En un 2021 que se plantea a priori no muy diferente al 2020 en lo referido a la situación sanitaria, planificar y plantearse objetivos parece difícil. ¿Cómo generar estímulos cuando las dudas son más que las certezas? La opinión de cuatro expertas en Psicología
Por Valeria Chavez / Infobae
Una pandemia irrumpió de manera inesperada en nuestras vidas, dejando inconclusos muchos de los objetivos que más de uno se propuso el primer minuto de 2020 al levantar la copa. En pausa quedaron viajes, bodas, fiestas de egresados, mudanzas, proyectos, la vida…
Con más certezas, pero todavía muchas dudas, comenzó un nuevo año y es inevitable renovar las esperanzas. Casi que viene impresa en el ADN humano esa necesidad de creer que algo superador está por venir y que la página por escribirse será mejor que la que quedó atrás.
“Despedimos un año épico, que nos convocó a una sensación unánime de pérdida”. Para la licenciada en Psicología Luján Rossetto (MN 45356) “al margen de que para muchas personas hayan existido oportunidades y grandes aprendizajes, el dolor que todo esto implicó de manera colectiva es innegable”.
En ese contexto, “se percibe, se intuye que lo que viene probablemente al menos en el corto plazo no va a ser muy diferente en cuanto que se sabe que todavía falta que se sigan desarrollando estrategias médicas, políticas, sociales y económicas para poder seguir abordando la pandemia y sus consecuencias”, consideró la especialista, para quien “algo muy importante es registrar que el primer impacto, y todo lo que tiene que ver con lo traumático -que está relacionado con todo lo que irrumpe y sucede de un momento para otro- ya sucedió, con lo cual como se dice en la jerga popular ‘el primer porrazo es el que más duele’, por lo que el backup de lo vivido y aprendido y con las innumerables estrategias que fuimos asimilando algo de todo esto va a hacer que lo que se tenga que transitar sea no menos doloroso o agotador, pero al menos impactante que no es poco”.
En ese sentido, la licenciada y doctora en Psicología María Gabriela Goldstein (MN 25680) señaló que “cada fin de año lleva implícita la promesa de algo nuevo y mejor para el año nuevo; es una marca de fuerte significación simbólica: el final de una etapa, y el inicio de otra, proponerse metas, tanto para cumplir, como para dejar atrás, y más aún en el final de una año tan inimaginable como este”.
“El nuevo año es un año también marcado por la pandemia, por esta razón habrá momentos de salida de la crisis y momentos de vuelta a situaciones anteriores. Quizás sea más saludable y menos estresante plantearse objetivos o metas asumiendo la posibilidad de modificarlas en el devenir del año acorde a lo que vaya pasando en el contexto en el cual vivimos”, destacó a su turno la licenciada en Psicología Patricia Martínez (MN 24411), quien hizo hincapié en que “probablemente en el mundo actual y en el contexto en el cual toca vivir la mejor manera de cumplir las metas que nos proponemos, es tratar de ajustar esas metas a nuestra realidad y posibilidades”.
Mariam Holmes es doctora en Psicología, especialista en clínica, docencia e Investigación en Psicoterapia orientada en Mindfulness (MP 20463) y ante la consulta de Infobae sostuvo que “para encarar el nuevo año y la vida en general se necesitan fundamentalmente tres cosas: intención, atención y actitud. Las investigaciones en el área de las neurociencias contemplativas, que entre otros aportes se nutre de los beneficios del Mindfulness, recogen un enorme caudal de evidencia científica acerca de la importancia de estos tres elementos y del modo en que impactan en la vida de las personas”.
Y amplió: “Intención, tomando conciencia de nosotros mismos, de nuestros proyectos e invitándonos deliberadamente una y otra vez a ser conscientes de esas metas y esos valores que queramos encarnar en acciones concretas, conscientes de que implicarán desplegar un movimiento intencional, significa que lo que nos propongamos no va a ocurrir espontáneamente, sino que requerirá de un esfuerzo consciente. Por otro lado, prestar atención, tomando registro de nuestros pensamientos, emociones, sensaciones físicas y de nuestras circunstancias. Registrar los pensamientos nos ayudará a identificar todos aquellos diálogos internos en los que muchas veces nos decimos que no podremos lograr lo que nos proponemos, que no somos capaces o lo suficientemente buenos, para darnos cuenta de que están allí, verlos con claridad y dejarlos ir, sin identificarnos con ellos”.
