Marisela Castillo: Migrar a Estados Unidos sin visa no es un viaje seguro

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Ver cómo asesinan y violan a otras personas, los encierran por horas en un container y separan a las familias son algunas de las historias que la periodista y presidenta de la ONG Humanitarian Action, Marisela Castillo, ha podido recopilar durante a la atención que su organización le brinda a los migrantes y refugiados venezolanos que llegan a tierras norteamericanas

César Batiz | El Pitazo

El narcotráfico, los coyotes, desiertos, selvas e incluso ríos con cocodrilos son algunos de los retos que deben enfrentar los venezolanos que migran a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades para surgir y ayudar a sus familiares ante la crisis económica y humanitaria que atraviesa Venezuela.

La periodista y presidenta de la ONG Humanitarian Action, Marisela Castillo, aseveró durante una entrevista con el director de El Pitazo, César Batiz, que la historia de cada familia o migrante es diferente, pero en lo que coinciden cada una de ellas es que “no es un viaje seguro, es peligroso». Entrar a la nación norteamericana sin visa implica el gasto de al menos 5.000 dólares por cada persona que vaya a cruzar sin importar si es un bebé, un niño, niña o un adulto.

Castillo destacó que la ONG que representa se encarga de brindar una ayuda inmediata a esos refugiados que arriban a EE. UU. sin nada porque simplemente todo lo perdieron en el camino o les fue robado, incluso sus documentos de identidad. Proceso migratorio que además entiende porque ella pasó por eso el 2 de marzo del año 2018, cuando la nación norteamericana se convirtió en una oportunidad para crecer y huir de la difícil situación que se vive en su país natal.

–¿Cuáles fueron tus razones para salir de Venezuela?
–Llegué a Estados Unidos, específicamente a la ciudad de Washington, tras conducir un programa en Radio Caracas Radio por más de cuatro años. La emergencia humanitaria compleja que se estaba viendo en esa Venezuela con escasez (de los productos de primera necesidad), colas para comprar alimentos, pocas libertades y restricciones fue lo que me hizo tomar la decisión de empezar desde cero en Estados Unidos.

–¿Solicitaste asilo u otra figura migratoria?
–Entré a EE. UU. bajo otra figura y actualmente estoy bajo un proceso migratorio para una visa de talento especial. Ingresé como turista y luego pedí una visa como corresponsal de prensa para después hacer el ajuste de la visa.

–¿Cuál es la historia que más te ha marcado de un venezolano que ha llegado a Estados Unidos?
–Cada historia y cada familia es diferente. Por ejemplo, la semana pasada, el miércoles, recibimos a un grupo de venezolanos que fueron enviados en autobuses hacia Washington y ellos habían cruzado por el Darién, eran en su mayoría hombres mayores de edad, que viajaban solos y habían cruzado por la selva. Hasta ahora ha sido una de las cosas más horribles que oí y vi a través del testimonio de ellos. Creo que ellos ni siquiera dimensionan ni saben que son sobrevivientes porque después de haber cruzado el continente en autobús, cruzaron la selva.

Todos, no solo las ONG o periodistas tenemos que poner el acento en lo que está ocurriendo en la selva de Darién. Tenemos denuncias de violaciones a mujeres, de personas que observaron cómo mataban a otros migrantes cuando los hombres se resistían a que abusaran de sus esposas o a sus hijos enfrente de ellos, al crimen organizado, a los cadáveres descompuestos en el río, mismo río del que toman agua, se asean e hidratan. Eso ha sido lo más horrible con lo he estado en contacto desde que empecé a atender a migrantes.

–¿Has tenido contacto con personas que han viajado con su familia completas?
–Sí, he tenido la oportunidad justamente cuando estuvimos en el viaje a Arizona. Conocí a una familia de Ciudad Bolívar. Emigró el papá, el hijo de cinco años que tenía el brazo enyesado y un sobrino de ese papá que tenía 12 años. Ellos cruzaron por un punto que se llama Yuma, en Arizona.

El padre me dice que como no tenía la patria potestad del hijo de su hermano, lo dejaron en el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, mejor conocido como ICE, por sus siglas en inglés. El papá y su hijo de cinco años pudieron salir. Esa situación de la separación familiar también está ocurriendo. Entiendo que ellos se van a reunificar, pero es un proceso legal por el que tiene que pasar.

