¡UN PAÍS EN RUINAS! Sanciones de EEUU y la UE: La excusa perfecta del régimen para el desastre

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Venezuela cumplirá en 2020 su séptimo año corrido en recesión, tendencia que comenzó en 2014 cuando no existían las sanciones de EEUU y la UE contra ningún funcionario o institución del Estado, las cuales han sido tomadas como la excusa perfecta del régimen de Maduro para justificar el desastre económico del país. Aunque estas exacerban el panorama, no son el origen de una crisis que viene dada por un mal manejo crónico de las políticas económicas de la llamada revolución bolivariana

Ahiana Figueroa / Abelardo Pérez / TalCual

La excusa perfecta del régimen de Nicolás Maduro para justificar todas las fallas recurrentes en los servicios públicos, la destrucción de la principal industria del país (Petróleos de Venezuela, Pdvsa), y el desastre en general de la economía venezolana, ha sido las sanciones impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones contra personeros del chavismo e instituciones controladas por el actual gobernante.

Pero, excepto Cuba, en el mundo existen otras naciones sancionadas por el gobierno norteamericano que muestran mejores indicadores económicos que los de Venezuela. Incluso, las cifras venezolanas son peores que las de países que han enfrentado conflictos bélicos. Esta observación revela que el manejo de la política económica ha generado más daños que cualquier guerra.

«Venezuela en 2020 atraviesa su séptimo año consecutivo de recesión, que comenzó en 2014 cuando aún no había sanción alguna contra Venezuela. Pero, además, los precios del petróleo estaban sobre los 88 dólares el barril. Es decir, no hay correlación ni causalidad entre las sanciones e ingresos, porque el ciclo de contracción se inició sin sanciones y con moderados precios del crudo», explica a TalCual el economista José Manuel Puente, profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).

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Según el experto, se prevé que la economía venezolana muestre este año una caída de entre 15% y 20%, lo que provocará que el país haya perdido 70% de su Producto Interno Bruto (PIB) en un período de siete años.

«Venezuela es hoy la única economía en el mundo en mostrar hiperinflación. Uno no consigue entonces explicación entre las sanciones con el desajuste macroeconómico que vive el país, referido a términos recesivos, hiperinflación y escasez de bienes», subraya Puente.

Considera que ciertamente las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europa (UE), tanto individuales como colectivas, las financieras y las petroleras, lo que han hecho es exacerbar y profundizar el desajuste macroeconómico. «Esto es una realidad. Empeoran el enfermo, pero no es el origen de la enfermedad», y agrega que forzar un cambio político es el objetivo principal de la estrategia norteamericana y europea.

«Muchos de nosotros creemos en las sanciones individuales, directas a los líderes del régimen que incurren en hechos de corrupción e irregularidades, para que, de esa manera, se trate de quebrantar la coalición y se genere una transición política», añade Puente.

Excusa irresponsable
Por su parte, el economista Luis Oliveros califica de irresponsable el discurso recurrente del gobierno de afirmar que la actual crisis económica es producto de las sanciones, «hasta en el propio chavismo saben que eso no es así».

«Las sanciones no provocan la hiperinflación ni la caída del PIB, eso no tiene discusión. La hiperinflación en Venezuela tiene un origen fiscal, como ha sucedido en todas las partes del mundo en las cuales se ha presentado este fenómeno, donde hay un déficit que fue financiado con emisión monetaria. Parte de esa hiperinflación se la debemos a la brecha fiscal (entre ingresos y gastos) debido a la caída de los precios del petróleo, sin sanciones; luego con las sanciones empeoró la situación», subraya Oliveros.

Añade que las penalidades impuestas por la Casa Blanca y la UE buscan, «generar daño económico, buscan quebrar al gobierno del país sancionado. En el caso de Venezuela están muy enfocadas en el campo petrolero y si cualquier gobierno en el país no tiene ingresos en divisas por concepto de exportaciones petroleras, obviamente tendrá un problema grave de flujo de caja, una brecha fiscal importante y por lo tanto otros problemas generados a raíz de ello».

Récord mundial en caída
Según José Manuel Puente entre los años 1950 y 2018 no hay ningún ejemplo de economía alguna en el mundo que haya tenido siete años consecutivos de recesión y pérdida de hasta 70% de su PIB.

«No existe. Para poder conseguir algo similar tendríamos que ir a los años de la segunda guerra mundial o al crack de 1929. Pero en los últimos 70 años no hay ningún país en el mundo con una crisis económica como la que ha vivido Venezuela, ni que haya vivido siete años consecutivos de recesión, ni naciones sancionadas. Solamente comparable con países que han vivido conflictos bélicos», señala.

Recuerda que Venezuela es la segunda hiperinflación en el mundo del siglo 21, solo acompañada por Zimbabue.

«Es un fenómeno raro en el mundo. América Latina vivió hiperinflaciones múltiples como Argentina, Bolivia, Chile y la última en Perú en 1989. Pero la región aprendió la lección y entendió cómo manejar su política económica y, especialmente, la monetaria y la fiscal. Venezuela es un caso fuera del promedio que vive desajustes macroeconómicos vinculados a los malos manejos de las políticas económicas», acota.

Otros sancionados
Pero ¿qué pasa en otros países que también están en la lista negra de EEUU y la UE, sin embargo sus economías no han llegado al nivel de la venezolana? Por el contrario, están relativamente activas a pesar de la pandemia por la covid-19.

