Estas últimas semanas en Venezuela particularmente han sido muy difíciles para la oposición. Paradójicamente en el marco de un proceso de conversaciones que se está desarrollando en México, han aflorado multitud de conflictos internos en los partidos y en las alianzas para la definición de candidaturas unitarias en diversos estados y municipios del país. Un ruido inconmensurable ha aparecido públicamente con muchos actos de rebeldía y desconocimiento de acuerdos establecidos. Y esto no es todo. Las diferencias públicas en relación al ejercicio del gobierno interino y el control de algunos activos de la República en el exterior también han agravado el cuadro.
Piero Trepiccione – Efecto Cocuyo
En medio de los tímidos avances de México, y con las expectativas de la mediación internacional que ha producido un primer acuerdo importante con el retorno de una observación electoral a cargo de la Unión Europea a los comicios de noviembre próximo; no se termina de entender el origen de la dispersión opositora. A sabiendas, además, que si la delegación que participa en México no garantiza una conexión articulada tanto con el liderazgo político interno del país como con la sociedad entera, debilita sus posiciones y pone en riesgo la negociación y añade un ingrediente adicional: el fortalecimiento de la posición de Nicolás Maduro en el escenario internacional.
Adicionalmente y según los estudios de opinión pública que se han venido realizando en las últimas semanas, el deseo de ir a votar venía mejorando con respecto al promedio histórico de participación en este tipo de comicios de carácter regional. Pero, ante el cuadro de profundas diferencias que se han venido presentando, esto pudiera ser causa de desmotivación para el electorado opositor o descontento con el gobierno. Las señales enviadas en términos de comunicación política son cada vez más confusas y pudieran complicar las reacciones de los votantes.
Qué hacer ante tamaña irresponsabilidad del liderazgo es una interrogante obligatoria que surge en las actuales circunstancias. Cómo obligar a un cambio de conductas del liderazgo que no se circunscriba exclusivamente al electoralismo. Surge aquí la necesidad fundamental de la participación consciente. De un enfoque más crítico y demandante de la sociedad a quienes deseen optar por cargos de representación popular. Por ejemplo, si los partidos no hacen primarias alegando falta de tiempo o dinero para seleccionar a sus candidatos, entonces, la población, ante una multitud de candidatos, debe prepararse para hacer una selección natural que favorezca a quien tenga las mejores condiciones y posibilidades para obtener la victoria. No es fácil, pero ante tamaña irresponsabilidad e inmadurez, algo hay que hacer.
El gobierno de Maduro se fortalece con cada metida de pata opositora. Con cada fragmentación, división, dispersión, nuevo partido que aparece y más aún, con candidatos que se empeñan en serlo aun cuando no tienen la menor posibilidad de ganar. Es inconcebible que una población ávida de una nueva forma de liderazgo se le someta a un cúmulo de inmadureces y malcriadeces, que terminan hastiando a la gente del ejercicio de la política. La reingeniería vale para la política también.