Aunque la liberación de la economía ha permitido una mayor estabilidad cambiaria y de precios, no hay cambios profundos en la institucionalidad ni en la confianza de los agentes económicos en las autoridades monetarias, por lo que la devaluación seguirá siendo un problema en 2022.
Por Juan Bautista Salas – IMP
Así lo advierte el economista y presidente de Datanálisis, Luis Vicente León en un extenso hilo, en su cuenta oficial de Twitter, donde se refiere a distintos temas económicos y políticos, destacando por ejemplo que el régimen continuará estimulando las importaciones.
Explica que técnicamente un país está en hiperinflación cuando su tasa supera 50% mensual. Desde ese punto de vista es cierto que en 2022 Venezuela habrá salido formalmente de la hiperinflación pues la apertura económica ha desacelerado la tasa inflacionaria, aunque sigue siendo elevada.
Considera el especialista, que la dolarización transaccional y la liberación de precios ha permitido una mejora en la actividad comercial, aunque muy basada en importaciones. Esa tendencia se mantiene en las proyecciones para 2022.
Consultado en torno a las expectativas para invertir en Venezuela, el economista asegura que no hay una receta que funcione para todos los inversionistas. Afirmando que la economía venezolana sigue siendo de alto riesgo y sobrevaluada. Eso indica que se concentran oportunidades en sectores comerciales y servicios y en atención de necesidades básicas como alimentos, salud y tecnología.
En materia cambiaria, señala que la economía venezolana ha tenido largos periodos históricos de sobrevaluación cambiaría y no creo que se resolverá a corto plazo, aunque la dolarización fáctica ayudará a reducir inflación y sobrevaluación en el año 2022.
Admite que se espera un crecimiento de la economía con respecto al año pasado, se espera un crecimiento del PIB del 5%. Pero estará concentrado en comercio y servicios y no en manufactura y no significa recuperación contra la caída histórica que es de 75%.
Señala que la apertura del gobierno y la flexibilización en algunas de las políticas, no ha sido producto de un modelo planificado e internalizado, sino una respuesta obligada a la pérdida de control y recursos del Estado ante su crisis internacional. La respuesta a la apertura es positiva, pero también inestable y no me atrevería a decir que profunda.
Asegura que la economía seguirá siendo pequeña en comparación a su historia (luego de caer 75% en 8 años) y los vicios institucionales seguirán siendo un bloqueador. Pero la apertura genera mayor capacidad de planificación empresarial, más estabilidad de precios y crecimiento moderado en el PIB.
El presidente de Datanálisis estima que ha habido ajustes en los ingresos de trabajadores del sector privado y por cuenta propia, que cobran en moneda extranjera o indexados. Pero el salario mínimo y los salarios de los trabajadores públicos y pensionados están pauperizados y no se esperan cambios a corto plazo.
Sobre la situación del aumento de la producción petrolera, precisa que luego de una caída brutal en la actividad petrolera, el aprendizaje del régimen para evadir sanciones ha permitido recuperar mercados y producción. Sin embargo, un incremento más estable y recurrente exigiría inversiones millonarias que no están disponibles en este momento.
Asegura que un crecimiento basado exclusivamente en comercio e importaciones es muy inestable. Pero la fuerte debilidad de infraestructura, la ausencia de confianza y las sanciones hacen muy difícil que se diversifique la actividad hacia la industria. El régimen seguirá estimulando importaciones.