Uno de los ejemplos más representativos es la República Islámica de Irán. Esta nación –sancionada y en perenne conflicto con EEUU desde hace más de tres décadas– tiene suficiente gasolina y alimentos como para importar a Venezuela.

Otro caso es el de Belarus (o Bielorrusia), país aliado del chavismo desde 2007, antes con el fallecido Hugo Chávez y ahora con Nicolás Maduro, con el que suscribió acuerdos en las áreas de petróleo, vivienda y hábitat, agricultura, así como ciencia y tecnología.

Esta nación -cuyo presidente, Aleksandr Lukashenko, lleva 26 años en el poder- anunció que en junio pasado sus reservas internacionales crecieron hasta 8.800 millones de dólares.

Además, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la inflación de este país asiático a finales de año se mantendrá por debajo de los dos dígitos (5,6%). Muy al contrario de Venezuela que lleva tres años en hiperinflación y con una tasa interanual de 3.524% a junio de 2020, de acuerdo al último reporte de la Asamblea Nacional.

Esto ocurre a pesar de que desde 2006 la Casa Blanca mantiene un régimen de sanciones contra Minsk porque las acciones de ciertos funcionarios «representan una amenaza para la seguridad nacional y la política exterior estadounidense».

Un panorama similar se presenta con Rusia, que a pesar del desplome de los precios del petróleo que se han registrado en 2020 debido a la pandemia por el coronavirus, proyecta para finales de este año una inflación de tan solo 3,1%.

Este país frenó su crecimiento en 2019 al cerrar en 1,3% luego de un 2,5% obtenido en 2018. No obstante, el gobierno ruso decidió acelerar un plan de inversiones y de estímulo para reactivar la economía. Este programa tuvo sus tropiezos debido a la pandemia, lo que ahora llevará a la economía a caer entre 4% y 6% este año, según los cálculos del Banco Central de Rusia.

Guerras y revolución
Otros casos, como Irak, Líbano, Libia y Sudán del Sur son más emblemáticos: no solo están sancionados sino que incluso han pasado por conflictos bélicos, pero sus cifras macroeconómicas no son ni remotamente tan alarmantes como las venezolanas.

También están los casos de Cuba y Somalia que no ofrecen datos al FMI. Por 61 años, en la mayor de las antillas del Caribe se ha mantenido la «revolución» (con un inmenso costo para la mayoría de sus habitantes) gracias a su precaria pero suficiente industria turística, y a la «exportación» de su mayor recurso: el humano, traducido en médicos y entrenadores deportivos que hoy se encuentran diseminados por muchos países.

Mientras de Somalia, cuyo conflicto interno han inspirado películas como La caída del halcón negro y Capitán Phillips, se conoció que el pasado 25 de marzo, tanto el FMI como el Banco Mundial aprobaron su elegibilidad para el alivio de su deuda en virtud de la Iniciativa para los Países Pobres muy Endeudados (PPME, por sus siglas en inglés). Esto permitirá a Somalia realizar mayor inversión social en los próximos tres años cuando su deuda se reduzca irrevocablemente de $5.200 millones a $557 millones.

En el peor de dos mundos
«Cuando se revisa a los países que han sido sancionados, son naciones pobres que tienen problemas económicos muy grandes, no son precisamente ejemplos en el mundo de crecimiento económico y bienestar. ¿Que no han tenido el mismo deterioro que muestra Venezuela? Pues no han sido gobernados por el chavismo cuyas políticas destruyeron a la economía y luego junto con las sanciones se encuentren en la situación actual«, considera Luis Oliveros.

A su juicio, la realidad venezolana es muy diferente, «nosotros estamos en el peor de dos mundos: seguimos teniendo a Maduro y seguimos siendo víctimas de unas sanciones muy fuertes, y lamentablemente en el medio hay un conflicto político que no termina de resolverse».

Añade Oliveros que «Venezuela no tuvo forma de compensar la disminución de la producción petrolera y lo que hizo fue acudir al Banco Central para buscar los ingresos que le hacían falta para cerrar el déficit y eso originó una hiperinflación que aún estamos viviendo y que será la segunda o tercera más larga en el mundo».

¿Soluciones?
Oliveros afirma además que Venezuela no solo tiene una economía que no crece, sino que se hace cada vez más pequeña y más pobre. «Para corregir o eliminar esas distorsiones a largo plazo se debe recuperar la industria petrolera. Venezuela se encuentra también en default, la cual nos llegó sin que aparecieran las sanciones, pero si se quiere sentar hoy para resolver este tema no lo puede hacer. Si quiere abrir su sector petrolero y privatizar buena parte de los campos de crudo, no lo va a poder ejecutar debido a las sanciones», advierte Oliveros.

Mientras, José Manuel Puente considera que la única posibilidad que tiene el país de reconstruirse desde el punto de vista económico es generando una transición política, estableciéndose un gobierno de coalición o llamado a elecciones para un nuevo presidente y así crear un programa de estabilización económica con cuantiosas ayudas internacionales para rescatar crecimiento, abastecimiento y control de la inflación.

«Venezuela necesita un plan de estabilización macroeconómica que requiere una gran cantidad de recursos. Los ingentes recursos que se necesitan superan el financiamiento que podría suministrar el FMI. No hay que ir solo a los multilaterales sino a la comunidad internacional y usar como gran colateral el petróleo. Con las reservas de petróleo más grandes del mundo se puede pedir dinero prestado, para producir más crudo y para financiar los programas de subsidios, contar con insumos, repuestos y bienes finales», asegura Puente.