The New York Times | Hay temor entre algunas familias venezolanas por las deportaciones de Trump: “Ahora está en un abismo y quién lo va a rescatar”

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El hijo de Mirelis Casique, de 24 años, habló con ella por última vez el sábado por la mañana desde un centro de detención de Laredo, Texas. Le dijo que lo iban a expulsar con un grupo de venezolanos, pero que no sabía adónde se dirigían.

Por The New York Times

Poco después, su nombre desapareció del sitio web de las autoridades de inmigración estadounidenses. Desde entonces, Casique no ha vuelto a saber nada de él.

“Ahora está en un abismo y quién lo va a rescatar”, dijo el domingo en una entrevista desde su casa en Venezuela.

La deportación de 238 venezolanos a El Salvador este fin de semana ha sembrado el pánico entre las familias, que temen que sus parientes se encuentren entre los entregados por el gobierno de Donald Trump a las autoridades salvadoreñas, aparentemente sin el debido proceso.

Los hombres fueron descritos por la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, como “terroristas” pertenecientes a la banda Tren de Aragua. Los calificó de “monstruos atroces” que habían sido detenidos recientemente, “salvando innumerables vidas estadounidenses”. Pero varios familiares de hombres que se cree que pertenecen al grupo afirman que sus seres queridos no tienen vínculos con la banda.

El domingo, el gobierno de El Salvador difundió imágenes de los hombres esposados siendo conducidos a una megaprisión de mala fama durante la noche, con las cabezas recién afeitadas.

Al igual que otras familias venezolanas, Casique no tiene pruebas de que su hijo, Francisco Javier García Casique, forme parte del grupo que fue trasladado a El Salvador el sábado como parte de un acuerdo entre el presidente Nayib Bukele y el gobierno de Trump. El mandatario salvadoreño se ha ofrecido a retener a los migrantes venezolanos a expensas del gobierno estadounidense.

Sin embargo, Casique dijo que no solo había desaparecido el nombre de su hijo del sitio web del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, sino que también lo reconoció en una de las fotos de los deportados recién llegados que ha difundido el gobierno de El Salvador. Cuando lo vio en la fotografía, dijo, se sintió “quebrantada ante la injusticia” de lo que estaba ocurriendo.

Ninguno de los gobiernos ha hecho públicos los nombres de los deportados venezolanos, y una portavoz del gobierno salvadoreño no respondió a una solicitud de que confirmara que el hijo de Casique era parte del grupo. El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que supervisa el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, tampoco respondió a un pedido de que confirmara si García había sido deportado a El Salvador.

Casique dijo que había identificado a García por los tatuajes de uno de sus brazos, así como por su constitución y complexión, aunque no se le veía la cara. La foto muestra a un grupo de hombres con camisas y pantalones cortos blancos y la cabeza rapada, con los brazos sujetos a la espalda.

En los últimos años, los venezolanos han emigrado a Estados Unidos en cifras récord, a medida que su país se sumía en la crisis bajo el gobierno de Nicolás Maduro. Dado que Maduro, a diferencia de la mayoría de los demás dirigentes de la región, no ha aceptado vuelos regulares de deportación procedentes de Estados Unidos, el gobierno de Trump ha estado buscando otras formas de deportar a los venezolanos.

El domingo, el gobierno de Venezuela denunció enérgicamente el traslado de los migrantes a El Salvador, afirmando en un comunicado que Estados Unidos había utilizado una ley obsoleta —la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798— para llevar a cabo una operación ilegal que violaba las leyes estadounidenses e internacionales.

Desde el inicio de su campaña presidencial, Trump se ha centrado en el Tren de Aragua y su presencia en Estados Unidos. Cuando deportó a un gran grupo de venezolanos el mes pasado a Guantánamo, una base militar estadounidense en Cuba, Trump también dijo que los deportados pertenecían a la banda, afirmación que algunos de sus familiares han negado.

Ni Estados Unidos ni el gobierno salvadoreño han ofrecido pruebas de que los migrantes estén relacionados con el Tren de Aragua, una banda que se originó en las cárceles de Venezuela pero cuyo alcance se extiende ahora por toda Latinoamérica. Trump, cuyo gobierno la designó grupo terrorista, se ha centrado en incidentes que, según dijo, demuestran la presencia de Tren de Aragua en Estados Unidos.

Bukele dijo que los deportados serían retenidos durante al menos un año y obligados a realizar trabajos y asistir a talleres en el marco de un programa denominado “Cero Ocio”.

Casique dijo que su hijo no estaba afiliado a ninguna banda y que había entrado en Estados Unidos para solicitar asilo a finales de 2023, tras varios años trabajando en Perú para mantener a su familia en su país. Durante su viaje hacia el norte, resultó lesionado en México al caerse de un tren, dijo.

García, quien se había entregado a las autoridades en la frontera estadounidense, fue detenido en una comparecencia rutinaria ante funcionarios de inmigración el año pasado, después de que observaron sus tatuajes, dijo Casique.

Los tatuajes, que según ella incluyen una corona con la palabra “paz” y los nombres de su madre, abuela y hermanas, llevaron a las autoridades a poner a García bajo investigación y a etiquetarlo como presunto miembro del Tren de Aragua, según Casique.

García permaneció en un centro de detención de Dallas durante dos meses, dijo su madre, pero un juez decidió finalmente que no suponía un peligro y le permitió quedar en libertad siempre que llevara un dispositivo electrónico para seguir sus movimientos.

The New York Times no pudo verificar de forma independiente por qué había sido retenido y puesto en libertad.

Tras la toma de posesión de Trump este año, García empezó a preocuparse, pero Casique recordaba haber dicho a su hijo que no tenía nada que temer: el gobierno dijo que primero perseguiría a los delincuentes.

Pero el 6 de febrero, las autoridades llegaron a la puerta de García y se lo llevaron detenido.

“Yo le dije que siguiera las normas del país, que no era un criminal y máximo lo iban a deportar”, dijo Casique. “Pero fui muy inocente, pensé que las leyes lo iban a proteger”.

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