La nación avanza a pasos agigantados a una catástrofe humanitaria o hambruna, según la Organización de Naciones Unidas, que advirtió en febrero de 2020 en el Reporte Mundial de Crisis Alimentaria de la ONU, que Venezuela se encontraba en la fase tres de emergencia humanitaria, lo que representa que la mayoría de sus habitantes tienen niveles elevados de malnutrición aguda, mortalidad excesiva y requieren con urgencia de un programa de asistencia masiva. Transcurrido un año de ese informe, economistas señalan con preocupación, que las cifras están empeorando, al punto que el número de pobres que hay en Venezuela (9.3 millones según la ONU), son tres veces más que lo que existen en Haití (3,7 millones), el país del hemisferio que históricamente ha estado signado por las penurias, la crisis política y la desigualdad.
«En Venezuela está aumentando la pobreza extrema y uno de los factores que impulsa esa realidad es el proceso de aumento de precios de productos y servicios propiciado por el financiamiento excesivo del Banco Central de Venezuela (BCV) a PDVSA, que se traduce en cuatro años de hiperinflación. Fenómeno que se sabe cuál es su solución y causa, pero que el gobierno no ha hecho nada para aplicar los correctivos, que implican eliminar la emisión de dinero inorgánico», informó el economista Hermes Pérez, quien laboró por 31 años en el BCV.
Según el Banco Mundial, una persona pobre es aquella que tiene incapacidad para alcanzar un nivel de vida mínimo, es decir, comprar la canasta básica alimentaria, ahorrar, invertir en salud, educación, ropa, calzado y recreación. En está línea se ubican las personas que ganan en el mundo entre 3.20 y 5.5 dólares al día. Quienes están en la línea de pobreza extrema, son quienes viven con 1.90 dólares diarios y escasamente pueden alimentarse una o dos veces al día. Lo que significa que una familia de cuatro integrantes en este nivel requerirían 10 dólares en promedio diariamente para subsistir. La realidad de Venezuela supera los parámetros de pobreza mundial, porque tanto los jubilados, pensionados y trabajadores del sector público lo que devengan son 1.200.000 bolívares, o el insignificante monto de 67 centavos de dólares mensual. Es decir, en el país desapareció el referente del ingreso diario.
«En el Reporte Mundial de Crisis Alimentaria 2020 de la ONU, Venezuela se ubica como la cuarta nación del planeta con la peor crisis alimentaria. Primero está Yemen, segundo está República Democrática del Congo, tercero está Afganistán y cuarto está Venezuela. Los tres anteriores países están sumidos en procesos de guerra civil, de exterminios completos de sus naciones, y de conflictos bélicos desde hace décadas. Debajo de Venezuela está Etiopía. Esa espeluznante comparación nos dice que Venezuela se ha africanizado», soltó Pérez.
Si se detalla la situación del país con lupa, en 2019-2020 cuando la FAO visitó Venezuela estudiando y encuestando a 20 millones de venezolanos como muestra, y palpando en detalle las condiciones de vida de familias enteras en 20 estados del país por un lapso de seis meses. Se determinó que el país lidera la lista de naciones más pobres de América y el Caribe.
«En Latinoamérica hay 18.5 millones de pobres, la mitad de los pobres de todo el continente está en Venezuela. Aquí hay más pobre que Haití, nación que tiene 3.7 millones de pobres, nosotros tenemos 9.3 millones, triplicamos esa cifra. Un país que en 1974 llegó a tener el ingreso per cápita más alto del planeta», exclamó el economista Hermes Pérez.
Luego de Venezuela en primer lugar, Haití en segundo como países con más miseria, el tercer puesto lo ocupa Guatemala con 3.1 millones de pobres, de quinto lugar Honduras con un millón de pobres, luego Colombia con 900 mil pobres, pero el reporte de Nacional Unidas resalta que esos pobres son migrantes venezolanos que están en ese país. Lo mismo ocurre con Ecuador, es el séptimo país más pobres del continente, tiene 300 mil pobres que están registrados como migrantes venezolanos en esa nación.
«Venezuela tenía el cuarto mayor ingreso per cápita de Latinoamérica que estaba por el orden de los 5.000 dólares por persona. En 2020, Venezuela se ubicó en el puesto 18 del continente, por tener un ingreso per cápita de 1.739 dólares. El único país que tiene un ingreso menor que Venezuela es Haití con 732 dólares por persona al año. Si se compara con el ingreso promedio de un panameño en la actualidad, la cifras nacionales dan ganas de llorar. En Panamá cada persona gana 15 mil dólares al año al igual que Uruguay», resaltó el economista y docente de la Universidad Metropolitana en Caracas.
