaria de acabar con el gobierno de Nicolás Maduro de la manera que sea, incluso con la intervención de tropas estadounidenses. “El país te dio una tarea que no has podido o no has querido cumplir”, le dijo Machado a Guaidó.
La mirada está fijada en el 5 de enero, fecha de constitución de la nueva Asamblea Legislativa
Y después de los comicios fue el candidato presidencial en dos ocasiones, Henrique Capriles, quien en el 2013 se quedó a poco más de un punto de derrotar a Maduro, el que cargó contra Guaidó. “Soy creyente de la unidad del país. Pero la oposición hoy no tiene un líder, no hay un liderazgo, nadie que sea un jefe. No existe. Esto fue un capital político que se acumuló y se botó a la basura, puros lugares comunes, discursos gastados”, declaró Capriles en una entrevista con la BBC. “No tengo nada personal contra Guaidó, pero eso se acabó, está acabado, fundido, cerrado, listo”, insistió el exgobernador de Miranda, que aspira a convertirse en líder de referencia del antichavismo y pide la “reconstrucción” de la oposición.
A finales de agosto, Capriles ya amagó con disputar el liderazgo opositor cuando pactó con Maduro –con la mediación de Turquía- la liberación de 110 presos políticos a cambio de romper el boicot a las legislativas del 6 de diciembre. Capriles anunció que se postularía si el régimen aceptaba una misión de observadores de la Unión Europea que garantizase su transparencia, pero finalmente el bloque europeo decidió desconocer los comicios.
Guaidó cuenta con el apoyo de otro referente opositor, Leopoldo López, con quien comparte militancia en Voluntad Popular, y es desde enero del 2019 titular de la Asamblea Nacional (AN), condición que le llevó a autoproclamarse presidente encargado del país con el apoyo de una mayoría de diputados después de que Maduro lograse la reelección en el 2018 en unas elecciones cuya transparencia fue cuestionada por la oposición y la comunidad internacional. Desde el 2015, el Parlamento unicameral era la única institución controlada por el antichavismo, lo que obligó al chavismo a crear en el 2017 la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) –que nunca elaboró ninguna Constitución- para usurpar las funciones de la AN. En enero de este año, Guaidó revalidó, gracias a la mayoría opositora, su cargo de titular del parlamento pese a que el gobierno le prohibió el acceso a la cámara. Sin embargo, por mucho que las recientes legislativas, donde los candidatos chavistas lograron el 69% de los escaños, fueran boicoteadas y que sean consideradas ilegítimas por la oposición, lo cierto es que sectores del antichavismo consideran que si Guaidó no ha sido ratificado en las urnas, no puede dirigir el movimiento contra Maduro.
El 70% de abstención en las elecciones puede considerarse un triunfo de Guaidó pero muchos de sus detractores no lo ven así. “La caída de popularidad de Guaidó es imparable hacia el futuro si no logra convertir la abstención en cambio; y la probabilidad de que convierta la abstención en cambio de gobierno es un límite que tiende a cero”, explicaba crudamente desde Caracas el encuestador venezolano Luis Vicente León a un reducido grupo de corresponsales unos días antes de los comicios. “Lo que se espera es un mayor deterioro para Guaidó post 5 de enero”, vaticinaba León.
“Si bien ahora Guaidó puede recibir el apoyo de EE.UU. o de muchos países, dentro de tres meses con la oposición no se compra nada, no tiene valor, en términos de provocar un cambio en Venezuela”, añadía León, director de Datanálisis, uno de los institutos de opinión más reputados del país caribeño. “Puede pasar que algunos países que hoy reconocen a Guaidó se sientan estresados el 5 de enero con un reconocimiento ad infinitum de la representación de Guaidó como presidente encargado; ahí está el valor para Maduro”, agregaba.
Aunque tras los comicios la administración Trump llamó a los aliados de EE.UU. a seguir reconociendo a Guaidó como presidente interino, la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca puede replantear el escenario. “Incluso en el gobierno Biden se va a plantear un debate sobre hasta cuándo tú puedes permitir ese reconocimiento; hasta cuándo puedes hacerlo, incluso sin que haya alternancias internas en la propia oposición”, decía León.