¡Llámalo Dictador!, Por Gustavo Tovar-Arroyo

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La mano invisible llegó

En toda medida, el ambiente capitalista, la dolarización de la economía y el escueto libre mercado que vive Venezuela es un triunfo de la sociedad civil. Las restricciones a la comercialización del petróleo venezolano también representan un triunfo porque obliga al venezolano a desentenderse del paternalismo estatal, a emprender ser creativo, a trabajar con esmero y generar relaciones eficaces y productivas entre ciudadanos. Al chavismo no le ha quedado otra alternativa que callar la jeta a su socialismo.

La fuerza viva del mercado aparece y pronto su mano invisible ahorcará a la dictadura hasta la asfixia.

En principio el socialismo ya fue derrotado.

La dictadura permanece

El chavismo es una dictadura criminal y sus representantes son unos vulgares dictadores, ni más ni menos. Antes eran de izquierda (socialistas), ahora son de ultraderecha (militaristas), pero siguen siendo una dictadura. En todo caso, la sociedad civil venezolana habiendo derrotado el control de los medios de producción, el control de cambio y todas las demás regulaciones y taras socialistas, alcanza una gigantesca victoria moral, económica y política. Ha pasado desapercibida, pero se logró.

Años de lucha doblegaron la ruina socialista; las sanciones y la presión social fueron determinantes para esta victoria.

Aún falta derrotarlos políticamente.

La ultraderecha chavista

Para derrotarlos políticamente no podemos olvidar su naturaleza criminal. Sólo multitudinarias marchas populares, sea para votar, para reivindicar la victoria o para ocupar los espacios de poder político usurpado, permitirán el ansiado cambio. No lo veo cercano, pero lo veo. También veo otra posibilidad de liberación causada por el libre mercado y su mano invisible: un chavista -sí, un chavista o grupo de chavistas- haciéndose del poder a través del uso de la fuerza. Sería una revolución dentro de la revolución. La veo. Viene.

Maduro, Cabello, Aissami, Rodríguez, López, Flores, Reverol, entre otros, acribillados por la mano invisible de la ultraderecha chavista.

La historia no se equivoca.

Entre la fantasía y la ruina

El tenaz y corajudo presidente interino Juan Guaidó ha iniciado una campaña mundial que aspira no perder la conciencia sobre la verdadera y única carácterística del régimen usurpador chavista. Pide que la llamemos “dictadura”, básicamente porque lo es, aunque ahora es de ultraderecha. Hacerlo (llamarlos dictadores), pese a que la sociedad civil haya alcanzado cierta liberación económica, es fundamental para mantener consciente a Venezuela y al mundo sobre los alcances de su maldad.

Nuestra nación no es el país de la fantasía sino de la ruina, y la ruina deriva de ser regidos por malandros.

Llámalos dictadores.

Sacrificio y oficio

Mucho sacrificio y oficio se ha requerido para alcanzar la mediocre libertad económica venezolana, mucho sacrificio y oficio se requerirá para alcanzar la libertad política. En cualquier momento, los dictadores se apoderarán de tus posesiones y de tus empresas, ese día sin duda llegará porque son lo que son: dictadores, y no cambiarán a menos que dejen el poder. Mientras ello sucede, tú, yo y él…, nosotros debemos abominarlos en cada palmo de nuestro vocabulario y lenguaje.

Así como alcanzamos abolir el socialismo aboliremos la ultraderecha depredadora, sí, aboliremos la dictadura.

Así que sigamos. ¡Llámalo dictador!