“Si nos paramos, no comemos”, dice Alexis a la AFP en una Caracas en cuarentena, uno de muchos venezolanos que debe salir a diario a trabajar para conseguir el sustento del día.
Encerrarse para protegerse del nuevo coronavirus es demasiado caro para los agujereados bolsillos de muchos venezolanos.
Quedarse en casa es un “lujo” que Alexis Torres, padre de dos niñas de 10 y 14 años, no puede darse con la economía de Venezuela devastada por la hiperinflación y seis años consecutivos de recesión.
“Yo no me puedo dar ese lujo de pararme, porque si nos paramos estamos fritos”, comenta a la AFP este hombre de 35 años, taxista motorizado, mientras espera por clientes en una esquina de Caracas, ciudad que cumple una semana semiparalizada por la cuarentena ordenada por el gobierno de Nicolás Maduro.
Yenny Amaya, por su parte, vive de limpiar casas y echa en falta los 300.000 bolívares -unos cuatro dólares- que cobra por jornada.
“La gente me dice: Yenny, no vengas”, relata a la AFP desde la habitación que alquila en Casalta, una zona popular del oeste de la ciudad.
“Para mí es horrible. Yo no recibo sueldo (…), hay que cuidarnos, pero el gobierno tiene que pensar en la gente que trabaja por día. ¿Cómo hace uno?”, lamenta esta mujer de 46 años.
Las actividades educativas y laborales están suspendidas en toda Venezuela, salvo en sectores básicos como alimentación, salud o telecomunicaciones.
Las autoridades dijeron haber confirmado 77 casos de COVID-19, sin muertes, en un país con sistemas de salud, electricidad y agua altamente deficientes.
Comida “casa por casa” y nóminas
La viabilidad de la cuarentena dependerá del éxito de planes estatales de apoyo a la población, subraya Henkel García, director de la firma de asesoría financiera Econométrica.
Sin embargo, advierte, “una política de ayuda de la magnitud que se requiere, necesita recursos y no los tienes”.
Maduro puso en marcha un plan especial para entregar alimentos “casa por casa” a siete millones de familias en este país de 30 millones de habitantes.
Además, sin aclarar cómo obtendría fondos, el mandatario socialista presentó el domingo medidas de compensación a los venezolanos.
Anunció que el Estado pagará nóminas de pequeñas y medianas empresas por seis meses y ordenó la supresión del pago de alquileres y de compromisos de crédito por el mismo lapso. Otorgará también “bonos especiales”.
Para el economista García, con medidas como suspender el pago de alquileres y créditos, Maduro “le esta cargando al sector privado el costo del plan”
Yenny y Alexis, mientras, se las arreglan como pueden.
La falta de transporte sería incluso un obstáculo para Yenny si es que la llaman para algún “trabajito”. El Metro de Caracas, que moviliza diariamente a 2,5 millones de personas, solo admite como pasajeros a quienes están cumpliendo tareas consideradas esenciales.
Alexis, con su motocicleta, ha visto mermada la clientela, pero aguarda con una mascarilla que le cubre el rostro. “Yo tengo que salir a guerrear, sin miedo, sin nada”, dice.
Maduro pide comprensión a los venezolanos. “No hay otra solución (…) Tengamos conciencia”, dijo.
“La pregunta es: ¿cómo sostener personas y empresas paradas con la economía en terapia intensiva?”, indica Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis.
Financiamiento
La falta de liquidez del gobierno, con los precios del petróleo desplomándose, la producción en caída libre y sanciones de Estados Unidos, es una amenaza.
El paso del tiempo puede disparar tensiones, estima García, “porque muchos no tienen cómo comer”.
Por ello, subraya, es vital para Maduro encontrar financiamiento. “Sin ayuda financiera internacional, yo veo bien difícil que se pueda paliar” la situación, señala.
Y la propia crisis política del país torna tortuoso conseguir ayuda.
La semana pasada, Maduro pidió al Fondo Monetario Internacional 5.000 millones de dolares para combatir al coronavirus.
La entidad desestimó el pedido por no haber “claridad” sobre el “reconocimiento” del gobernante, cuyo mandato, según varios países, proviene de elecciones fraudulentas.
Medio centenar de gobiernos, encabezados por Estados Unidos, reconocen al jefe parlamentario opositor Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela; pero es Maduro quien mantiene control territorial, policial y militar y maneja las finanzas públicas.