Redacción ND / 12 abr 2021.- El estado Lara ha registrado 16 víctimas del suicidio desde el inicio del 2021. El informe anual del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) precisa que hubo 1.150 suicidios en 2.020, aclarando que el 78,2 % fue durante el periodo de confinamiento.
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«El efecto es significativo en términos generales en Venezuela por la situación país y que complicó aún más ante los estragos de la pandemia, con las alarmas encendidas por la salud mental y sin permitir llegar al extremo. La mayoría de las consultas son por ansiedad y ataque de pánico», confirmó la psicóloga Mariana Hernández de ese riesgo de sentirse sin salida frente a las limitaciones económicas, complicaciones de salud, abusos y demás problemas que al llevarse al extremo, pueden conducir a la asfixia y atentar contra la propia vida.
La especialista explicó durante una entrevista a La Prensa de Lara que la salud mental no se aborda, sabiendo que empieza por ansiedad, depresión y cuadros de pánico que pueden nublarse hasta materializarse en suicidio. «Se asocia directa y vagamente a la locura, olvidando que la conciencia es más natural. La depresión es una enfermedad que también debe tratarse y sin tener síntomas físicos. Se requiere de más conciencia y dar una lectura natural», señala Hernández.
Los expertos refieren que hay pocas alternativas para cubrir los gastos en centros privados, que empiezan por el pago de consultas consecutivas y las debidas terapias. La pandemia, sobre todo en los meses estrictos, limitó el restringido acceso. La agenda cambió y algunas atenciones pasaron online y sin cubrir todas las expectativas, considerando que el contacto humano es insustituible. La observación es indispensable y más aún para dar más seguridad al paciente, considerando que se puede tratar de varias sesiones de completo desahogo, para drenar resentimientos, impotencias, iras, tristezas, decepciones y demás manifestaciones que le quitan valor a la existencia.
Según el psiquiatra Marco Tulio Mendoza, en el reciente congreso de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría se confirmó que sí hay un incremento de las tasas de cuadros depresivos y angustia, al punto de llegar al pánico por la incidencia anímica, sanitaria y económica. «No se puede precisar una data exacta de suicidios, porque hay casos tan relativos que un accidente puede ser intencional por un suicida, lo cual no se demuestra», específica.
Todo este ambiente es resaltado por el psicólogo José Aranguren, al precisar la importancia de empezar a identificar el problema y distinguir entre la tristeza a la depresión. Es esencial controlar las emociones y evitar cerrarse, porque la escapatoria sería hasta atentar contra la vida. «Somos capaces de adaptarnos y ante tantos problemas toca buscar las soluciones, resolviendo uno por uno», sugiere y evitar bombardearse de noticias negativas desde el principio del día.
Por su parte, la organización Cecodap advierte que en el caso del suicidio infantil «la niñez está invisibilizada. Pero también en los servicios que presta la red hospitalaria en materia de atención psiquiátrica y psicológica. Esta realidad evidencia la violación al derecho a la salud mental de niños, y adolescentes».
La socióloga Carmen Sequea, aclara que cuando la colectividad responde al cambio del estilo de vida, muchos confinados en casa, resignados en el teletrabajo, algunos desempleados y mujeres que quedaron en los oficios del hogar y al cuidado de los hijos que no están asistiendo a clases. «Es cuestión de manifestar lo que se siente y hacerlos saber para no caer en la angustia», precisa la experta.
Según Sequea se trata de un trabajo individual que empieza por reforzar desde lo afirmativo. No asfixiarse ante las posibles trampas. Se puede estar ciego y no ver las salidas, cuando en el túnel de penumbra, siempre puede llegar un toque de luz. Habla de la seguridad en sí mismo, no adelantarse con preocupaciones, ante los hechos sino ser consecuente por resolver. Todo como un ejercicio diario de reforzamiento de autoestima y de capacidades.