Lunes negro en las bolsas: los aranceles de Trump causan estragos en los mercados por el temor a una gran guerra comercial

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Financial news is displayed as people work on the floor at the New York Stock Exchange in New York, Tuesday, March 4, 2025. (AP Photo/Seth Wenig)

El presidente de Estados Unidos no tiene intención de dar marcha atrás o corregir el rumbo de su política comercial. Los mercados, tampoco. Después de una semana dramática en las Bolsas de todo el mundo, con los dos peores días consecutivos desde la crisis de 2008, pero también fatal en las divisas o el precio de las commodities e incluso las criptomonedas, con la destrucción de más de 6,5 billones de dólares sólo en las sesiones del jueves y el viernes, todo apunta a un nuevo lunes negro en Europa y EEUU.

El S&P 500 se ha desplomado un 17% desde sus máximos de febrero, y está a punto de entrar en lo que se denomina un mercado bajista. Goldman Sachs elevó el domingo del 20% al 35%, y pocas horas después del 35% al 45% las probabilidades de una recesión en los próximos 12 meses, pero especificando que si el miércoles entran en vigor todos los aranceles prometidos, su escenario base pasará a ser una recesión segura que forzaría a la Fed a cambiar sus planes y bajar hasta 2 puntos enteros los tipos de interés, frente al 0,50% previsto en 2025. Y los indicadores anticipan una nueva jornada de pérdidas y caos, con sensaciones cada vez más parecidas a las de 2008, pero con la diferencia de que ahora el principal Gobierno implicado no lucha para evitar el desastre, sino que empuja hacia él.

Durante el fin de semana, Trump, ocupado en torneos de golf en sus campos de Florida, ha permanecido en silencio, completamente ajeno o indiferente a la tormenta desatada. Hasta subirse al avión de vuelta a Washington en la noche del domingo, cuando ha dicho que a veces para curar una enfermedad hace falta medicina, por desagradable que sea. «Los aranceles, que ahora están trayendo decenas de miles de millones de dólares a EEUU, están en vigor y son algo hermoso de ver. ¡Algún día la gente se dará cuenta de que los aranceles, para Estados Unidos de América, son algo muy hermoso!», afirmó doblando la apuesta de su desafío.

«He hablado con muchos líderes, europeos y asiáticos de todo el mundo. Se mueren por llegar a un acuerdo. Pero les dije que no vamos a tener déficits con su país. No vamos a hacerlo porque, para mí, un déficit es una pérdida. Tendremos superávits o, en el peor de los casos, alcanzaremos el punto de equilibrio (…) Yo fui elegido por esto. Los aranceles el próximo año nos harán ganar un billón de dólares, además del billón de dólares que miles de empresas ya van a reubicar en Estados Unidos (…) Es insostenible para nosotros permitir que China tenga superávits de un billón de dólares; recibiremos más de un billón de dólares en el próximo corto plazo (…) ¿Qué pasará con el mercado? No puedo decírselo, pero sí puedo asegurarles que nuestro país se ha fortalecido mucho y, con el tiempo, será un país como ningún otro. Será el país económicamente más dominante», dijo el presidente a los periodistas a bordo del Air Force One.

También los lugartenientes económicos de la administración se multiplicaron en todos los programas televisiones del domingo para intentar calmar a los inversores y las familias, asegurando que todo está bajo control, descartando que el país camine hacia una recesión, que la inflación vaya a repuntar o que la economía esté en peligro.

Pero el resultado no fue el deseado. A primera hora de la mañana en Asia o en Oceanía, la tendencia negativa marcada desde el momento en el que la Casa Blanca anunció sus brutales aranceles para todos sus socios comerciales, amigos o enemigos, se ha mantenido.

Tokio abrió con una caída del 7,35%, provocando que los reguladores llegaran a interrumpir las cotizaciones de futuros. Sídney sufrió pérdidas de un 6% y Hong Kong y Taipei rozaron los dos dígitos en la apertura. Algo esperado porque como destacaban las notas de analistas y bancos de inversión del sábado, las economías asiáticas son las grandes expuestas a las represalias entre China y Estados Unidos, pues ambas son las principales socias comerciales de todos. Las acciones de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, el mayor fabricante de chips del mundo, cayeron lo mismo, casi un 10%, mientras que Foxconn, el principal fabricante para Apple, se dejaba más de un 9%.

En Hong Kong, los gigantes tecnológicos chinos Alibaba, Tencent y Xiaomi se desplomaron por tercera jornada consecutiva, como Samsung o Nintendo. Y las cotizaciones parecen sugerir que directa indirectamente, China ha empezado una discreta devaluación para que el Yuan no gane demasiado fuerza frente a un dólar más débil.

