A comienzos de este año, recibimos la desalentadora noticia de que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) provenientes de la quema de combustibles fósiles aumentaron un 0,9% en 2022, alcanzando así un nivel récord. Y parece que el año 2023 está en camino de superarlo. Los científicos predicen que las emisiones globales de CO2, el principal gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global, aumentarán alrededor del 1% este año, llegando a un nuevo récord histórico.
Este preocupante panorama ha llevado a los expertos a emitir una advertencia contundente: será necesario reducir casi a la mitad la contaminación por carbono en esta década para poder cumplir con los objetivos mundiales de limitar el calentamiento global y evitar impactos climáticos catastróficos. Estas conclusiones se derivan de un estudio preliminar cuyo análisis final se publicará en diciembre, coincidiendo con la Cumbre Mundial del Clima (COP28) en los Emiratos Árabes Unidos, donde los líderes mundiales se reunirán para discutir medidas concretas frente al cambio climático.
A pesar de las expectativas de que las emisiones globales de CO2 deberían disminuir alrededor del 5% este año, lamentablemente han seguido aumentando. Se estima que las emisiones aumentarán entre un 0,5% y un 1,5% durante este año, según Glen Peters, director de investigación del Instituto de Investigación Climática CICERO en Noruega.
Estas cifras preliminares ponen de manifiesto la dificultad que enfrentamos para reducir las emisiones lo suficientemente rápido como para cumplir con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Los expertos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) han advertido que un calentamiento más allá de ese umbral podría desencadenar cambios climáticos peligrosos e incluso amenazar la supervivencia de los seres vivos.
Cada año que las emisiones continúan aumentando, se vuelve aún más difícil alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París. Esta es una preocupación compartida por Peters y otros expertos en el campo.
La COP28 será un momento crucial para abordar estas preocupaciones y buscar soluciones concretas. Las conversaciones estarán dominadas por las luchas internacionales relacionadas con el futuro de los combustibles fósiles, que actualmente son la principal fuente de emisiones de CO2.
A principios de este año, la Agencia Internacional de Energía (AIE) pronosticó por primera vez que la demanda mundial de petróleo, gas y carbón alcanzaría su máximo en esta década debido al crecimiento espectacular de las tecnologías energéticas más limpias y los vehículos eléctricos. Sin embargo, la AIE también advirtió sobre el impacto negativo del aumento de las inversiones en combustibles fósiles y las emisiones persistentemente altas durante la recuperación económica posterior a la pandemia y la crisis energética causada por la invasión rusa de Ucrania.
Es decepcionante que la transición hacia una energetización más limpia y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles no estén ocurriendo de manera significativa, según señaló Peters.
En resumen, el informe anual «Presupuesto Global de Carbono» que se publicará en diciembre mostrará que las emisiones de CO2 continúan aumentando en todas las fuentes. Esto se debe principalmente a la mayor demanda de energías fósiles, impulsada por fenómenos climáticos extremos y los problemas de funcionamiento de numerosas plantas nucleares.
Las emisiones provenientes de la quema de carbón aumentaron un 1,6% debido a que se convirtió en una alternativa frecuente en Asia y Europa debido al aumento de los precios del gas. Las emisiones relacionadas con el uso de petróleo aumentaron un 2,5%, aunque se mantuvieron por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. La mitad de ese aumento se atribuye a la reanudación del tráfico aéreo, según la AIE.
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