Y tras destacar que “prestar atención a las emociones permitirá aprender a identificar las señales que brindan como una brújula acerca del camino que se va tomando”, la coordinadora del Departamento de Investigación Sociedad Mindfulness y Salud, docente e investigadora de la Universidad del Salvador y la Universidad de San Martín agregó: “Atender a nuestro cuerpo es vital para poder registrar sus necesidades y desplegar hábitos de autocuidado y por último prestar atención lo que nos rodea, nos permitirá conectar de un mejor modo con los demás para nutrir nuestros vínculos, así como también poder percibir con mayor claridad las oportunidades que nos da la vida, las que muchas veces no somos capaces de identificar cuando vamos en piloto automático. Y por último -y este punto es muy importante- nos hará falta actitud, referida al modo en que nos vinculamos con todo aquello que ocurra en nuestra vida”.
Holmes puntualizó que “hay un conjunto de siete actitudes y cualidades que serán nuestras aliadas: el no juzgar las cosas como positivas o negativas, la aceptación de lo que sea que esté ocurriendo en nuestra vida, el dejar ir aprendiendo a no apegarnos a situaciones, vínculos, estados emocionales etc, tener paciencia y no forzar, mantener una mente de principiante que nos permite mirar lo cotidiano con mucha curiosidad y por último tener confianza, mucha confianza en la vida y en nosotros mismos”.
Para Goldstein, quien es la flamante presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y miembro miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Internacional, “tener expectativas y objetivos para el nuevo año es muy importante para sostener la idea de proyecto, porque es la proyección de uno mismo en un futuro en otras condiciones y con logros, y la posibilidad de investir nuevos objetos y objetivos. Uno de los elementos clave es que la capacidad de desear del ser humano, que es un dato de salud psíquica, esté ligada al ‘principio de realidad’, es decir que sea realizable y que el trabajo que implica llegar a un objetivo, esté considerado”.
“En el contexto de la pandemia, es importante la flexibilidad y creatividad, para que manteniendo el ‘norte’ del proyecto, aceptemos la variables o caminos más largos para llegar a ellos”, destacó, al tiempo que Martínez, quien es especialista en familia de Halitus Instituto Médico reparó que “siempre es recomendable revisar la hoja de ruta, ya que un buen plan es siempre flexible, no cambiante pero sí flexible”. Para ella, “si nos quedamos sujetos a ideas, objetivos o recursos de primera mano y no relevamos los cambios que se van produciendo en el andar es probable que cometamos muchos errores”.
La prueba de esto es el año que transcurrió, en el que si cada uno no hubiera reformulado sus objetivos, metas, proyectos y procesos nadie habría podido navegar esta crisis tan profunda que atravesó el mundo entero. “Es recomendable el feedback permanente para ver qué modificaciones necesitamos realizar para alcanzar nuestros objetivos -enfatizó Martínez-. En pandemia, como en toda situación de crisis, los objetivos a corto plazo suelen ser menos estresantes y más accesibles, por lo tanto es más recomendable en el atravesamiento de este tipo de situaciones plantearse otras metas. Las metas a corto plazo nos permiten corregir el rumbo y nos generan una satisfacción más cercana, lo cual a su vez retroalimnenta positivamente el equilibrio emocional y nos permite relanzar nuevos objetivos”.
En este punto, Rossetto aportó que “todas las estrategias que se planeen para 2021 van a tener que ser a corto plazo y al menos sabiendo que hay algo susceptible de ser modificado en cualquier momento”. “Nadie se anima a desafiar al futuro ni a tener una postura omnipotente con lo que vendrá; la sensación o la ilusión de control se terminó de perder este año y así conviene encarar lo que viene: con la certeza de que nada es seguro, nada es concreto ni del todo posible -reflexionó-. Siento que son las ideas que nos van a ayudar a enfrentar lo que viene y a saber que lo que dispongamos puede ser modificado incluso a último momento”.
En la misma línea, Goldstein observó: “Es fundamental aprender lo que llamamos creatividad, que es abrir variantes en nuestros proyectos y tolerar la frustración, que es parte también de ser creativos. Porque si la toleramos sosteniendo el deseo, es la posibilidad de encontrar nuevas opciones, y también descubrir lo nuevo, que puede traer también cosas buenas, conocer, comprender, tolerar los diferimientos en el tiempo, es subjetivarse y tener más recursos genuinos para lo que nos proponemos y también lo que la vida nos propone como desafíos, que no habíamos pensado”. Para ella, “la ilusión creativa, junto a la noción de trabajo, es decir el recorrido que llevan los logros, son claves para seguir haciendo proyectos, no sólo a corto plazo, sino también con expectativa de un futuro vivible y con cierto grado de bienestar, más allá del malestar que imponen estos tiempos”.
