Las filas opositoras que un día se cerraron en Venezuela en torno a Juan Guaidó se fueron rompiendo hasta saltar en pedazos y, contra la voluntad del que otrora parecía el líder indiscutible, la mayoría antichavista optó por presentar candidatos a las elecciones regionales y locales del próximo 21 de noviembre.
Anaisa Rodríguez / ND
Guaidó lo dejó claro cuando el presidente Nicolás Maduro anunció la fecha de los comicios e invitó a todas las formaciones a presentar sus candidaturas. Ante la oferta, el expresidente de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) respondió con un «no» rotundo, pero sirvió de poco. Hasta los suyos optaron por concurrir a las elecciones, como una forma de «ir ganando terreno» político.
El poder de convicción y mando que un día tuvo en el seno interno opositor se ha perdido a la vez que se han ido incumpliendo promesas, lo que minó la confianza de quienes habían depositado toda su esperanza en el que se presentaba como el mesías y presidente absoluto del Ejecutivo y el Legislativo, unas atribuciones sin precedentes en cualquier país que respete la separación de poderes.
Presidenciales o nada
Para Guaidó, la «solución al conflicto» que -considera- vive el país caribeño no son unas elecciones regionales y locales, sino que lo que resolvería los problemas de Venezuela serían unas presidenciales, que él mismo debería haber convocado en los 30 días siguientes a su proclamación como «presidente interino», en enero de 2019, si se atuviera fielmente a la Constitución.
Pero no lo hizo en ese lapso ni en los más de dos años y medio que ha pasado desde entonces y en los que se sigue aferrando a un interinato sin fecha de caducidad; una atribución que no contempla la carta magna ni la legislación del país.
El incumplimiento de esta y otras promesas hizo que tanto la ciudadanía como los opositores que lo arroparon en ese supuesto mandato se hayan desmarcado para trabajar en otra dirección por la recuperación del país. Y entre estas tareas, contemplan la de buscar el control de algunos estados y alcaldías a través de las elecciones del 21 de noviembre.
Uno de los casos más llamativos es el de Tomás Guanipa, quien fue representante de Guaidó en Colombia hasta agosto de este mismo año, cuando dejó de serlo para formar parte de la mesa de diálogo con el Gobierno en México. Pero ese solo fue el primer paso para el objetivo fijado: presentar su candidatura a la Alcaldía de Libertador.
En la misma línea se posicionó José Manuel Olivares, otro de los fieles a Guaidó que se desempeñó como presidente de la Comisión Permanente de Desarrollo Social Integral de la AN, cuando el entonces líder indiscutible de la oposición presidía el Parlamento.
La fidelidad duró hasta que Olivares decidió aspirar a la Gobernación de La Guaira -un estado cercano a Caracas- contra la voluntad de quien solo piensa en elecciones presidenciales y sentarse en el trono de Miraflores (Presidencia), el cual, pese a la insistencia en el interinato, sigue ocupando Maduro.
El núcleo duro
El ala más dura y crítica de Guaidó y de su insistencia en mantener el discurso de ser «presidente interino» y del Parlamento, y, por tanto, con derecho a ordenar las filas opositoras, la encabeza el antichavista y dos veces candidato a la Presidencia Henrique Capriles.
El opositor, quien ya defendió la participación en los comicios legislativos del pasado diciembre -a los que no acudió el sector de Guaidó-, mantuvo su postura de cara a los regionales y locales, aumentando más, si cabe, las diferencias entre ellos, unas discrepancias que nunca ocultaron, pero que ahora parecen insalvables.
Para Capriles, las órdenes que pueda dar Guaidó desde un trono presidencial inexistente carecen de todo sentido, razón por la que los opositores que hasta hace poco se plegaban en torno a él se han desmarcado y optado por concurrir a los comicios, con o sin su beneplácito.
En este sentido, el excandidato presidencial critica que Guaidó se aferre a ese interinato que -considera- acabó el 30 de abril de 2019, cuando hubo un fracasado levantamiento militar encabezado por el exdiputado y el opositor Leopoldo López.
«Esto hace rato que no da para más, no da para más, la política no son dar declaraciones ni rueditas de prensa (…) el interinato se murió el 30 de abril del año 2019», sostiene Capriles, quien considera que la oposición necesita renovarse y, en su opinión, las elecciones del próximo 21 de noviembre son una oportunidad para dar el primer paso hacia la búsqueda de caras nuevas.
Venezuela celebra el próximo domingo elecciones regionales y locales para elegir 3.082 cargos en total, distribuidos en 23 gobernadores, 335 alcaldes, 253 legisladores a los Consejos Legislativos y 2.471 concejales. EFE