En expresiones que demuestran su clara defensa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), obviando la presencia de esa guerrilla colombiana en territorio venezolano y quizá tratando de justificar que ese grupo irregular, así como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), hacen vida en la frontera, el ministro de la Defensa de Venezuela, General en Jefe Vladimir Padrino López, dijo en una declaración al canal Telesur que el gobierno del vecino país no respetó el proceso de paz que firmó el ex presidente Juan Manuel Santos.
El titular castrense manifestó muchas veces, internamente en la Fuerza Armada su descontento con la presencia de la guerrilla en territorio venezolano e incluso dio un acalorado discurso cuando en noviembre de 2018 el ELN asesinó en Amazonas a tres sargentos de la Guardia Nacional: Alfredo Antonio Zolano Guevara, Robert José Artahona Díaz y José Jean Pierre Martínez Bolívar.
En esa oportunidad Padrino aseguró, rodeado de militares que se levantaron a aplaudirlo y en clara alusión a la guerrilla: “Delincuente, narcotraficante, como se llame lo vamos a buscar y lo vamos a echar de la patria. No tienen espacio en Venezuela. Entiéndanlo, vamos a ir por ustedes. Vamos por ustedes. Esta sangre derramada no se va a quedar así, vamos a defender el honor de nuestros soldados, de nuestros guardias nacionales de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana. No lo vamos a repetir. Fuera de Venezuela. Como el gobierno colombiano no quiere conversar con nosotros, ni el ministro de la defensa, ni el canciller, nosotros vamos a hacer lo que tenemos que hacer militarmente. No renunciamos a la ofensiva, al poder ofensivo para hacer respetar nuestra soberanía sagrada, bolivariana”.
Padrino prometía que la sangre de los militares asesinados por la guerrilla no se quedaría así
Pero eso fue en noviembre del 2018. Dos años después, Luis Felipe Ortega Bernal, alias Garganta, tercer comandante del Frente Domingo Laín Sáenz y jefe de la unidad que asesinó a los tres militares venezolanos, salió libre y sonriente por la puerta principal de la cárcel de Ramo Verde, sin que se haya hecho justicia por los tres funcionarios de la Guardia Nacional asesinados.
El 19 de mayo de 2019 Padrino dijo, después que el Comando Estratégico Operacional (Ceofanb) capturó a 4 colombianos con gran cantidad de armamento bélico: “Venezuela debe mantener su presencia militar en la frontera; es evidente la ineptitud y el fracaso del gobierno colombiano en el control de sus grupos armados, asociados a la producción y tráfico de drogas, de los cuales el pueblo venezolano ha sido víctima durante décadas”.
El nuevo Padrino
El discurso que el titular castrense había mantenido cambia drásticamente. Pasó de la promesa de expulsar del territorio a la guerrilla, paramilitares y bandas criminales a justificar a las FARC. Se entiende por qué durante todos estos años aquella promesa de Padrino de expulsar del territorio a los grupos irregulares se cumplió en palabra muerta.
En realidad, ninguno de los militares venezolanos que han sido asesinados por la guerrilla colombiana ha recibido justicia. Muchos pudieran entender ahora, con la más reciente declaración de Padrino López, que Colombia siempre tuvo razón para no conversar con las autoridades venezolanas, que no han tenido prurito en demostrar su simpatía con la guerrilla colombiana.
Padrino dice que en Colombia “traicionaron el Acuerdo de Paz, después que los grupos guerrilleros, las FARC/Ejército del Pueblo decidió entregar las armas, los traicionaron, comenzaron a hacer vida comunal, vida social en movimientos sociales; fueron tras uno, uno tras uno, asesinándolos. Traicionaron el Acuerdo de Paz y traicionaron también a todo su pueblo”.
El titular castrense pretende desconocer que el 27 de junio de 2017, cuando por fin las FARC supuestamente termina de entregar las armas, se sellaba la más monstruosa de las trampas, no solo para los colombianos, también para Venezuela. En realidad, solo entregaron poco menos de 10 armas de diverso alcance, pero nunca las entregaron todas. Además, recibieron dinero del Estado Colombiano, fundaron su partido político FARC, lograron curules en el Parlamento sin que nadie votara por ellos y después, un grupo de los jefes volvieron a levantar la guerrilla con el cuento de la nueva Marquetalia.
No fue casual que la disidencia de las FARC la lidere Luciano Marín, alias Iván Márquez, quien fue negociador de paz para la firma del Acuerdo. Así también, 20 de los más relevantes comandantes de la organización: Hernán Darío Velásquez alias El Paisa, Seuxis Paucias Hernández alias Jesús Santrich, Henry Castellanos alias Romaña, José Manuel Sierra alias Aldinever y José Vicente Lesmes, alias Walter Mendoza.
Con el dejo de lástima que el ministro venezolano habla de las FARC como víctimas, oculta que en suelo colombiano quedó la sangre de más de 11 víctimas de las minas antipersonas sembradas por las FARC, incluyendo más de dos mil muertos, de los cuales el 60% fueron militares y policías, el 40% restante fueron civiles.
El Acuerdo de Paz, cuyas negociaciones arrancaron al inicio del 2012, terminaron con la firma de este en noviembre de 2016, dejando atrás, en silencio y sin justicia, la aterradora cifra, dada a conocer por Naciones Unidas, de más de 24.576 víctimas registradas de violencia sexual, pero con el indicativo que solo 9 mujeres de 100 denunciaron el hecho. La violencia sexual se redujo drásticamente revelando que la violencia sexual era una estrategia de guerra utilizada parte de las FARC durante el conflicto.
Tampoco hace alusión Padrino a los miles de muertos en enfrentamientos, la participación de las FARC en el narcotráfico, el secuestro, el asesinato, la extorsión, que alcanzó también al territorio venezolano.
Hoy la guerrilla hace vida en Venezuela. Desde hace unas semanas la Fuerza Armada Nacional ha enfrentado a los disidentes de las FARC que están en estados como Apure y Amazonas: el ELN extiende su control de territorio y el negocio de la droga pasa a manos distintas.