Ser mujer en Venezuela y el reto de acceder a los productos de higiene femenina

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La pobreza menstrual consiste en el acceso limitado o inexistente a productos como toallas sanitarias, tampones y copas menstruales. Venezuela es uno de los países que sufre este problema. En 2023 se estimó que 1 de cada 4 mujeres no cuenta con productos de higiene femenina en su hogar.

Una investigación de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), publicada en marzo de 2023, revela las luchas que enfrentan muchas mujeres y niñas de bajos ingresos al intentar adquirir estos productos.

La tasa de prevalencia de uso de métodos anticonceptivos en al menos tres estados del país (Apure, Sucre y Táchira) fue de 34,8 por cada mil mujeres, lo que representa que solo 3 de cada 10 mujeres en edad reproductiva encuestadas tuvo acceso a este tipo de medicamentos. 

Mercedes Muñoz, educadora, activista y presidenta de la Junta Directiva de Avesa, las mujeres y niñas que están bajo el contexto de una Emergencia Humanitaria Compleja son una de las poblaciones diferencialmente más impactadas debido a la carga y responsabilidad financiera que plantea la compra de suministros para la menstruación. La vocera explica que, para muchas, implica un esfuerzo económico inviable.

Actualmente, se estima que en Venezuela las niñas y adolescentes empiezan a menstruar entre los 11 y 12 años de edad. Un paquete de toallas sanitarias desechables de 8 unidades puede costar entre 60 y 100 bolívares, lo equivalente a 1,6 y 2,7 dólares, cuando el salario mínimo mensual se encuentra alrededor de los 3 dólares.

Los métodos anticonceptivos en pastillas tienen un precio entre 300 y 800 bolívares (9 y 22 dólares), respectivamente, mientras que las consultas ginecológicas pueden costar entre 900 y 1.400 bolívares (25 y 50 dólares). Asimismo, el costo de los  antibióticos, en presentación de óvulos o crema, tienen un precio mínimo de 360 bolívares o 10 dólares. La suma de los costos representa una carga financiera que las obliga a dejar de recibir atención médica o a no utilizar productos de higiene menstrual. 

Muñoz considera que muchas mujeres, niñas y adolescentes en el país optan por elaborar toallas o compresas reutilizables, pero advierte que estas prácticas pueden provocar incomodidad y vergüenza, lo que genera que falten a clases o días de trabajo por no contar con los insumos adecuados para atender la menstruación. 

“Si no tienes tapones, no tienes copa menstrual, tampoco maneras eficientes de recoger la sangre menstrual y además estás en la calle, no tienes acceso a baños, no tienes cómo lavarte, estás bajo un conjunto de limitantes que finalmente inciden en un estado de vulnerabilidad preexistente”, acotó la especialista. 

La especialista Mercedes Muñoz citó algunos datos del estudio de Avesa que ayudan a ilustrar la situación de las mujeres sobre el uso de los métodos anticonceptivos en Venezuela. De acuerdo con datos de la investigación, el 35,4 % del total de mujeres encuestadas indicó “no necesitarlo”. De esta cifra, el 48 % de quienes dieron esta respuesta eran mujeres casadas o en unión estable de hecho.

Muñoz señaló que el informe también describe que el 24,6 % del total de encuestadas prefieren no decir la razón de no uso, lo que refleja la realidad de mujeres que mantienen vida sexual activa sin uso de métodos anticonceptivos, ni de prevención de infecciones de transmisión sexual. La especialista menciona que solo un 10,8 % de las mujeres encuestadas dijo no mantener vida ni pareja sexual.

Otros datos relevantes obtenidos en el estudio de Avesa advierten que tanto las mujeres (de 40 a 49 años de edad) como las adolescentes (de 10 a 14 años de edad) son las que menos usan anticonceptivos, con un porcentaje de no uso del 73,3 % y 70,2 % respectivamente. La especialista interpreta estas cifras a la falta de educación sexual integral y las “creencias” en la sociedad. 

Falta de educación sexual 

La falta de educación sexual integral contribuye a la perpetuación de la pobreza menstrual de varias maneras. Así lo sostiene Muñoz debido a que, en primer lugar, muchas mujeres y niñas no comprenden completamente su ciclo menstrual y cómo manejarlo adecuadamente. Esto puede llevar a la vergüenza y la incomodidad durante la menstruación, así como a la incapacidad para acceder a productos menstruales. 

“Al no haber educación sexual, vemos casos de niñas que empiezan a menstruar y nadie les explica de qué se trata, ni cómo es y qué no es. Nadie les habla sobre que la sangre de la menstruación no es mala y que no tiene que dar pena. Nada de eso se está haciendo. Entonces, la pobreza menstrual también es la pobreza de formación de las mujeres y de los hombres, que también tienen que saber porque los hombres viven con las mujeres, sean hijos, sean hermanos, sean tíos, sean abuelos”, sostuvo Muñoz. 

Además, a su juicio, la falta de educación sobre la menstruación puede llevar a la creencia de mitos y estigmas en torno al periodo. 

Muñoz asegura que la educación sexual integral es vital para empoderar a las mujeres y niñas para que tomen decisiones informadas sobre su salud menstrual y sexual. Esto incluye aprender sobre métodos anticonceptivos, prevención de enfermedades de transmisión sexual y cómo buscar atención médica cuando sea necesario.

En ese sentido, Avesa aboga por la inclusión de políticas públicas adecuadas a las realidades de las mujeres. Esto podría garantizar que todas las mujeres y niñas tengan acceso a la información y los recursos necesarios para manejar su menstruación de manera saludable y digna.

Con información de El Diario