Un ingeniero que se desempeñó durante 10 años en Apple relató cómo le sirvió en su trayectoria repetir procesos, apoyarse en los fracasos y tomar decisiones audaces. Esto dijo sobre su experiencia
Haber trabajado aunque sea 5 minutos con Steve Jobs, el hombre que cambió para siempre la forma en que las personas se relacionan con la tecnología, es una experiencia que cualquiera recordaría el resto de su días, pero haber pertenecido a la compañía Apple durante más de 10 años coincidiendo, buena parte de ese tiempo, con la época dorada de su creador, seguramente conlleva más de una enseñanza de utilidad para la trayectoria laboral y la vida.
Esta última es la experiencia de Justin Santamaria, un ingeniero que colaboró en Appel entre 2003 y 2013, donde dirigió los equipos que construyeron FaceTime (aplicación de telefonía con video), iMessage (mensajería instantánea) y CarPlay (una app para hacer y recibir llamadas y mensajes, escuchar música y utilizar aplicaciones desde el automóvil, sin quitar las manos del volante).
“Trabajar cerca de Steve Jobs fue una oportunidad que nunca olvidaré. Fue un visionario que me enseñó mucho, no solo sobre cómo hacer productos que la gente ame, sino también sobre cómo tener éxito en cualquier cosa en la vida”, afirmó Santamaria.
Para dar ejemplo de cómo logró aprovechar esa experiencia junto a una leyenda del mundo tecnológico, enumeró tres lecciones que consideró “simples pero profundas” que recogió y siente que lo han ayudado a tener éxito tanto en su trayectoria laboral como emprendedor tecnológico, como en su vida en general.
1- El dominio exige iteración
“Hacer algo bien requiere paciencia y trabajo duro. Pero también significa saber cuándo dejar de hacer cambios. Sabrás cuándo has llegado al mejor producto cuando estés más que emocionado de compartirlo”, dijo Santamaria de su aprendizaje junto Jobs.
Y contó: “Durante mi primera semana en Apple, Jobs estaba preparando una demostración de iChat. ‘Voy a hacer que la multitud se cague en los pantalones’, dijo”. Jobs era absolutamente consciente de que estaba dando un paso asombroso y que sería amado por los usuarios.
Iteración es un término muy usado por los programadores de software para referirse a la repetición de un segmento de código dentro del programa. Pero también para las repeticiones de cualquier proceso.
2- Usa tus fracasos como peldaños hacia el éxito
El ingeniero contó que “con cada producto, Jobs esperaba que las cosas salieran mal. Pero también entendió que cometer errores a menudo valía la pena. Puede que la perfección no exista, pero la grandeza se puede lograr con algunas actualizaciones de software”, dijo.
Y agregó: “Cuando Apple estuvo listo para lanzar el iPhone al mundo, la base ya estaba allí, lo que hizo posible seguir asumiendo nuevos y diferentes riesgos más adelante”.
3- Elimina la roca que te impide ir más allá de tu zona de confort
El iPhone original cambió el mundo para siempre en 2007. En ese momento su pantalla completamente táctil y su teclado digital fueron revolucionarios.
“La decisión de eliminar el teclado mecánico fue una inteligente solución de diseño industrial. Permitió que el iPhone tuviera más espacio en la pantalla para otras funciones creativas”, recordó Santamaria a CNBC, pero en ese momento fue asumir un riesgo que pudo haber sido rechazado por los usuarios.
Las enseñanzas del gurú de la tecnología se extendieron a otros ámbitos del mundo de las organizaciones. Entre las más célebres se encuentran las 3 pautas que dio para mantener reuniones de trabajo provechosas y que, en consecuencia, se evitaran pérdidas de tiempo.
La primera era mantener la lista de invitados corta, idealmente de tres a cinco personas. El razonamiento detrás de esta regla es que cuantas más personas participen en una reunión, menos productiva será. Demasiadas voces se convierten en un mar de ruido y es menos probable que se llegue a un buen resultado.
En segundo lugar, decía, la agenda debe ser breve, de no más de tres puntos. El objetivo es concentrarse e ir lo concreto y necesario. Con más de tres elementos, es probable que se bifurque mucho la agenda y se termine hablando de cosas que no vienen al caso. Por eso recomendaba ser breve y asegurarse de que los tres puntos a debatir debían estar claramente conectados con el propósito principal de la reunión.
Y finalmente, decía que la duración de la reunión no debería ser más de 30 minutos porque si se extiende más allá será una pérdida de tiempo. La capacidad de atención del ser humano es limitada, y no se puede sostener una conversación analítica y creativa por una cantidad de tiempo amplia. Por eso, hay que mantener estas reuniones breves y agrupar la información clave en fragmentos digeribles de uno a dos minutos.