Incluso tras el aumento salarial aprobado por el oficialismo, se necesitan nueve salarios mínimos integrales para adquirir toda la canasta alimentaria que mide el OVF
En Venezuela incluso las buenas noticias sobre la economía parecen estar repletas de matices, como se evidencia en el último reporte del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), gracias al cual se puede confirmar el fin de la etapa hiperinflacionaria en Venezuela pese a que el bolsillo de los venezolanos sigue igual de perjudicado.
Después de casi cinco años de hiperinflación —siendo el ciclo más duradero en la historia de la región—, el venezolano no puede celebrar, porque aunque los precios no cambien con una constancia diaria, comprar los bienes y servicios esenciales es tan difícil como antes.
Mientras que la inflación mensual registró apenas un 1,7% en febrero y la interanual se redujo a 246%, la canasta alimentaria que mide este ente se estima en $353.
Incluso después del incremento salarial aprobado por el mandatario Nicolás Maduro, con el que se abandonó la irrisoria remuneración de apenas $2 mensuales para pasar a casi $40, se necesitan unos nueve salarios integrales para adquirir la canasta alimentaria en su totalidad.
El sueldo de los trabajadores públicos y las remuneraciones que reciben tanto jubilados como pensionados sigue estando lejos de las necesidades de la población para adquirir los productos necesarios para apenas sobrevivir.
Sin embargo, los $353 constituyen un ligero decrecimiento frente a la canasta registrada en enero, que se estimó en $365. Es decir, en el último mes, el precio de la canasta alimentaria se redujo en un 3,2%.
Aunque la disminución del precio es ínfima, se considera como un avance que el precio baje en lugar de subir. Es importante destacar que para febrero del año pasado se calculaba en $283. En un año incrementó alrededor de un 24%, como muestra de la variación de precios en divisas, un fenómeno que popularmente se conoce como «inflación en dólares».
Para el OVF, los precios de bienes y servicios en dólares cuestan más como producto de la sobrevaluación del bolívar, cuya devaluación no sigue el ritmo de la inflación debido a que el Gobierno mantiene artificialmente la tasa de cambio en torno a los 4,5 bolívares por dólar.
«Este resultado se explica exclusivamente por la apreciación del bolívar respecto al dólar. En efecto, la política de intervenciones del BCV durante febrero se reflejó en una caída del tipo de cambio de 3,3%», argumentan en la nota de prensa del organismo.
Debido a esta práctica, el BCV acabó por inyectar en el mercado cambiarino tanto dinero que le hizo perder a las reservas internacionales del país unos $36 millones, pese a que los precios del petróleo han ido al alza.
Otras hipótesis sobre la disminución de la inflación en bolívares y el aumento de precios en dólares sustentan que este fenómeno ocurre por la dolarización, un incremento de la masa monetaria en dólares que no va a la par de la producción de bienes y servicios en el país. Más divisas en la economía para comprar los mismos productos hace que se requieran más billetes para adquirirlos.