“Algo que nos enseñó el 2020 es a amigarnos con la incertidumbre y a tomar consciencia de la impermanencia, eso de por sí nos invita a mantener nuestra mente y nuestro corazón mucho más centrados en el presente, lo que de hecho nos permite apreciar de un mejor modo la belleza de lo cotidiano, de lo pequeño y de lo imperfecto como oportunidad de crecimiento -apuntó Holmes-. Así que de algún modo, el movimiento es mirar un horizonte a largo plazo para permitirnos soñar, proyectarnos y saber hacia dónde vamos, pero a cada paso volver mirarnos los pies, en una invitación a traer nuevamente la mirada al presente, que es a ciencia cierta lo único que hay”.
– ¿Cómo diferenciar un objetivo exigente o ambicioso de un autoboicot?
– Holmes: La clave está en registrar la cualidad con la que nos tratamos a nosotros mismos, la autoexigencia, el auto juicio y el perfeccionismo por lo general obstaculizan la concreción de metas y nos llevan a postergar y patear hacia adelante, nos ponen hiper reflexivos, nos dejan atrapados en nuestros propios pensamientos llevándonos a procrastinar como un modo de eludir nuestras intenciones vitales.
Llevar adelante metas elevadas pero realistas requiere además de enfoque de una actitud de amabilidad, paciencia, autocompasión y autocuidado hacia nosotros mismos junto con una actitud de libertad y responsabilidad, es decir que sintamos que las expectativas de éxito dependen de factores internos (lo que llamamos locus de control interno) como confianza en nuestras habilidades y ganas de aprender, nuestro compromiso, nuestra pasión etc. en lugar de asumir que alcanzar nuestras metas depende de factores externos como el azar o la suerte.
– Martínez: A menudo cuando escuchamos a algunas personas plantear sus propios objetivos para un nuevo periodo laboral, para un nuevo año académico o simplemente para el año por venir nos damos cuenta que más que un objetivo se está sumando un factor de estrés.
Un objetivo exigente es aquel que nos va a ayudar a crecer, evolucionar y desarrollarnos, es un objetivo “que suma”, que motoriza. Cuando el objetivo sólo genera estrés y no podemos pensar más que en llegar a cumplirlo incluso perdiendo de vista la ganancia que hay en ello, deja de ser un objetivo y se convierte en una obsesión o en una idea obsesiva y por lo tanto es un autoboicot, genera estrés y en pocas palabras nos juega en contra.
– ¿Qué objetivos conviene ponerse de cara a un año que a priori se sabe que no va a ser muy diferente a este que termina referido a la pandemia y a las limitaciones que nos impone?
– Holmes: Los momentos de crisis siempre son una buena oportunidad para revisar nuestras prioridades, preguntarnos si aquello a lo que le dedicamos tiempo a diario realmente coincide con lo que es verdaderamente valioso para nosotros. La incertidumbre y las situaciones límites son un espacio propicio para interrogarnos acerca del verdadero sentido de propósito en nuestra vida, para descubrir cuál es nuestra misión y proponernos obrar en consecuencia. Nos debemos un espacio para revisar esto de manera individual y como comunidad, y esta es una oportunidad propicia para ello.
Abrirnos un espacio que nos permita capitalizar lo que el 2020 nos dejó en oportunidades de aprendizaje. Descubriendo el sentido incluso al sufrimiento que nos ha tocado atravesar y desplegando la resiliencia que nos permita salir transformados positivamente de esta situación adversa para tejer juntos un entramado solidario que nos haga más fuertes como comunidad y no permita desplegar una vida cada vez más plena, auténtica y colmada de sentido.
– Martínez: El mundo entero está esperando este 2021 con gran expectativa aguardando esa vacuna milagrosa que nos lleve, como si fuera una nave salvadora, a puerto seguro.
Este año nos dejó un poco náufragos a todos. Fuimos náufragos y sobrevivientes de un desastre que muchos de nosotros no habíamos visto antes.