–¿Qué apoyo brinda Humanitarian Action a los venezolanos en condición de vulnerabilidad que llegan a Estados Unidos?
–Somos una organización muy pequeña que atiende a los migrantes y refugiados. Por eso hemos encontrado que la manera más útil es aliarnos con otras organizaciones. Tenemos un programa que se llama “Abriga a un venezolano”, que tiene como objetivo atender las necesidades inmediatas del migrante y refugiado cuando llegan a los EE. UU. Todos los días recibimos migrantes, porque esto es un ciclo, esto no para y las organizaciones que están sobre todo en la frontera las 24 horas, los siete días de la semana, porque siempre están abiertas.

Entregamos productos de higiene menstrual para las mujeres, elementos de higiene personal para caballeros, ropa de invierno porque esas temporadas son fuertes. Quienes llegan lo hacen sin nada porque fueron robados en el camino, perdieron todo o dejan sus pertenencias en el trayecto.

No solamente llegan venezolanos porque esto es un problema que afecta a los centroamericanos, personas de Haití o de África por lo que también se necesitan intérpretes de portugués y francés. Aunque la situación empeora muchísimo, hay un ecosistema de ONG que trabajan todos los días por los migrantes y refugiados.

–¿Qué dicen los venezolanos sobre su experiencia con los coyotes?
–Aquí se quiere mitigar y suavizar el sistema de los coyotes ahora llamándolos agentes viajeros, pero no lo son. Las personas lo tienen que saber e informarse de lo que hay previo a la entrada al país y más cuando es por vías irregulares.

He hablado con venezolanos de diferentes partes del país, quienes cruzaron y ya están aquí, desde hombres grandes y mujeres, quienes llorando dicen: “Si yo hubiera sabido que esto era tan peligroso no arriesgo la vida mía ni las de mis hijos pequeños”.

No es que hablan mal ni bien de los coyotes porque al final prestan un servicio que es poner a la gente del otro lado y eso es lo que reciben de ellos. Pero tenemos denuncias de que estas personas separan a las familias, los niños por un lado, las mujeres por otro; los papás de las mamás y el hijo.

–¿Cuáles son los cruces más peligrosos de la frontera norteamericana?
–La frontera de Estados Unidos es super amplia, pero Yuma, en Arizona, es uno de los puntos de mayor entrada por parte de los venezolanos y, además, este punto limítrofe es variado, es decir, por un lado tienes desierto, por el otro tienes río. Por eso, es que cada persona tiene su propia experiencia, como el caso de personas que fueron testigos de cómo entre coyotes se registraron balaceras o tiroteos mientras ellos esperan la instrucción para pasar o no.

Otra muchacha cubana que viajó con su hijo pequeño y nos dijo que en Guatemala fueron escondidos por más de 45 horas en un container junto a más de 60 personas y ella nos decía: “Al final ya nos desmayábamos por falta de oxígeno”; como hay otras personas que no tienen cuentos o experiencias tan extremas, pero en todo caso no es un viaje seguro, es peligroso donde realmente colocas tu vida y la de los tuyos en riesgo.

–El 19 de enero de este año una niña venezolana se ahogó al intentar cruzar el Río Grande junto a su madre. ¿Existen más casos de venezolanos muertos en esa misma circunstancia que no se hayan conocido?
–La situación es tan compleja que los migrantes que llegan de esta manera al país, por lo general, no quieren ser vistos porque están indocumentados, no tienen papeles. Entonces es muy difícil que denuncien porque ellos tienen miedo de ser deportados. Sin embargo, es necesario documentar los fallecimientos que se han dado en ese proceso de cruce porque aún tenemos muchos puntos ciegos.

–Hasta noviembre de 2021, al menos 6.000 venezolanos migrantes estaban detenidos en prisiones de las autoridades migratorias estadounidenses. ¿Tienes una cifra actualizada?
–En los viajes que hemos hecho tanto a Arizona como a Texas siempre contactamos a todas las ONG que están en el terreno, hacemos una investigación previa, intentamos contactar a las autoridades, pero se nos ha hecho difícil que nos puedan responder de los Centros de Detención de ICE. Básicamente, la información que tengo es la que los migrantes comparten con nosotros.

También nos han dicho que a los venezolanos los liberan un poquito más rápido que al resto, por lo que pasan menos tiempo en los Centros de Detención, pero es una situación que varía dependiendo del lugar. En Texas todos los que entrevistamos nos hablaban de un trato humano y respetuoso por parte de las autoridades y en el caso de Arizona no nos hablaron tan bien.

–¿Qué opinas de la aplicación del TPS y la receptividad que dio la diáspora venezolana a esta iniciativa de la administración Biden?
—Es una medida de protección que, sin duda, va a ayudar a regularizar a los miles de venezolanos que estaban acá. Entiendo que hay unas fechas en las que puedes aplicar y otras que no. También hay reportes de demoras con el tema de la aprobación del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés). Sin embargo, todo lo que ayude a regularizar al migrante y refugiado venezolano es bien recibido.

