Un documento fue firmado por 62 expresidentes y 12 premios Nobel, advierte que la pandemia ha provocado que los regímenes autoritarios ejerzan mayor control político sobre la población
Por El Cooperante
Miles de organizaciones y personalidades de todo el planeta firmaron un documento advirtiendo sobre cómo la crisis desatada por el Covid-19 ha permitido a los regímenes autoritarios ejercer un mayor control político sobre la población y silenciar a sus críticos.
El documento titulado «Una llamada para defender la democracia», firmado por más de 70 instituciones defensoras de la democracia, 13 premios Nobel y 62 exjefes de Estado, así como líderes políticos de todo el mundo, advierte que «la represion no ayudará a curar la pandemia» y critica duramente lo que fue el papel del gobierno de China al esconder la verdad sobre la peligrosa situación que se desató inicialmente en ese país.
En el primer párrafo, los firmantes advierten que «La pandemia de COVID-19 amenaza algo más que la vida y el sustento de pueblos de todo el mundo. Es también una crisis política que amenaza el futuro de la democracia liberal.
Los regímenes autoritarios, y no es sorprendente, están usando la crisis para silenciar a sus críticos y endurecer su control político. Por otro lado, algunos gobiernos democráticamente electos vienen combatiendo la pandemia concentrando poderes de emergencia que restringen los derechos humanos y reforzando el Estado de vigilancia sin consideración alguna por las restricciones legales, la supervisión parlamentaria o los marcos temporales para la restauración del orden constitucional. Los parlamentos vienen siendo dejados de lado, los periodistas están siendo arrestados y acosados, las minorías están siendo convertidas en chivos expiatorios y los sectores más vulnerables de la población enfrentan nuevos y alarmantes peligros a medida que el cierre de emergencia de la economía asola por doquier el tejido mismo de las sociedades.
La represión no ayudará a controlar la pandemia. Acallar la libertad de expresión, encarcelar a los disidentes pacíficos, suprimir la supervisión parlamentaria y posponer las elecciones indefinidamente no harán nada por proteger la salud pública. Muy por el contrario, estos ataques a la libertad, la transparencia y la democracia harán que para las sociedades resulte más difícil responder rápida y eficazmente a la crisis mediante la acción tanto gubernamental como cívica.
No es ninguna coincidencia que la actual pandemia haya estallado en un país en donde el libre flujo de información está sofocado y en donde el gobierno castigó a quienes advirtieron del peligro del virus: advertencias consideradas como rumores dañinos para el prestigio del Estado. Los resultados pueden ser letales cuando se acallan las voces de los ciudadanos responsables, no solo para el país sino para todo el mundo.»
Concluyen señalando que «La pandemia actual constituye un reto global sin precedentes a la democracia. Los regímenes autoritarios de todo el mundo ven en la crisis de la COVID-19 un nuevo campo de batalla político, en su lucha por estigmatizar la democracia como débil y revertir su avance en las últimas décadas. La democracia se encuentra amenazada y quienes se preocupan por ella deben acopiar la voluntad, la disciplina y la solidaridad necesarias para defenderla. Están en juego la libertad, la salud y la dignidad de los pueblos en todas partes».