Maduro: Cero transparencia y control total de los petrodólares

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Tras años de extrema penuria, Nicolás Maduro cuenta con una caja menos endeble gracias al creciente flujo de petrodólares. El salto de los precios del barril, el lento ascenso de la producción y la venta de crudo a China, al margen de las sanciones de Estados Unidos, elevan los recursos pero también la opacidad y el uso discrecional del dinero.

Por El Impulso

No hay cifras oficiales sobre el ingreso por las exportaciones petroleras, cuántos barriles se envían al exterior y a qué precio; pero proyecciones como la de la consultora Ecoanalítica indican que este año las ventas de petróleo aportarán 16.200 millones de dólares, un alza de 183% respecto a 2020.

Para asegurarse el control total de los petrodólares y una gran discrecionalidad en el gasto, el partido de gobierno aprobó en el parlamento un presupuesto que le quitó a las gobernaciones y alcaldías el derecho a administrar parte del ingreso petrolero.

De acuerdo con el artículo 167 de la Constitución, las gobernaciones y alcaldías deben recibir 20% de los ingresos ordinarios que son los que se obtienen cada año y no una sola vez como ocurre, por ejemplo, cuando se vende una empresa pública. A esta porción de 20% se le conoce como situado constitucional.

Pero el presupuesto aprobado contempla que todo el ingreso petrolero de este año será un ingreso extraordinario, por lo tanto, la partida del situado constitucional se achica.

La exposición de motivos del presupuesto reconoce que “los ingresos por concepto de situado constitucional representan una de las principales y más importantes fuentes de financiamiento de los presupuestos de las entidades regionales”.

Lo que falta
Al elaborar el presupuesto el gobierno previó ingresos petroleros por 38,06 millardos de bolívares, sin precisar el tipo de cambio promedio que prevé para este ejercicio.

José Guerra, exgerente del Banco Central y diputado en el parlamento elegido en 2015, indica que, asumiendo un tipo de cambio de cinco bolívares por dólar, el presupuesto le quitó a las gobernaciones y alcaldías ingresos por situado constitucional equivalentes a 1.500 millones de dólares.

Si se asume que el tipo de cambio promedio del año será de cinco bolívares por dólar, el ingreso petrolero previsto en el presupuesto equivale a unos 7.600 millones de dólares; pero todo indica que al menos será el doble de esta cantidad.

El régimen podría entregar más dinero a las gobernaciones y alcaldías bajo la figura de créditos adicionales, que permiten aumentar el monto asignado en el presupuesto; pero se trata de un mecanismo discrecional bajo control de Nicolás Maduro que le resta autonomía a los gobernadores y alcaldes.

Recuperar la conexión
El colapso del socialismo obligó a Nicolás Maduro a alejarse del modelo heredado de Hugo Chávez y si bien no ha cambiado la telaraña legal, en la práctica, eliminó el control de cambio, el control de precios, permitió la libre circulación del dólar y concedió libertad para importar.

Gracias a este giro, el país salió de la hiperinflación y Latin Focus indica que en promedio el estimado de veinte consultoras y entidades financieras es que este año la economía, que cayó 80% entre 2014-2021, crecerá 9,4%.

El régimen de Maduro cambia los petrodólares a bolívares en el Banco Central o los utiliza directamente para una porción del gasto público que se está ejecutando en divisas, sobre todo en el pago a proveedores.

Los años del petroestado poderoso han quedado atrás: fuentes de Nicolás Maduro admiten que es imposible volver al modelo de más Estado y menos sector privado, pero el aumento del ingreso petrolero y la mejoría en la recaudación de impuestos se sienten en el discurso.

“Venezuela va a la prosperidad, a la recuperación del estado de bienestar social del socialismo bolivariano” dijo Maduro la semana pasada en un acto donde anunció un bono equivalente a 2.200 dólares para quienes se jubilaron en el sector público entre 2018 y el primero de mayo de este año.

