¡LA IMAGINACIÓN NO ES CENSURABLE…! Viendo el futuro…, por Gustavo Tovar-Arroyo

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Las fotos de la ejecución

Cuando la turba popular venezolana ajustició a los líderes más célebres del chavismo el mundo se quedó estupefacto. Las noticias, salpicadas de inverosimilitud, poblaban las agencias de noticias más reconocidas del mundo. Las fotos de la ejecución son impactantes. Hasta yo quedé muy impactado, a decir verdad, todavía lo estoy. Hubiese preferido otro destino para los criminales de Venezuela: la cárcel, la Tumba, el Helicoide, incluso el hacinamiento en San Juan de los Morros.
Pero esta muerte tan salvaje, no sé.

Riada asesina
Imagino que fue la rabia popular contenida durante tantos años de tiranía la que arrastró a la riada asesina contra el chavismo y algunos exlíderes de oposición. La agonía que la peste chavista nos causó mientras se mantuvo en el poder fue escalofriante. Se escribe fácil ahora que ya nos sacudimos a la narcotiranía, ahora que ya estamos en esta transición tan anhelada –pero compleja– hacia la libertad, pero no fue fácil, fueron años rudísimos, inenarrablemente frustrantes. Pasará mucho tiempo antes de que logremos cicatrizar heridas.
Yo aún tengo muchas abiertas, ¿y tú?

¿Excesiva sensiblería poética?
No puedo negar que los alaridos angustiados del tirano mientras el pueblo iracundo lo perseguía para golpearlo en el primer momento me causaron gracia, pero cuando ese bodoque de grasa y estulticia trastabillaba, se caía e intentaba escapar de los rasguños, jalones de pelo, golpes y palazos sentí más bien lástima. No sé si mi lástima fue –o es– un exceso de sensiblería por mi oficio o fue –o es– más bien un sentimiento genuinamente humano, pero ver retorcido a golpes al hombre que arruinó a nuestro país fue un espectáculo decadente.
Cuando la masa lo golpeaba y exigía que bailara fue inolvidable.

Ni la imaginación más fantástica
Quizá la imagen que más me sacudió fue la del soldado (¿su guardaespaldas?) que le mordió la oreja y se la arrancó de tajo. El desangre, el llanto, la señora posando la pierna derecha sobre un desvanecido tirano fue tan apocalíptico como mágico. Si no lo hubiese visto en vivo y directo por VPI no lo habría creído. Ni la imaginación más fantástica lo habría concebido jamás. Insisto, me hubiese gustado otro destino más carcelario para los tiranos, pero el hambre, la enfermedad y la ira se impusieron. El pueblo vengó a su amada tierra.
Pese a lo pasmoso, ¿no pasó lo mismo con Mussolini?

La reivindicación de los centauros
El apoyo de los marines norteamericanos y sus fuerzas especiales ha sido crucial para conservar el orden y poner en cintura a las guerrillas, el narcotráfico y los colectivos. También hay que agradecer a “Los centauros”, ese grupo de heroicos comandantes que arriesgándolo todo se rebelaron en el momento preciso contra la tiranía. El presidente de la República debe darle un reconocimiento de héroes. No entiendo por qué no lo ha hecho. Las Fuerzas Armadas se reivindicaron, por eso estoy convencido que en las próximas semanas se les premiará.
No puedo creer que estoy escribiendo en Caracas, ¡al fin!

Hospitales y escuelas populares
Es prodigioso el peso que nos hemos quitado de encima, el ambiente nacional, el ánimo, el espíritu es otro. Pero no podemos descansar, tenemos que seguir hasta lograr la prosperidad. Queda mucho por ajustar, crear y producir. Estoy convencido de que la reinvención, aunque larga, será nuestro destino. Ya se han recuperado tres mil millones de dólares provenientes de la corrupción (y lo que falta). Hago votos para que esos recursos se empleen directamente en hospitales y escuelas. Salud y educación para el pueblo que se levantó contra la tiranía y la derrocó.
¡Viva Venezuela! ¡Viva la libertad!

Postdata justiciera
Me dicen que después del suicidio del psiquiatra en la cárcel de La Haya, el gordito “bravucón” del mazo no ha parado de llorar en su celda. El juicio en Europa es distinto, debe dar gracias a su suerte que no se le ha juzgado aún en Estados Unidos, allá no habrían tenido ninguna contemplación con un narcotraficante criminal de lesa humanidad.