¿SUICIDIO POR VOCACIÓN? Maestros no soporta otro año escolar en condiciones paupérrimas

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Los maestros no solo piden por ellos, sino también por los millones del niños que no tienen una buena alimentación en sus hogares, acceso a computadoras y a teléfonos inteligentes. Es por esa razón, que también ponen como condición para regresar a las clases que se habilite el Programa de Alimentación Escolar (PAE) y también se les dote de aparatos tecnológicos para acceder a la educación.

Roison Figuera / TalCual

El último en salir que apague la luz pues el vacío de las aulas, incluso virtuales, parece ser inminente. El régimen de Nicolás Maduro ordenó iniciar el año escolar 2020-2021 a distancia el 16 de septiembre. Sin embargo, los educadores no obedecieron al mandatario y planean no hacerlo hasta el Ejecutivo, quien dice estar de parte de la ciudadanía, mejore sus condiciones laborales.

90% de los educadores del país no se presentó en los centros educativos ni dio inicio a clases virtuales. Así lo dice a TalCual Gricelda Sánchez, secretaria de contratación colectiva y reclamos del Sindicato Venezolano de Maestros del Distrito Capital. Ya ni el miedo a las represalias los hace recular. Durante muchos años han trabajado entre graves problemas de infraestructura escolar, sin seguro de vida o funerarios y con salarios que equivalen a cuatro dólares por mes. Los maestros aseguran que ya no tienen nada que perder.

Sánchez detalla que los profesionales de la educación hacen un llamado a los padres y representantes a no prestarse a la «estafa» de la educación a distancia que propone el gobierno. Argumenta que el año escolar pasado (2019-2020), ante la imposibilidad de muchos docentes de impartir clases, hubo instituciones en las que los directores recurrieron al «invento de notas», y estudiantes que nunca recibieron clases de matemática, historia o física fueron eximidos con calificaciones altas sin tener la debida preparación. Considera que con el arranque de este nuevo año escolar se corre el mismo riesgo.

La dirigente gremial denuncia que ya han recibido reportes de docentes, sobre todo de estados como Trujillo, en los que detallan que sus superiores les ordenan oficiar su renuncia.

Los sindicatos piden a los maestros de todo el país a no hacerlo y dejar que el mismo Estado, ese que dice ver por los vulnerables pero que los ha llevado a la extrema pobreza, actúe como quiera actuar, porque «no vamos a clases no porque no queremos sino porque si no tenemos cómo alimentarnos mucho menos para acceder a teléfonos inteligentes e internet y eso es responsabilidad de Nicolás Maduro y el ministro de Educación, Aristóbulo Isturiz».

Maestros piden por todos
Los maestros no solo piden por ellos, sino también por los millones del niños que no tienen una buena alimentación en sus hogares, acceso a computadoras y a teléfonos inteligentes. Es por esa razón que también ponen como condición para regresar a las clases que se habilite el Programa de Alimentación Escolar (PAE) y también se les dote de aparatos tecnológicos para acceder a la educación.

“Nosotros desde el gremio docente hemos construido un pliego de exigencias en el cual destacamos que se cumpla con el 280% de aumento, deuda contraída por el régimen de Maduro desde 2018, la reapertura de los servicios funerarios, HCM y la dotación de los Ipasme los cuales están en total abandono; además de reabrir la discusión de contrato colectivo vencido donde como gremio exigimos un piso salarial de 600 dólares”, dice.

Condenados
«Despreciar a los maestros venezolanos es condenar a los niños venezolanos al hambre y a la miseria y eso lo advertimos por muchos años de cómo el sistema de educación fue de mal en peor y hoy llegamos al colapso final», advierte, el secretario general de la Alianza del Lápiz, Eric Ondarroa.

Afirma que sin maestros bien remunerados y reconocidos es imposible que en el mañana el país cuente con profesionales y pueda desarrollarse, por lo que todo parece indicar que el deterioro del sistema educativo del la nación solo arrojará a Venezuela al vacío.

Eric Ondarroa es enfático al aclarar que el retroceso que se verá en el país no será culpa de los maestros, pues el gremio ha sido víctima de 20 años de corrupción y maltratos.

«El retroceso que vamos a ver para la sociedad no es producto de que los maestros exijan sus mejoras laborales, de aulas e infraestructura. No se puede achacar a ellos el retroceso social porque ahora se niegan a ir a las escuelas. Eso será la consecuencia de que las autoridades del Ministerio de Educación se han encargado de destruir el sistema educativo y acabar con la carrera docente. Atentar contra la educación es condenar a niños al hambre y condenar a Venezuela al tercer mundo», sentenció.

¿Suicidio por vocación?
Andreína Sepúlveda es profesora de castellano de bachillerato. Ve con preocupación que el gobierno de Nicolás Maduro planee abrir los centros educativos a partir del 5 de octubre en las semanas de flexibilización.

Considera la propuesta inviable porque los docentes, niños y representantes no cuentan con los protocolos de bioseguridad necesarios para evitar contagios de la covid-19 y como «en Venezuela el sistema de salud es precario» regresar a las clases presenciales sería poner vidas en peligro.

«Los maestros tenemos mucha vocación, pero lamentablemente a la hora de cubrir nuestras necesidades básicas (alimentación, salud, entre otras) con vocación y sin un salario justo no podemos estar conformes», agrega Andreína Sepulveda. La educadora con 13 años de ejercicio recuerda que con su primer sueldo, que fue acumulado por siete meses, pudo comprar una nevera, hacer mercado y comprar ropa y zapatos.

Con Sepulveda coinciden Gricelda Sánchez y el también director general de la Fundación Arturo Uslar Pietri, Eric Ondarroa, quien asevera que si se pone en practica el plan «el gobierno estaría poniendo como carne de cañón a los educadores».

Ondarroa opina que con la idea se corre el riesgo de que la situación que viven los profesionales de la salud por el coronavirus se replique en los docentes, que también están mal nutridos y no goza en las escuelas ni de un servicio médico.

Las fuentes consultadas por TalCual aseguran que la negativa a volver a las aulas o a las clases no es por falta de vocación, pues durante muchos años ese ha sido el motor que los ha llevado a lo salones a pie porque no tienen cómo pagar pasaje y en muchas ocasiones sin un bocado de comida.

Por su parte, Gricelda Sánchez expresa que el maestro venezolano se cansó de subsidiar al Estado y descubrió, justos en estos momentos de pandemia que, haciendo cualquier otra cosas pueden ganar diariamente lo que en aulas les cuesta un mes.

Ahora el sueldo apenas podría alcanzar para una caja de ibuprofeno, que oscila entre 1.000.000 y 1.200.000 bolívares y hay profesores que ganan menos de eso «¿Con qué compramos una medicina para atendernos cualquier malestar?», se pregunta.