Las perspectivas para Wall Street, que el jueves registró el pero día desde el estallido del Covid, no fueron tan pronunciadas, pero sí en los rangos ya vistos. En cuanto empezaron a operar, los futuros del Dow Jones bajaron un 4,4%; los del S&P 500 un 5%; los del Nasdaq, el índice de las tecnológicas, un 5,3%; y los del Russell 2000, un 7%, antes de estabilizarse momentáneamente todos en torno al 3%. El hundimiento llegó también el fin de semana al mundo crypto, con el Bitcoin perdiendo un 5% hasta los 77.000 dólares, y el Ether y Solana dejándose casi un 10%. Y al petróleo, acumulando otra caída del 3%, o el cobre.

En los mercados la atención está puesta este lunes en qué fondos controlan sus salidas, las liquidaciones de fondos de cobertura y los spreads de los swaps, los seguros de impago que se hicieron tan famosos en la crisis de la década pasada. Que no están en umbrales de pánico, pero sí subiendo para las economías y divisas más vulnerables o expuestas a las sanciones comerciales norteamericanas.

También en las consecuencias en cascada, ya que con este entorno las opciones de grandes fusiones parecen escasas, mientras que bufetes y bancos se preparan por si hubiera bancarrotas o caídas. The New York Times informaba este domingo, que al igual que en 2007-2008, tras varias sesiones negras en la Bolsa, los bancos «han solicitado a sus clientes que aporten fondos adicionales si desean seguir pidiendo prestado para operar; las llamadas ‘margin calls’, que están lejos del nivel de hace una generación, siguen generando inquietud», avisaba el periódico. «Fue divertido mientras duró», escribió Daniel S. Loeb, un gestor de hedge funds, en X en una publicación que luego borró.

Todo tras apenas dos días de puro nervio en los que algunos de los principales asesores o partidarios del presidente han empezado a distanciarse de sus políticas y a pedirle o abogar por una marcha atrás o una pausa. El primero fue Elon Musk, el hombre más rico del mundo, ya de salida de la administración. Musk no estaba el miércoles en la rosaleda de la Casa Blanca cuando se anunciaron los aranceles, y el fin de semana, en su red social X, arremetió sin disimulo en varios mensajes contra Pete Navarro, el principal ideólogo de los aranceles en el entorno de Trump desde hace una década.

La respuesta del economista, que tiene un doctorado por Harvard y por eso es víctima de burlas constantes del empresario, fue contundente: «Nosotros entendemos lo que pasa, Elon vende coches», afirmó recalcando que «él está en Texas, allí juntan las partes del coche y muchas vienen de China, México, o piezas electrónicas de Japón o Taiwán. Es un empresario con sus intereses», añadió.

Pero por si eso no fuera suficiente, en una charla con los miembros de La Lega, el partido de Matteo Salvini en Italia, Musk se mostró partidario de que la UE y EEUU se dejen de aranceles y creen una zona de libre comercio. Una enorme ironía dadas las pocas simpatías por el libre comercio de Salvini, pero también porque fue Trump, cuando llegó al poder al ganar las elecciones de 2016, el que le dio la puntilla al TTIP, el acuerdo que Bruselas y la Casa Blanca de Obama fueron incapaces de concluir tras años de negociaciones.

Otro que parece haberse caído del caballo es el inversor Bill Ackman, partidario de Trump y que en el ciclo electoral ayudó a recaudar dinero por él, anticipando un nuevo amanecer para EEUU si Kamala Harris era derrotada. En una larga publicación en X, Ackman escribió que «el país apoya plenamente al presidente en la solución de un sistema global de aranceles que lo ha perjudicado. Pero los negocios son un juego de confianza, y la confianza depende de la confianza», jugando con las palabras «confidence» y «trust», que depende de la credibilidad y el respeto. Y avisó: «Al imponer aranceles masivos y desproporcionados a nuestros amigos y enemigos por igual y lanzar con ello una guerra económica global contra todo el mundo a la vez, estamos en el proceso de destruir la confianza en nuestro país como socio comercial, como lugar para hacer negocios y como mercado para invertir capital. Acabo de entender por qué a Howard Lutnick le es indiferente la bolsa y el desplome económico. Él y Cantor tienen bonos a largo plazo. Él se beneficia cuando nuestra economía implosiona».

Es una mala idea elegir a un Secretario de Comercio cuya empresa tiene renta fija apalancada a largo plazo. Es un conflicto de intereses irreconciliable» ha arremetido Ackman en otro mensaje en un ataque frontal al secretario de Comercio, una de las piezas más débiles de la administración y rival del secretario del Tesoro, Scott Bessent, otro ex responsable de Hedge Fund que estos días minimiza las consecuencias de las pérdidas generadas

El inversor, hablando por muchos que opinan igual pero permanecen callados para no enfurecer a Trump, pidió una pausa de 90 días para la aplicación de estas medidas mientras se encuentra una solución asumible para todas las partes. «El presidente tiene la oportunidad el lunes de pedir un respiro y disponer del tiempo necesario para corregir un sistema arancelario injusto. De lo contrario, nos encaminamos hacia un invierno económico nuclear autoinducido, y deberíamos empezar a resguardarnos», zanjó.

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