Un terrible suceso ha conmocionado a la ciudad de Nueva York, una mujer murió tras ser incendiada por un hombre dentro de un vagón del metro. El sospechoso, identificado como Sebastián Zapeta-Calil, un migrante de Guatemala con antecedentes de deportación, fue arrestado por la policía.
El ataque, calificado por la comisionada de policía Jessica Tisch como «uno de los crímenes más depravados que una persona puede cometer», ocurrió en la estación Coney Island-Stillwell Avenue. Zapeta-Calil se acercó a la víctima, quien se encontraba sentada en el vagón, y le prendió fuego con un encendedor, causándole la muerte.
Las autoridades creen que la víctima y el agresor no se conocían y que no hubo interacción previa al ataque. Este incidente ha generado conmoción e indignación en la comunidad neoyorquina, reavivando el debate sobre la seguridad en el transporte público y las políticas migratorias.
La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, ordenó a la Guardia Nacional que colabore con la policía en la vigilancia del metro, implementando controles aleatorios de bolsos en algunas estaciones. Sin embargo, la vastedad del sistema y la cantidad de pasajeros que lo utilizan a diario hacen que la tarea de garantizar la seguridad sea compleja.
Este trágico suceso pone de manifiesto la necesidad de reforzar las medidas de seguridad en el transporte público y abordar las causas de la violencia en la sociedad.