En las zonas vulnerables de Venezuela, la pobreza extrema se traduce en pasar días enteros sin comer, sólo bebiendo agua. Yulimar García tiene 37 años y sabe muy bien lo que representa pasar hasta dos días seguidos sin probar bocado. Vive en el sector 7 de Julio, en un pequeño rancho, ubicado en una de las tres invasiones de la avenida Ribereña del municipio Palavecino, en medio de dos urbanizaciones de clase media alta, Tarabana Plaza y Divina Pastora.
A su cargo tiene un nieto de un año y ocho meses, un bebé con el abdomen pronunciado, pero los brazos y piernas esqueléticos. Síntoma de los niños que sufren de kwashiorkor, desnutrición grave ocasionada por una deficiencia severa de proteínas y nutrientes. A pesar de estar por cumplir dos años el bebé que se pasea desnudo y descalzo por el terreno de tierra que tiene el rancho, luce del tamaño de un niño de un año. Su madre tiene 16 años y abandonó el liceo. Yulimar también tiene una hija de 11 años, y un yerno al que también mantiene de 17.
«Salimos todos los días a pedir comida o a limpiar casas o solares. Cuando me sale un trabajito lo que pido es que me paguen con productos: una harina, un arroz, pasta o granos», comentó la mujer que hace cinco años laboraba como repostera en una panadería.
Su casa tiene piso de tierra, dos colchones en el suelo, un pozo séptico y un mesón donde cocina. En una cesta tiene varios pedacitos de yuca y zanahoria a punto de descomponerse. «Fue lo que nos dieron en una frutera que limpié ayer en Cabudare», apuntó la mujer que diariamente camina más de 14 kilómetros para poder alimentar a su familia.
Asegura que tiene ocho años viviendo en la invasión, tienen electricidad, tomas clandestinas de una tubería principal de agua, pero deben lidiar con la falta de cloacas y asfaltado. «El gobierno nos prometió construirnos unas viviendas, pero se volvieron puro cuento a pesar que le hemos dado votos», afirmó. Alrededor de su sector están dos invasiones más, Villa Esperanza I y II.
Carmen Urriola de 30 años de edad, padece las mismas necesidades. Dio a luz hace 20 días a su tercer hijo. La mujer asegura que sobrevive limpiando casas de familias, pero como está en reposo postparto se ve limitada en trabajar y alimentarse representa estirar los productos que le llegan en las cajas CLAP al mes.
«Comemos con la harina, la pasta, el arroz y los fríjoles chinos que trae la caja. Cuando se nos acabe nos tocará salir a pedir plata por caridad de la gente», mencionó. Es madre soltera, y a su cargo tiene dos niños más, una hembra de tres años y un varón de 10, que no está estudiando, porque no cuenta con celular ni con computadora para cumplir con las tareas que mandan en su escuela como parte de la educación a distancia que decretó el gobierno en pandemia.
Estas familias, según la Encuesta Condiciones de Vida (Encovi), presentada en junio 2020 por la Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Central de Venezuela y Universidad Simón Bolívar, engrosan la lista del 79% de la población que está en pobreza extrema en el país.
Dioni Salas, sociólogo y jefe de la cátedra de Problemáticas Socioeconómicas de la Universidad de Oriente, en Sucre, informó que los indicadores de pobreza evidencian que todo el país está sufriendo la mismas calamitosas necesidades al no poderse alimentar bien, ni acceder a servicios básicos para tener calidad de vida.
«El primer indicador de pobreza es la capacidad de poder adquirir nutrientes y alimentos con la compra de la canasta básica alimentaria, que en el mes de diciembre 2020 según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores, CENDAS, se ubicó en 294 dólares. El 96% de la población según la Encovi, no puede pagar esta cantidad para alimentarse al mes», apuntó.
El acceso a un servicio de salud pública de calidad es el segundo indicador de pobreza. «No es tan sólo tener hospitales, ambulatorios, CDI, consultorios populares, Barrio Adentro, es que esos espacios brinden servicios oportunos para atender a la población. La realidad es que hoy los centros de salud no cuentan ni con jeringas, y son los propios pacientes los que tienen que comprar desde insumos, tratamientos y hasta la comida que requieren mientras están hospitalizados, porque el Estado venezolano dejó de ocuparse de eso», indicó.
Los venezolanos tampoco tienen acceso a una educación pública de calidad, afirma que hoy los planteles educativos y universidades están destruidos y la deserción estudiantil va en aumento. «La juventud está desesperanzada porque graduarse no significa ascenso social, o tener buen ingreso. Los estudiantes ahora optan por abandonar las aulas de clases para trabajar en la economía informal o migrar del país», expresó.
El cuarto indicador es la migración forzada. Venezuela registra 5.4 millones de migrantes que huyeron por la crisis económica según ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, alcanzando a Siria, país que ha tenido el mayor éxodo del mundo por la guerra.