Con lo que costaba un dólar a finales de diciembre en Venezuela, se compraban 21 dólares a principios de año.
IMP
En 2020 el tipo de cambio aumentó de 56.122 bolívares el 1º de enero, a 1.027.812 bolívares al cierre de diciembre, lo que significa un incremento de 2.000%. Esto hizo que el bolívar perdiera el poco valor que le quedaba a inicios de 2020 tras año y medio de haber sido reformado en una reconversión monetaria que resolvió, momentáneamente, los problemas contables y la escasez de efectivo. La moneda nacional perdió más de 90% de su valor en 2020 con respecto al dólar, la divisa que se estableció en el país como consecuencia de la hiperinflación, que en noviembre cumplió tres años.
La devaluación de la moneda nacional con respecto al dólar ha sido provocada, fundamentalmente, por la emisión de dinero sin respaldo por parte del Banco Central para financiar el gasto del gobierno de Nicolás Maduro. El Ejecutivo anunció en marzo la entrega de bonos como una de sus medidas económicas para apoyar durante la pandemia a los venezolanos registrados en el sistema patria, aunque todos saben que los montos que entrega no sirve ni para llenar una cesta en el mercado.
Estos bonos en bolívares fueron incrementados en el último trimestre del año, como lo esperaban los economistas, no solo por el histórico aumento del gasto público debido a la época navideña, sino también como parte de la campaña electoral para tratar de motivar a los ciudadanos a participar en las polémicas elecciones parlamentarias realizadas el 6 de diciembre.
El Observatorio Venezolano de Finanzas, integrado por los diputados y economistas José Guerra y Ángel Alvarado, indica que, después de haber exhibido una relativa estabilidad, a partir de septiembre la depreciación de la tasa de cambio se aceleró de manera significativa, que en un entorno de elevada dolarización transaccional, se transfirió rápidamente hacia los precios, creando un efecto de sobrerreacción de estos ante el deslizamiento del tipo de cambio, configurando una situación donde la tasa de incremento de los precios excede a la de la tasa de cambio.
El veloz aumento del dólar en los últimos meses del año llevó a los comerciantes a dejar de usar la tasa paralela y utilizar para recibir divisas el tipo de cambio oficial, que, en ese entonces, se ubicaba por debajo del precio en el mercado negro. Esto, como una estrategia para recaudar un poco más de dinero en medio de una severa y compleja crisis estructural que no hace fácil el ejercicio del comercio en el país, además de tratar de generar un poco de ingresos para sobrevivir luego de un año tan difícil como el 2020 por la pandemia y las medidas del gobierno que restringieron la diezmada actividad económica nacional.
La desigualdad se profundizó en 2020
El acelerado aumento del dólar afectó mucho más a los venezolanos que siguen ganando en bolívares, pues sus ingresos han perdido considerablemente el poder de compra, a diferencia del que ya gana un salario en dólares, quien gasta lo mismo o incluso menos en un mercado si el tipo de cambio sube.
Desde enero hasta noviembre, el costo de la canasta de alimentos aumentó de 24.139.128 bolívares a 247.289.343 bolívares, lo que significa un incremento de 924%, de acuerdo con el más reciente reporte del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).
Sin embargo, los que tienen ingresos suficientes en dólares, en enero necesitaron 317,62 dólares mientras que en noviembre requirieron 247,28 dólares para adquirir los alimentos básicos necesarios.
Los expertos sostienen que uno de los más graves problemas que hay en Venezuela es la desigualdad entre los que se quedaron en bolívares y los que se montaron en el tren de los dólares.
El economista Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, afirma que para las personas que ganan en bolívares la depreciación del tipo de cambio impacta negativamente. «El eslabón más débil obviamente son las personas que tienen sus ingresos, sus activos, en bolívares, porque, efectivamente, estos se deprecian en el tiempo, pierden valor en el tiempo, y pierden una significativa capacidad de compra. Se empobrecen».
Explica que las expectativas cambiarias juegan un rol fundamental en la formación de precios. «Una subida en la tasa de cambio implica que haya presión al alza casi que inmediata sobre los precios, incluso los precios pueden subir a un ritmo mayor de lo que puede ser el nivel de la depreciación de la tasa de cambio si los agentes económicos esperan que esa devaluación sea más alta y sostenida en el tiempo, cosa que ha ocurrido en Venezuela y, por eso también se ajustan hacia arriba los precios denominados en dólares. Es un círculo vicioso, en el que la devaluación alimenta la inflación y, a su vez, la inflación también presiona el tema devaluación».
Perspectivas para 2021
Oliveros sostiene que no hay razones para pensar que el tipo de cambio vaya a estabilizarse o descienda en 2021, porque la economía venezolana no ha resuelto los desequilibrios que provocan la devaluación.
Señala que uno de esos desequilibrios es el problema externo que enfrenta el gobierno debido a la caída muy fuerte de sus ingresos, lo que lo hace incapaz de generar reservas internacionales para poder proteger y defender la moneda nacional. Indica también que el agresivo problema fiscal, un desbalance entre ingresos y gastos, provoca que el gobierno siga dependiendo del financiamiento monetario, que alimenta el apetito por divisas en un momento en el que la oferta es insuficiente para cubrir la demanda.
Agrega que el país también enfrenta un problema ligado a la desconfianza total en la moneda, producto de la hiperinflación, que alimenta las expectativas de devaluación. «Todos esos factores terminan provocando que, para el ano 2021, probablemente a lo mejor ya veremos un poco el ritmo, pero el nivel de depreciación y de variación hacia arriba de la tasa de cambio se mantenga en 2021».