Hace apenas unos días, Nicolás Maduro intervino en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y con su discurso confirmó lo que muchos ya saben, que para el gobierno chavista el único que merece su defensa es Alex Saab, porque fue el testaferro colombiano el centro de las palabras del habitante de Miraflores. Nada dijo sobre el sufrimiento de los venezolanos o la crisis humanitaria, solo que a su amigo lo tenían secuestrado en Estados Unidos.
Mientras Iván Duque, presidente de Colombia, sí denunció la terrible situación que atraviesan los venezolanos y que su gobierno solidariamente atiende dándole asistencia a los migrantes, Maduro llora por el hombre que más poder tiene sobre él, porque mucho sabe de sus marramuncias. Ya por allí el nombre del país queda muy mal parado en una instancia internacional.
Pero para ponerle la guinda a la torta, le brinda apoyo incondicional a Vladimir Putin, el invasor de Ucrania. Por lo menos en la reunión de la Asamblea General del miércoles Venezuela no votó sobre la resolución que demanda la salida de Rusia de ese país, pero no se alegre querido lector, no fue porque alguien con conciencia lo impidió, sino porque el país está en mora con los pagos a la organización. Sin embargo, cuando Maduro habló sobre el tema días antes, debió aclarar que son él y su camarilla gobernante los que respaldan al presidente de Rusia. Tampoco a los rusos, porque por algo hay miles de manifestantes en contra de la guerra detenidos.
Desde que su amado comandante lo dejó en el poder allá por 2013, muchos venezolanos han expresado de mil maneras que Maduro no los representa. Sin embargo, se tienen que aguantar que hable en nombre de todos. Cuando inventa palabras o se hace el gracioso, poco importa, pues más bien lo agarran de chiste. No debería servir ni siquiera para eso, pues todo su discurso está calculado para por lo menos mantenerse como tema de conversación.
Pero cuando se trata de hablar en nombre del país ante un organismo como el Consejo de Derechos Humanos e ignorar por completo el sufrimiento de sus propios connacionales ya es demasiada burla. Y lo que es peor, cuando asegura que toda Venezuela respalda las acciones criminales de Putin en Ucrania, sencillamente se pasa de la raya. Ningún venezolano está de acuerdo con ninguna guerra.
Mucho menos respaldan el ataque indiscriminado de objetivos civiles que han dejado más de 2.000 muertos. Tampoco pueden apoyar las acciones bélicas que han llevado a casi 1 millón de ucranianos a huir de su país; sobre todo esto, que se refleja tan directamente en la realidad venezolana. ¿Cómo van los ciudadanos a apoyar a un gobernante que le causa tanto dolor a la gente inocente, que los hace dejar sus pertenencias, salir corriendo, temer por su vida? Sería como apoyar a Maduro y no sentir el dolor de miles de hermanos, padres, amigos, tíos, familiares en general que han tenido que emigrar a costa de su propia vida.
Por eso, cuando Maduro se llena la boca hablando en nombre de Venezuela, hay que recordarle al mundo que él podrá llamarse presidente, vivir en Miraflores y estar atornillado en el poder, pero no representa al país y mucho menos a su gente.