¡VENEZUELA TOCA FONDO! La cuarentena expone las graves heridas de la economía que agravan la subsistencia

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El salario y los bonos del sistema patria quedan desfasados muy rápidamente ante el acelerado aumento de precios a causa de la devaluación y la falta de políticas de estímulo fiscal y el recorte de gasolina.

José Rivas / correodelcaroni

En las ferias y mercados de Puerto Ordaz las personas sufren a diario la variación acelerada de los precios de los alimentos. La cuarentena como una medida extrema para frenar la COVID-19 y las fallas en el servicio de combustible han disparado los montos de los productos, bienes y servicios.

En la feria de Villa Colombia está comprando Richard Núñez, quien trabajó en la Siderúrgica del Orinoco durante 32 años hasta que se jubiló. Pese a la pandemia por la COVID-19, el exsidorista ha dejado de comprar productos de limpieza indispensables para la prevención de la enfermedad para darle prioridad a los alimentos ya que no puede costear todos los productos.

Aparte del salario mínimo de 250 mil y el bono de alimentación de 200 mil bolívares, el gobierno de Nicolás Maduro entregó el bono Quédate en Casa de 450 mil bolívares, sin embargo, este no alcanza para pagar un kilo de carne que puede costar 600 mil bolívares. “Lo que ganamos no nos alcanza para nada y los bonos que da el gobierno tampoco alcanzan”, indicó Núñez.

En sus compras solo llevaba verduras y hortalizas, considera que esta situación lo ha afectado de forma miserable, y solo le permite medio comer. Ve con preocupación la situación ya que de seguir los problemas económicos duda que tenga recursos para seguir subsistiendo.

“Para comprar ya no nos da”, comenta Juan Alcocer, auxiliar de calidad en la empresa Ferrominera Orinoco. Su dieta se ha visto perjudicada por los altos costos de los alimentos, tuvo que disminuir la compra de proteínas como la carne y el pollo.

Al haber cobrado su quincena el miércoles pudo salir a comprar alimentos, pretende llevar a la casa algo de queso que se cotiza a Bs. 495 mil el kilo, por lo que no cree pedir más de 500 gramos debido a la estrechez de su presupuesto. Aunque está incluido en el plan de contingencia de la empresa estatal y ha tenido mejores en el pago señala que el aumento de la comida evaporó su salario.

Considera que está en una posición privilegiada comparada con la de otras personas, pero ve con inquietud la situación económica la cual puede ir empeorando y obligar a más personas a salir a la calle a producir dinero. “La desesperación es de todos”, afirmó.

Oscar Torrealba, economista y miembro del Comité Académico de Cedice Libertad, señala que una de las causas que generó el aumento de los productos se debe a los bonos entregados por Nicolás Maduro. Considera que es probable que la entrega de este subsidio haya sido mediante la emisión de dinero sin anclaje por lo que generó el disparo de los precios.

Para el economista la insuficiencia de combustible también afecta en los costos de los alimentos por la paralización en la distribución de comida que genera grandes pérdidas y una disminución en la oferta de los productos. “Eso encarece todos los precios del mercado añadido a la cuarentena que en sí misma representa un shock de oferta”, dijo.

Disminuyen las compras

“El aumento que ha habido nos está desangrando totalmente” comentó Noelys León, compradora en uno de los mercados de Villa Central. Antes con lo que ganaba semanalmente podía comprar medio kilo de pollo, carne y un poco de chorizo, actualmente tan solo puede costear 200 gramos de carne molida la cual trata de rendir para toda la semana.

La devaluación acelerada del bolívar hace cuesta arriba la reposición de inventarios, señala Luis Rivas, comerciante del mercado de Puerto Ordaz | Fotos William Urdaneta

Economista Henkel García cree que sin cambio importante en los próximos días “vamos a ver cómo un grupo importante de empresas desaparece o despide personal”

Al ser madre de un niño de 9 años su preocupación es mucho mayor, relata que le ha tocado disminuir las porciones de comida por lo que su hijo queda con hambre y ella sin posibilidades de hacer algo. “Es duro decirle a un niño ya no hay más”, señaló León mientras se le debilitaba la voz.