¿Cómo nos preparamos o nos ponemos metas para el próximo año? ¿Cómo generar estímulos, objetivos, etc cuando la vida misma es la que está en juego? En este contexto todo parece encontrar otro ordenamiento. Volver a poner en orden las cosas no es tarea fácil, con la nueva normalidad y conviviendo todo el tiempo con la inseguridad que nos da un enemigo invisible capaz de mutar y mostrar una y otra vez sus mil caras.
En este nuevo orden del mundo los objetivos y metas que nos tracemos tienen que ser adecuadas y a corto plazo.
Pensemos en cuando estamos subiendo una escalera, si miro el último escalón quizá me mareo y me puedo caer, en ese caso mi objetivo de llegar a lo más alto no podría conseguirlo, en cambio si sólo miro el escalón que tengo por delante seguramente mi paso será más seguro y en algún tiempo llegaré adonde quiero arribar.
El 2020 fue un espiral que nos arrastró a toda velocidad, quizá podemos plantearnos estrategias para que el año próximo sea una escalera, que peldaño tras peldaño nos conduzca a la salida.
– ¿Cómo manejar la frustración con lo que no se consigue?
– Holmes: Con la frustración como emoción en sí misma, así como con cualquier otra emoción que nos visite, lo que hay que hacer es darle la bienvenida, mantenernos cerca de nuestras emociones aun cuando se trate de emociones difíciles es algo fundamental para nuestro bienestar y nuestra regulación emocional. Dejar llegar las sensaciones físicas y las emociones sin intentar evitarlas ni huir de ellas nos da el tiempo suficiente para que ocurran dos cosas: que la emoción difícil cese porque cumplió su ciclo natural (sin que la perpetuemos en el tiempo a fuerza de mecanismos de evitación) y que aprendamos modos más saludables y adaptativos de vincularnos con ellas.
Y ahora sí, luego de haber atravesado la emoción, volver a llevar la atención hacia aquello que no hayamos conseguido, e invitarnos a tener algo de paciencia para tener la sabiduría suficiente que nos permita saber si debemos soltar y dejar ir o por el contrario nos toca renovar las fuerzas para volverlo a intentar.
– Martínez: La frustración no tiene amigos. Nadie quiere vérselas con ella, todos queremos evitarla y hacernos a un lado cuando avizoramos que algo puede llevarnos para ese lugar.
Pero por otro lado, no es menos cierto que de la frustración aprendemos mucho, y a veces las frustraciones nos ayudan a conocernos más, a avanzar, a aprender, e incluso a sentir más y mejor las cosas que nos pasan.
Muchas veces dejamos de hacer cosas por temor a frustrarnos y quizá enfrentar la frustración o enfrentar el riesgo del fracaso puede ser un buen desafío para plantearnos como personas. La frustración no es ni buena ni mala, somos nosotros buenos o malos en nuestras habilidades para enfrentarla.
A modo de cierre, Rossetto analizó que “algo que va a reducir el dolor, la angustia, el agobio que todo esto produce es mantenerse muy conectados y muy arraigados a aquellos lugares, escenas, personas, situaciones que remiten ‘seguridad y protección’”. “Así como en un primer momento de la pandemia hubo muchas parejas que se disolvieron (o hubo también a lo largo de este año muchas crisis intrafamiliares) me parece que al final de este recorrido también cada uno de nosotros pudo ir descubriendo aquellos lugares en los que frente a tanta amenaza externa nos sentimos seguros y protegidos -examinó-. Me parece que tener identificados aquellos lugares de remanso para seguir dando batalla es otra de las estrategias psíquicas y emocionales que van a ayudar a enfrentar lo que sigue”.
“En un contexto de pérdida y de caos constante buscar desde qué lugares o perspectivas aparece algo ligado a la protección y a la seguridad es una estrategia obligatoria para afianzar nuestra alianza con la vida”, concluyó.
Para usar la metáfora náutica a la que hizo referencia una de las especialistas, ante la incertidumbre, parece que amarrar anclas a lo que brinda seguridad es el camino. No se trata de quedarse en la zona de confort o ser poco ambicioso; más bien todo indica que en tiempos de aguas movidas ponerse metas claras y objetivos “cumplibles” es el camino. Tomar conciencia y entender la dimensión que cobra el “día a día” es una de las grandes enseñanzas que seguro nos dejará esta situación global. Ya habrá tiempo, una vez en tierra firme, de retomar los grandes pendientes.