El diputado electo en 2015 y economista, José Guerra, contaba solo con 3 camisas y 3 pantalones en un viaje corto a España, donde le sorprendió la noticia que le allanaron su inmunidad parlamentaria.
Un banco regional le había invitado a Madrid por tres días para participar en una conferencia sobre su área de experticia. Ese 12 de junio de 2019, un miércoles, llevaba 300 euros en su cartera. Se llenó de incertidumbre.
“Ya me iba a regresar al día siguiente. Me causó una gran sorpresa”, cuenta a la Voz de América desde su exilio en Estados Unidos, donde reside junto a su esposa, trabajando por cuenta propia, aún activo en la política de su país.
La justicia venezolana falló contra Guerra, de 64 años, por la presunta comisión de delitos contra el Estado durante su participación en el fallido alzamiento cívico y militar del 30 de abril de ese año contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El parlamentario se ofende ante las denuncias de dirigentes del chavismo de que los diputados venezolanos en el exilio, un grupo de al menos 35 políticos, tienen vidas subsidiadas con recursos “secuestrados” del país o de Estados Unidos.
“Conozco un diputado que está aquí también que pasó tres meses durmiendo en un colchón inflable. El televisor me lo regaló un amigo. La cama, la mesa, también me las regalaron. Es una calumnia”, se defiende.
Los dividendos por su faceta de autor literario son menores, muy contados, dice. Se ha “defendido” económicamente gracias a sus consultorías a destajo, sus ahorros de una pensión mensual que recibe luego de años de un “extraordinario salario” en el BCV, señala. También explica que recibe el apoyo económico de sus hijos.
“Ellos nos pagan el apartamento donde vivimos y lo demás lo cubrimos. Vivimos una vida muy modesta. El gasto en comida es de más o menos unos 180 dólares mensuales”, detalla el legislador, preocupado especialmente por su salud.
No ha podido costearse seguro médico alguno. Ya en el exilio, acudió a clínicas ambulatorias de la red de Unity Help Care, que atienden a población latina y de color de forma gratuita. “He ido ahí para exámenes rutinarios”, indica.
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