«Vestido de la hiperinflación», la obra que llevó bolívares devaluados a museos europeos

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El billete de BsF 100, que en su momento fue apodado como «duro de matar» revive nuevamente como pieza central de un vestido confeccionado con bolívares fuertes y soberanos. Aunque ya no tengan valor monetario alguno, trascenderán a la historia en una obra que materializa cuatro años de hiperinflación

Por Valentina Rodríguez / Brian Contreras / talcualdigital.com

Dos mujeres observan con atención un maniquí que exhibe una camisa y una falda, ambas pomposas, hechas con decenas de billetes que muestran la cara de Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Luisa Cáceres de Arismendi y el Negro Primero.

Una de las espectadoras señala con el dedo índice de su mano izquierda el traje, parece estar contando las piezas. Esta imagen es la portada de la página web del Museo de Economía de Suecia (Kungliga Myntkabinettet), junto a la instantánea la palabra «hiperinflación» y una invitación a ver «Millonarios involuntarios y dinero sin valor» (Hyperinflation. Se utställningen om ofrivilliga miljonärer och värdelösa pengar).

La venezolana Katherine Hasegawa es la autora de esta obra, que antes de entrar a la pinacoteca sueca estuvo en una vitrina de la Universidad Anglia Ruskin de Cambridge (Reino Unido) y recorrió varios de los colegios universitarios del condado de Cambridgeshire. Junto a cada pasarela de este traje que rinde honor a la indumentaria típica femenina de Venezuela, la exposición de las causas y consecuencias de la hiperinflación que se instaló en el país sudamericano tras más de tres lustros de revolución bolivariana.

El recuerdo colectivo del venezolano ubica hace apenas cuatro años ese punto álgido de la hiperinflación venezolana, cuando los precios de bienes y servicios se duplicaban en cuestión de días. Los bolívares se depreciaban por cada hora que pasaran almacenados en las cuentas bancarias, por lo que la estrategia de muchos era gastarlos de inmediato o cambiarlos por un activo refugio como el dólar.

No fue sino hasta empezar a salir del ciclo de la hiperinflación que el ente emisor venezolano se sinceró y publicó sus números, pero edulcorados y muy por debajo de las estimaciones del Parlamento. Según el BCV, la inflación anual de 2018 fue de 130.060%, pese a lo elevado del número, es más de 10 veces inferior al publicado por la Asamblea Nacional electa en 2015.

Indistintamente de la cifra que se considere, los números se quedan cortos a la hora de explicar el descalabro que significó la hiperinflación para la economía y la población venezolana.

Entre noviembre de 2017 y diciembre de 2019 —período con mayores tasas de inflación— se decretaron 19 aumentos del salario mínimo que se disipaban en días porque ningún ajuste se equiparaba con la variación inflacionaria, además de que cada incremento significaba que el BCV emitiría dinero inorgánico que devaluaría al bolívar e incrementaría los precios de bienes y servicios.

El dinero en efectivo fue, junto a la población venezolana, la mayor víctima en este proceso. El bolívar fuerte, moneda emitida en 2007, quedó en total desuso en tan solo nueve meses desde el inicio de la hiperinflación.

Pacas descomunales de dinero eran requeridas para adquirir productos básicos, al punto de que las transacciones en efectivo prácticamente desaparecieron. Los billetes de mayor denominación de este cono monetario quedaron con el único uso práctico de pagar pasajes en el sistema de transporte público.

Nicolás Maduro intentó responder con la emisión de un nuevo cono monetario. Eliminó tres ceros a la moneda y los nuevos billetes, desde el momento de su aparición, ya tenían un valor reducido frente a la imperante inflación que impulsaba los precios hacia los cielos.

Como resultado, los nuevos billetes perdieron su valor rápidamente. Cuando los cajeros automáticos otorgaban billetes distintos al de mayor denominación, muchas veces estas piezas eran desechadas en plena calle. Se hicieron virales imágenes de contenedores de basura o avenidas enteras repletas de billetes inútiles, incluso a pocos metros del BCV.

Money art en Venezuela
Pero quizás el fenómeno más llamativo de esta etapa de la economía venezolana es que el billete, carente de valor, empezó a tener usos artísticos. Este fue el hecho que despertó la creatividad de Hasegawa, quien cursaba materias de economía en los últimos años de la carrera de Gestión de Empresas Internacionales y sus asignaciones se convirtieron en la semilla de lo que sería el vestido de billetes.

«¿Por qué los venezolanos están usando dinero como medio para hacer obras de arte?» fue la pregunta que dio pie a la confección de este traje y al proyecto que lo impulsa: educar y visibilizar las causas y consecuencias de la crisis económica y social de la Venezuela actual.

«La Universidad Anglia Ruskin celebra, anualmente, un evento multicultural con el que buscan que cada estudiante exponga su cultura y la comparta. Me invitaron a participar en la edición de 2019, en un principio pensé en montar un toldo y compartir arepas; pero luego entendí que esto podía ser una plataforma importante para mostrar lo que estaba pasando en mi país, para ese entonces Venezuela cumplía un año en hiperinflación; y justo antes de la invitación al evento había presentado un trabajo para mi clase de Economía, en el que elegí como tema la hiperinflación. Para el trabajo tenía que formularme una pregunta y responderla usando los conceptos económicos, la pregunta fue: ¿Por qué los venezolanos están usando dinero como medio para hacer obras de arte?», cuenta Hasegawa, quien es egresada de la Anglia Ruskin.

Las redes sociales fueron el motor que impulsó la tendencia de crear arte con los billetes devaluados. Lo que nació como una idea surgida posiblemente del aburrimiento se convirtió en un movimiento mediante el cual incluso se hacía crítica a las políticas económicas, al dejar al desnudo la ineficiencia de sus decisiones, con unas piezas de dinero que tienen menos valor que una hoja de papel blanco.

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