Sus sobrinos en Brasil y Chile la ayudan a comprar algunos alimentos, pero considera que tiene que hacer milagros para poder rendir la comida al no tener ingresos suficientes. “Estamos comiendo para no morirnos de hambre”, cerró.

Ender Vizcaíno es vendedor de pescado y no tiene mayor clientela comprando sus productos en el mercado de Villa Central, Para él las ventas estaban caóticas antes de la pandemia y han ido empeorando con el pasar de la cuarentena.

No tiene tanta variedad de pescados, indica que el más demandado es el de menor costo: “Sardina es lo que más sale por el precio, está cara, pero es lo más accesible”, mencionó, el cual para ese momento vendía en 100 mil bolívares el kilo.

De febrero a abril los precios de alimentos han aumentado prácticamente el doble, productos como la leche en polvo variaron de 396 mil bolívares a 690 mil en solo dos meses. Los huevos por su parte pasaron de 245 mil a 650 mil, más del doble.

Aun así, empresarios trabajan de forma comedida para conseguir un balance entre los costos y el poder adquisitivo de los ciudadanos. “Si cambio de precio todos los días no vendo nada”, dijo una de las comerciantes del mercado municipal de Puerto Ordaz en referencia al manejo de la ganancia para poder continuar con las ventas.

Luis Rivas, comerciante del mercado de Puerto Ordaz, admite complejidad para reposición de inventario por el alza constante de los precios. “Es difícil, no es nada fácil la situación”, afirmó. Algunos distribuidores incluso han modificado la lista de precios por los costos adicionales de la gasolina.

Rivas administra actualmente un negocio de venta de alimentos, uno de los insumos más demandado en la cuarentena junto a la gasolina, pero aun así las ventas siguen bajas. “Las personas empiezan a comprar medio paquete, porciones de un tética de azúcar, buscando rendir el dinero”, declaró.

Medidas económicas

Oscar Torrealba considera que para lograr mejoras económicas durante la cuarentena debe haber una disminución de la presión fiscal, dar subsidios que vengan de un fondo de ahorros, no de la emisión de dinero y normalizar el suministro de combustible para evitar el incremento de los costos en los productos.

Manifestó que es necesario financiamiento internacional para la compra de alimentos y medicinas mientras sean los empresarios privados quienes lo realicen. “Hay que solucionar un problema humanitario, pero realmente la solución está en que el sector privado tenga la menor cantidad de trabas posibles para poder abastecer la economía nacional”, aseguró.

Sardinas es el pescado más comprado, sin embargo, las ventas no se equiparan a las del tiempo anterior a la cuarentena
Henkel García, economista y director de Ecoanalítica, considera que para lograr mejoras en la economía se necesita un plan de recuperación económica, con financiamiento externo y con la reactivación de la industria petrolera. “Un plan que no solo ataque la inflación, sino también los problemas de producción”, explicó.

Por la falta de políticas de estímulo fiscal, García cree que todo el peso lo está absorbiendo el sector privado. Teme que por las nulas medidas económicas que ha tomado el Estado solo se genere mayores problemas a los comerciantes y trabajadores. “Si no hay un cambio importante en los próximos días entonces vamos a ver cómo un grupo importante de empresas va desaparecer o va a despedir personal de una manera masiva”, advirtió.

La Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) a principios de 2019 aseguraba que solo quedaban 3.500 empresas de las 12.500 que estaban constituidas en el país. El Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) estimó para finales de 2019 que la contracción de la actividad comercial y de servicios en Venezuela sería de un 35% al cerrar el año.

Aparte de esto, los consumidores también se han visto perjudicados sin esperanzas de mejoras económicas. El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas estima que 9,3 millones de personas sufren de “inseguridad alimentaria”. En las encuestas realizadas a 8.375 personas calculan que un 60% han tenido que recortar las porciones que comen y un 20% ha tenido que vender bienes para poder comer.