En medio de la tensión y momentos de pánico que a veces envuelven la ciudad sagrada, la venezolana Silvia y su esposo colombiano Andrés desafían la adversidad para mantener en funcionamiento a “Pepito’s”, un refugio gastronómico en el corazón de Agripas.
¿Por qué escogieron llamarlo “Pepito’s”?
Así le llaman a los sándwiches de Venezuela que vienen con todo. Mi esposa es de allá y eso influyó en el nombre. Y lo que queríamos, como venimos de un lugar latino, era hacer comida latina que nosotros conocemos. Para un pueblo que no está acostumbrado a ella, como el israelí, fue un poco complejo introducir la comida, pero poco a poco les fue gustando, y el negocio fue creciendo.
¿Cómo fueron las primeras reacciones de los israelíes al probar su comida?
Nos sorprendió. Habíamos hecho pruebas antes de abrir con israelíes y americanos, y con latinos, para ver si les gustaba. Buscábamos encontrar un gusto común, porque cada lugar tiene sus sabores. La reacción cuando abrimos fue impresionante: la gente que probaba les gustaba y recomendaba. La gente se sorprendía, ya que no habían probado algo así en la vida, y nosotros nos sentíamos felices de poder cumplir nuestro objetivo.
Háblenos sobre el personal. ¿Cuántos empezaron y cuantas personas forman el equipo actual?
Cuando abrimos éramos dos personas que trabajamos día y noche, y en este momento somos más o menos 6 trabajadores. Yo soy el que abre por las mañanas, hago compras de lo que se necesita día a día, y empiezo a cocinar. A la gente que trabaja conmigo le doy introducción y enseñanza antes de empezar en cocinas, para que los platos tengan siempre el mismo sabor.
Para quienes no conocen Pepito’s: ¿qué manjares pueden probar en su restaurante?
Tenemos lo que son arepas venezolanas, empanadas colombianas, varios sándwiches como el “choripán” o el “cubanito”, un tipo de burrito que se llama la negra con frijoles negros…eso sería lo principal. Tenemos también carnes asadas y un pollo genial.