Además prometió que “cada centavito que entre extra irá directo, sin mucha bulla, pero sí como una cabuya, a las tablas salariales y al salario mínimo de los trabajadores”, que es el más bajo de Latinoamérica y equivale a 40 dólares mensuales.

Maduro complementó los anuncios con un fondo para financiar cooperativas, “un banco digital para apoyar a la clase obrera” y “un sistema nacional de recreación y turismo para todos los trabajadores”.

Cambio global
Estados Unidos, al igual que una larga lista de países, considera ilegítimas las elecciones de 2018 en las que Nicolás Maduro se reeligió como presidente. En 2019, Donald Trump bloqueó el comercio de petróleo con Venezuela y sancionó a las compañías extranjeras que transportan el crudo venezolano.

Las sanciones agravaron la crisis en una industria petrolera golpeada por corrupción rampante, falta de mantenimiento, mínima inversión y endeudamiento irresponsable al punto que la producción cayó a 392 mil barriles diarios en julio de 2020, el nivel más bajo desde 1934.

Gracias a la ayuda de Irán que provee diluyentes, a intermediarios que colocan el petróleo en Malasia y luego en China, así como a la banca rusa que procesa los pagos, la producción inició una lenta recuperación y en marzo de este año se ubicó en 728 mil barriles diarios.

Al mismo tiempo, el precio se ha disparado por el impacto de las sanciones a Rusia tras la invasión a Ucrania y una mayor demanda respecto a la fase crítica de la pandemia. El barril Brent se cotiza en 113 dólares, el nivel más alto en ocho años.

Rusia es el principal exportador de petróleo del mundo y bombea siete millones de barriles diarios que principalmente consumen países europeos; por lo tanto, Washington y la Unión Europea buscan nuevas fuentes de petróleo, algo que podría beneficiar a Venezuela.

Los escenarios
Francisco Monaldi, director del Programa de Energía para América Latina del Instituto Baker, explicó en un foro organizado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) que, en el corto plazo, Venezuela no puede jugar un rol relevante como proveedor de petróleo, pero podría hacerlo en cuatro o cinco años.

En su opinión, esto genera un cambio de incentivos en la administración de Biden y podría impulsar una negociación sobre las sanciones. Maduro también tiene incentivos, agregó, “porque Rusia va a comenzar a competir con el petróleo venezolano en China y si Irán llega a un acuerdo con Estados Unidos podría disminuir su cooperación con Venezuela”.

Al analizar las perspectivas de la producción de petróleo afirmó que “la rentabilidad y el mayor flujo de caja pueden permitir que Pdvsa haga ciertas inversiones y la producción podría subir en 100-150 mil barriles hacia finales de 2023”.

En caso de que Washington flexibilice las sanciones y permita que empresas como Chevron extraigan petróleo en Venezuela “se podrían agregar otros 100 mil o 150 mil barriles pero eso requiere inversiones, credibilidad y cambios en el marco institucional”.

“Una recuperación verdadera y significativa requiere un cambio político e institucional mucho más profundo, gran credibilidad, apertura amplia al capital privado y levantamiento completo de las sanciones”, dijo Francisco Monaldi.

En un reciente estudio la consultora Wood Mackenzie indica que si Estados Unidos flexibiliza las sanciones la producción podría aumentar hasta 1,3 millones de barriles diarios en 2028 si se concretan inversiones anuales por cinco mil millones de dólares.

Igor Hernández, profesor del Centro de Energía y Ambiente del IESA, indicó en el foro de la UCAB que “la recuperación de la producción petrolera no es solo un tema de sanciones y de acceso al mercado de Estados Unidos sino del riesgo que se tiene al operar con Pdvsa, una empresa sujeta a varias investigaciones”.

“Hay una gran necesidad de financiamiento y cualquier esquema de reactivación tiene que pasar por el sector privado. Un aspecto fundamental tiene que ver con mejores prácticas y adquisición de nuevas tecnologías. La pregunta central es: ¿qué nos hace competitivos en el largo plazo?”, subrayó Igor Hernández.