Venezuela va a terminar el año con una inflación cercana a 1.000 %

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La eliminación de seis ceros al bolívar es el efecto más directo de la tercera reconversión monetaria en Venezuela. Menos números a la hora de pagar en los puntos de venta, en las facturas y en los libros contables. Aunque las preguntas claves siguen siendo: ¿si esta medida ayudará a la gente? ¿a las empresas? ¿a bajar la inflación? ¿a reactivar la economía nacional?

Margaret López / Efecto Cocuyo

Desde Efecto Cocuyo consultamos a la economista Tamara Herrera, quien es la directora y cofundadora de la firma Síntesis Financiera, para entender el resto de las implicaciones de esta decisión de la administración de Nicolás Maduro.

— ¿Era necesario este nuevo recorte de ceros al bolívar?
— Era necesario. Porque las empresas ya no podían operar. El número de facturas y de operaciones que había que hacer para un envío muy sencillo era enorme y generaba pérdidas. Era costosísimo y, además, generaba inflación para el consumidor.

La medida era necesaria porque las cifras resultaban inoperantes para la economía, pero el problema de base no se ha solucionado y ese problema es la inflación.

— ¿Puede decirse que Venezuela ya salió de la hiperinflación? ¿Llegó ese punto?
— Para declarar que Venezuela salió de la hiperinflación hace falta que pase un año sin tener una inflación intermensual de 50 % o más en un mes y eso, todavía no ha ocurrido.

Está por delante el reto de octubre y noviembre, que son meses típicamente de alta inflación. Hay que esperar si vamos a ver inflaciones de 50 % y sabemos que eso tiene mucho que ver con el tipo de cambio y con el desempeño del gasto público, que ahora tiene un aliciente electoral.

Venezuela es un país que va a terminar el año con una inflación cerca de 1.000 %. Eso sigue siendo un país con altísima inflación y con gravísimos problemas económicos.

— En las publicidades oficiales se habla de una nueva expresión monetaria y no de una reconversión monetaria. ¿Qué diferencias hay entre ambos términos?
— Se habla de una reexpresión monetaria, porque no están creando una nueva moneda. Primero, porque el código internacional del bolívar sigue siendo el mismo código ISO (VES 928) y, segundo, porque había el propósito de poder hacer esto sin recurrir a la creación de un nuevo cono monetario, de una nueva familia de billetes, para que quedara todo en términos electrónicos.

Lamentablemente, no tenemos un avance de estructura, de planificación, de estrategia monetaria, ni de plataforma tecnológica como para prescindir del uso del efectivo en el país. Es bueno que se propicie ese cambio y va a ocurrir, pero digitales todavía no somos.

En cambio, las reconversiones son eventos que ocurren poco y después de un gran reacomodo, después de un plan económico, cuando se tiene a la economía estabilizada. Las reconversiones se usan en los países que vienen de una guerra o de hiperinflaciones, entonces, crean su nueva moneda con un horizonte de décadas por delante.

— ¿Esta es una oportunidad para que se tomen otras medidas y la economía vuelva a crecer en el país?
— La reconversión monetaria no tiene nada que ver con eso. La reconversión no va a cambiar absolutamente nada.

El Banco Central (de Venezuela) y el Gobierno parecen muy decididos a mantener la recesión de la política monetaria para salir de la hiperinflación. El encaje bancario está en niveles que no se aplican en ninguna parte del planeta y la banca opera como un agente de servicio con una actividad crediticia limitada.

La gran diferencia entre esta reconversión y la que vivimos hace tres años es que, en aquel momento, todavía no se habían atrevido a salir del control de cambio.

El análisis de Tamara Herrera sobre el contexto de esta tercera reconversión monetaria en el país deja claro que leer los precios en bolívares y llevar los trámites contables ahora será más sencillo en el país. Sin embargo, para desatar los otros nudos económicos como la falta de crédito o la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores se necesitan otras decisiones económicas y en especial, un plan concreto para encaminar la recuperación.