Al final entran a este país para trabajar, para reinventarse y siempre he dicho que el venezolano no quiere la caridad de nadie. Al contrario, busca las oportunidades, quiere valerse por sí mismo, así que si el TPS ayuda a que ese refugiado salga de la oscuridad o del anonimato y tenga un permiso de trabajo y pueda insertarse formalmente a la sociedad, es bienvenido.

—¿Cómo valora el trabajo de las autoridades consulares de la gestión de Guaidó en EE. UU.?
—Al entender la coyuntura particular que se vive en Venezuela, trabajan con los recursos que tiene a la mano y yo diría que el principal reto que ellos tienen es ofrecer servicios dentro de sus capacidades a los migrantes y refugiados venezolanos, pues la mayoría de ellos llega sin documentación, sin pasaporte porque se los roban, se les pierde o en el caso que lleguen con ellos a EE. UU. no están vigentes. Por eso, una gran ayuda de la embajada o servicio consular de Venezuela en EE. UU. sería poder emitir las identificaciones oficiales y el pasaporte vigente para que con estos papeles puedan, por lo menos, abrir una cuenta bancaria.

—¿Cuáles son las diferencias más significativas entre los migrantes centroamericanos, cubanos, mexicanos y venezolanos?
—Como diferencia destacaría que el venezolano está huyendo de una crisis humanitaria compleja, por el colapso de los servicios básicos, con pocas o cero libertades. Siento que toda la crisis migratoria centroamericana es un problema estructural, es algo que ocurre desde hace muchísimos años, mientras que nosotros somos nuevos en esto.

La cifra de venezolanos cada vez aumenta y siento que sí, esa es nuestra mayor diferencia que no nos vamos porque queremos sino porque escapamos de un país en crisis, donde no hay comida o ahora cuando la hay está todo dolarizado y es muy difícil acceder.

—¿Cuál es la suerte de los venezolanos que fueron enviados a Washington por orden del gobernador de Texas, Greg Abbott, luego de llegar a EE. UU. de forma irregular por la frontera con México?
—Los primeros autobuses que enviaron desde Texas llegaron las primeras semanas de abril, y no han dejado de arribar. Es una situación constante que ya no solamente es desde Texas sino que también de Arizona. Nuestro llamado siempre es a que este tema no se politice.

Sé que es difícil, ya que Estados Unidos está en una polarización, conocida por nosotros los venezolanos. Nuestra preocupación y deseo es que no se politice la situación migratoria, que al final por encima de todo se tiene que respetar la dignidad así como los derechos de la persona. Nosotros estamos aquí y ese es el primer grupo de respuesta inmediata.

—¿Cómo es la politización de la situación migratoria de los venezolanos?
—Politización es enviarlos en autobuses porque al final son migrantes que los desplazan. El proceso es que las personas pueden llegar a algún estado fronterizo de los EE. UU. y pueden tener a algún familiar que los está esperando en Atlanta, Miami, Nueva York o cualquier otra ciudad de destino diferente, pero con esta medida estas personas son enviadas hasta Washington D.C. y los dejan en la calle, sin poder elegir a qué ciudad ir, justo allí es cuando este tema se politiza.

Insisto en lo que a nosotros nos compete porque las autoridades tienen que saber que los migrantes y refugiados venezolanos no se van del país porque quieren y agradecemos todas las acciones como el TPS que puedan contribuir a la recuperación de los venezolanos en el país.

—¿Qué recomendación puede darle a un venezolano(a) que está pensado emigrar a EE. UU. sin visa?
—Informarse, informarse e informarse. Es responsabilidad individual de cada uno de nosotros saber cuales son los riesgos y cuál es la realidad. He visto tantos videos de personas que piensan que es como un viaje que se van a lanzar mágicamente a los Estados Unidos sin ningún tipo de complicaciones. Es mentira.

Es riesgoso y se tienen que informar sobre esos detalles, sobre cómo van a entrar, por dónde lo van a hacer. Lejos de promover que lo hagan de esta manera, pues obviamente el deber ser es que puedan entrar regulares con su visa y con todos sus papeles, pero si no es el caso como decimos tiene que dejar de creer en pajaritos preñados y no creerse cualquier cosa que digan las redes sociales de que llegaste aquí y todo es perfecto.

Adicionalmente, una vez que llegues a los EE. UU. tienes que saber que este es un país donde hay que seguir las normas y donde nosotros nos tenemos que adaptar, no al contrario, porque he visto a muchos venezolanos que por no seguir las instrucciones o cumplir con lo que dice la ley se han visto en problemas que son innecesarios.