Se debe al creciente riesgo político y económico por la pandemia, de acuerdo a un informe elaborado por la unidad de inteligencia de la publicación inglesa
“En un año de grandes elecciones para América Latina, los riesgos políticos ya son evidentes. El riesgo político es alto, ya que los votantes se oponen a los titulares de los cargos y exigen un cambio de política, lo que da lugar a que prosperen las propuestas populistas”. A esa conclusion llegó la revista The Economist tras el informe realizado por su unidad de inteligencia, titulado “Populismo y política: el riesgo operativo en América Latina”.
Luego de un 2020 marcado por la pandemia de coronavirus, en el que la region registró una de las mayores tasas de mortalidad y recesiones del mundo, lo más significativo serán los cambios en la política económica latinoamericana.
El reporte de The Economist se centra en tres ejes: riesgo político, riesgo económico y riesgo político de las inversiones. En la mayor parte de los sectores analizados por la publicación norteamericana, Venezuela es la nación con peores perspectivas para este año.
El riesgo politico fue examinado en tres áreas principales: seguridad, estabilidad política y eficacia política. De acuerdo a lo indicado por la unidad de inteligencia, la pandemia de coronavirus presenta serios riesgos tanto para el entorno de seguridad, como para la estabilidad polìtica en la región. Asimismo, la falta de eficacia política “dificultará la capacidad de los gobiernos para hacer frente a estos desafíos”.
América Latina viene enfrentando desde hace años altos niveles de riesgo para su seguridad como consecuencia del crimen organizado, los elevados índices de delincuencia violenta, y la frecuente influencia del narcotráfico. Lejos de cambiar esta realidad, la pandemia “producirá nuevas oportunidades para el crimen organizado”. En esa línea, a medida que la revolución tecnológica crece a pasos agigantados, los expertos visualizan un mayor impacto de la “ciberdelincuencia”.
Por su parte, el informe hizo hincapié en las protestas sociales que se desataron a fines de 2019 en varios países de la región, como Chile, Bolivia y Ecuador, entre otros. Si bien esas movilizaciones mermaron en 2020 a raíz de las restricciones a la circulación por el coronavirus, según The Economist el riesgo de nuevos disturbios sociales sigue latente: “En su mayor parte, ninguno de los problemas que han impulsado el profundo descontento con el desempeño de los gobiernos de la región -incluyendo la seguridad, la corrupción y el malestar económico-, ha sido abordado”.
Sumado a esto, otro riesgo que afrontan los actuales gobiernos de América Latina es “que los grupos de la oposición puedan llegar al poder y causar deterioro significativo de las condiciones de funcionamiento de las empresas”. “2021 es otro año electoral importante para América Latina, con elecciones presidenciales en varias economías grandes como Ecuador, Perú y Chile, y elecciones de mitad de período en mercados regionales clave como México y Argentina. En la mayoría de estos comicios parecen surgir algunas tendencias principales: un claro aumento del sentimiento anti-incumbencia, la demanda de un mayor papel del Estado en la economía (al menos mientras continúe la pandemia) y una creciente preferencia por soluciones políticas populistas entre una proporción cada vez mayor de la población”.
Ante este contexto, el país latinoamericano que registró el peor índice en términos de riesgo de seguridad, estabilidad política y eficacia gubernamental es Venezuela. Entre los peores, le siguen Guatemala, México y Ecuador.
The Economist planteó, además, ciertos escenarios de riesgo en algunos países. En Panamá, por ejemplo, indicó que la crisis del covid-19 “da lugar a un aumento de la corrupción, erosionando la confianza en el gobierno”. En Perú, en tanto, la estabilidad política se vio vulnerada luego de que el Gobierno “abandonara el consenso político sobre la ortodoxia económica, en favor del populismo”. En el caso de México, las actividades del crimen organizado se expandieron a través del narcotráfico.
Todas estas demandas de cambios que subraya el informe conducen “a un mayor gasto público para apoyar a las poblaciónes que siguen luchando contra los efectos del coronavirus”. Esto se enmarca en el segundo eje estudiado por la unidad de inteligencia de The Economist: el riesgo económico.
“En distintos grados, los gobiernos de América Latina han puesto en marcha una combinación de medidas de reducción de impuestos, de gasto, y de garantías de préstamos para tratar de proteger a las empresas y a los individuos de los efectos de la pandemia”. De acuerdo a lo expuesto por el informe, uno de los principales inconvientes que enfrentan los líderes de la región “es la falta de margen de maniobra política para seguir reforzando las medidas de apoyo fiscal sin crear preocupaciones sobre la solvencia que luego se conviertan en inestabilidad macroeconómica”.
A la hora de analizar el riesgo económico, los especialistas evaluaron el riesgo macroeconómico, el riesgo financiero y el riesgo de comercio exterior y de pagos, midiendo si las condiciones económicas son estables y predecibles, si los inversores pueden introducir y sacar dinero del país, y si el sistema financiero es adecuado para las necesidades de las empresas: “En todas estas áreas los riesgos están creciendo, derivados no sólo del fuerte colapso de la actividad económica del año pasado, sino de la gran carga fiscal que sigue suponiendo la pandemia”.
De cara a 2021, la publicación norteamericana sostiene que “habrá ‘cicatrices económicas’ debido a las pérdidas de inversión y de capital humano, y a los grandes cambios sectoriales, ya que algunos sectores avanzan a toda velocidad mientras otros tienen dificultades”.
Venezuela y Argentina presentan el peor panorama en los estudios de riesgo marcoeconómico y de comercio exterior. En el caso argentino, The Economist advierte que “si no se corrigen los desequilibrios macroeconómicos se producirá un fuerte ajuste monetario y inflacionario”.
Con relación al riesgo politico en las inversiones, los especialistas señalaron que “la creciente presión fiscal, las demandas pospandémicas de un mayor papel del Estado en muchos sectores clave y el aumento de los actores políticos y las propuestas políticas populistas sugieren que existen riesgos políticos para las empresas, además de los riesgos macroeconómicos destacados anteriormente”.
En las cuatro áreas clave evaluadas por The Economist – riesgo legal y regulatorio, riesgo de la política fiscal, riesgo del mercado laboral y riesgo de la infraestructura- “está claro que hay nuevos riesgos en el horizonte impulsados por los cambios relacionados con la pandemia en el entorno político y normativo”.
Uno de esos riesgos está relacionado a la falta de incentivos product del “creciente nacionalismo de los recursos en medio de las cada vez más objeciones a los proyectos en los sectores de la minería, la energía y la agricultura”. Como ejemplo de esto, la publicación recordó que el año pasado el gobierno argentino intentó nacionalizar un exportador de soja con problemas financieros. Luego debió dar marcha atrás por el fuerte descontento social, politico y empresarial que generó la iniciativa.
Los expertos sostiene, además, que el riesgo de la política fiscal de este año “será alto”, ya que los gobiernos intentarán cerrar las brechas fiscales al tiempo que “se muestra reacios a recortar el gasto”. “Los impuestos sobre el patrimonio están a la orden del día, como ya se vio en 2020, y también es probable que se establezcan nuevos impuestos indirectos, sobre los servicios digitales, entre otros, (en parte porque son más fáciles de recaudar para los gobiernos regionales)”.
“Aunque nuestras previsiones para América Latina en 2021 son cautelosamente optimistas, los inversores tendrán que prepararse para estos riesgos emergentes”, concluye el informe.