¡LAPIDARIO! Capriles, el Judas del siglo XXI… por Gustavo Tovar-Arroyo

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“Jesús le dijo a Judas: ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”
–Lucas, 48

Hasta la náusea

No es fácil escribir la palabra “traidor” para calificar públicamente a alguien por quien se ha sentido afecto, respeto e incluso admiración, pero las circunstancias lo exigen y en una Venezuela secuestrada y desgarrada como la que padecemos, los afectos y las consideraciones personales deben ponerse a un lado. La patria está por encima de todo y no es un lugar común señalarlo, es un sentimiento, una cultura, una nación –sus tradiciones y costumbres– la que está en juego, somos nosotros, nuestra dignidad como pueblo.
Henrique Capriles ha traicionado al pueblo de Venezuela, que votó por él y lo hizo presidente, que confió en sus diligencias para el Revocatorio, que depositó en él lo más noble que tiene una sociedad: su esperanza.
Los ha engañado y abandonado una y otra vez hasta la náusea.

El rencor contra Leopoldo López

Los rencores personales en política son desgraciados, devastan sociedades, crean hecatombes sociales y económicas. Cuando un líder detesta feroz y ciegamente a otro y actúa motivado por sus emociones (rencores), quienes terminan pagando los platos rotos son los pueblos. Son muchísimos los casos conocidos en la historia, relataré solo el de Rafael Caldera contra Carlos Andrés Pérez que lo llevó no sólo a aplaudir el golpe de estado que Chávez cometió contra éste, sino peor aún, que lo exoneró criminalmente de toda responsabilidad y culpa por sus crímenes.
Veinte años después ese acto de rencor personal que –por oportunismo– lo hizo presidente, lo estamos pagando los venezolanos con hambre, enfermedad, prisión, tortura y mucha sangre derramada. Capriles por su frenético e irracional rencor contra Leopoldo López nos quiere hundir, como Caldera, en el peor de los abismos.
Su ciega y desmedida necesidad de dañar a López nos puede esclavizar por otros veinte años. ¿Lo permitiremos?

Los amigos de Capriles

La traición de Capriles, la última, la que intenta legitimar a Maduro frente al mundo, es el acto más dañino y perverso de la historia contemporánea de Venezuela, incluso más perverso que cuando se rindió deslealmente en 2013 y traicionó la voluntad popular del pueblo que lo hizo presidente, porque en este momento las apocalípticas condiciones que vive el país no permiten espacio a duda ni a cobardías, legitimar a Maduro no es un acto errático, es un acto criminal, alevoso, es una traición en todo el sentido y peso de la palabra. Es la peor de las traiciones contra 5 millones de venezolanos que no podrán volver a su país y contra los 25 millones restantes que quedarán a la servidumbre de criminales y corruptos.
Capriles traiciona al pueblo, a su partido e incluso a sí mismo, pide que los venezolanos legitimen a mafiosos como Maduro, Cabello, Parra, Brito, Fermín, Falcón y ese terrible etcétera de infamia, y deslegitimen a Borges, Guanipa, Pizarro, Requesens, sus compañeros de siempre.

Capriles, el traidor, desquiciado como está, se pinta una paloma a sí mismo.

Entre las rendijas

Nos habían alertado que a principio de año Capriles encubiertamente había producido la ruptura en la Asamblea Nacional (AN) con sus aliados Brito, Parra, Timoteo y Noriega, hoy queda confirmado. Lo sabíamos. Él se mete, como los cobardes, por las rendijas del poder para estar en él y dominarlo como sea. En 1940, el general Petain lo hizo en Francia cuando la entregó a Hitler para que el país “no sufriera”, cohabitó y se sometió a los nazis sin dignidad, se rindió, rindiendo el orgullo francés. Eso mismo hace Capriles, pero peor, en Venezuela el daño histórico ya está hecho, es dramáticamente conocido, a Henrique no le importa, en esta segunda entrega a Maduro, simplemente profundiza nuestra ruina.
¿Podemos estar peor? Sí, mucho. Por su rencor a López, Capriles intenta hundirnos a niveles insospechados. Nadie lo entiende ni táctica ni estratégicamente. Dice que luchará por “condiciones electorales” pero no lo hizo cuando fue candidato ni cuando nos metió en la senda del Revocatorio. Dice que no hay que entregar la Asamblea, pero el entregó la presidencia y nos hundió en esta miseria.
Su cinismo no tiene comparativo, ¿qué esconde?, ¿con qué lo chantajean?

El factor Odebrecht y el beso en la mejilla

Como Judas, pero con millones de monedas más de Odebrecht de por medio, Capriles besa la mejilla del pueblo y con la emboscada de los “indultos” (que no lo son porque ni hay crimen ni el de las indulgencias es legítimo), entrega el país a Maduro y a sus jefazos cubanos. Él sabe que es imposible ganar las elecciones con las condiciones electorales actuales. ¿Pretende sustituir al presidente Guaidó, a quién él ha reconocido, por Cabello? ¿Pretende sustituir a Borges por Brito? ¿Aspira dividir el apoyo de la comunidad internacional que hoy nos favorece y reconoce a la Asamblea Nacional para que reconozca a Maduro? Postula la falacia de que no asistir a fraudulentas elecciones es inconstitucional, pero ¿le parece “constitucional” el proceder de Maduro, su Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el Consejo Nacional Electoral (CNE), la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), los torturados, los asesinados, la persecución y todas las ignominias chavistas?

No tienen sentido los argumentos de Capriles, sólo se explican en el marco de un acto de infamia e imperdonable traición al pueblo venezolano que tanto ha sufrido las calamidades que le ha impuesto la tiranía chavista. Lo de Henrique sólo tiene una calificación: traición nacional.

Estoy convencido que no logrará su objetivo, estoy convencido que no sólo será el pueblo el que lo juzgue, sino peor aún la historia. Pero mientras ello ocurre nosotros lo tenemos que estigmatizar como lo que es: el Judas del siglo XXI.
Su conciencia lo aniquilará.

Por: Gustavo Tovar-Arroyo || @tovarr