Ha tomado un giro inesperado el caso de Edgar Reyes, el diputado del Consejo Legislativo del Estado Bolivariano de Miranda, este jueves en la mañana, cuando el Ministerio Público a cargo del fiscal general designado por la Asamblea Nacional Constituyente, Tarek William Saab, le ha dictado orden de captura.
La causa es “violencia física agravada y amenaza agravada”, y con esto culminan los tres días estelares de Edgar Reyes, quien pasó de ser un oscuro diputado en el igualmente oscuro parlamento regional de Miranda (no importa que viva en Carabobo, misterios insondables de la revolución bolivariana) a lucir, pistola y cholas en mano, además de un potencial delito, por lo menos una profunda patanería, que no es delito, pero debería serlo.
Cholas Nike con medias, lentes oscuros y gorra Armani por delante, además de una franela negra que debió ser por lo menos una talla más grande, Reyes irrumpió en la opinión pública cuando, en una trifulca por la venta de un teléfono, fue grabado por algunos propietarios y clientes del centro comercial FreeMarket, de Valencia, Carabobo, con la pistola en la mano.
La verdad (todo sea dicho), más allá de la pistola, Reyes puede argumentar que su actitud no era amenazante, sino defensiva. Recibió por interpuesta persona un empujón, y ahí sacó el arma (sorprende que la Fiscalía no le impute uso indebido de arma de fuego, pero yo no soy abogado).
Esto ocurrió el 15 de diciembre, y causó sensación en las redes sociales. Si tal cosa existe, la opinión pública se dividió en tres toletes: los que criticaban que este caballero, insisto, funcionario del Consejo Legislativo del Estado Bolivariano de Miranda (que no debe ser precisamente Google pagando sueldos) se gastara 1.300 dólares en efectivo en un teléfono para su esposa; los que señalaban que actuaba como un malandro; y los que se fijaron en las cholas Nike con medias, que fueron unos cuantos.
No fue sorpresa, ayer 16 de diciembre, que la Guardia Nacional iniciara una “inspección” en el centro comercial FreeMarket.
Si lo fue, sin embargo, la declaración de descargo de 9 minutos de Edgar Reyes en sus cuentas de Instagram y Twitter, un poco delirante, por la pobreza del lenguaje, y porque en todo ese tiempo, Edgar Reyes ni siquiera puso explicar qué diablos pasó con el teléfono.
Quizás un asesor comunicacional le hubiera ahorrado esa vergüenza a él, y también, probablemente, a Héctor Rodríguez, a quien menciona por lo menos tres veces en ese video y que a estas alturas del partido debe estar pensando también cómo pasa agachado en esta situación.
Lo cierto es que el diputado Reyes, quien forma parte del partido ORA (Organización Renovadora Auténtica, uno de los primeros partidos “alacraneados”, a los que les cambiaron su directiva cristiana evangélica por una a gusto del chavismo, cuando el comandante todavía vivía) no tiene, hay que decirlo, mucha pinta de evangélico.
Más bien parece un colectivo, pero esa es otra historia. Reyes es sobrino de Luis Reyes, presidente nacional del partido ORA.
Todo queda en familia, y el que no ORA no mama, se dirá ahora, que por lo pronto, le tocan por lo menos unos días en una comisaría policial, seguro mucho mejor atendido que si fuera opositor; y probablemente, un severo tirón de orejas de Héctor Rodríguez, para que no lo mencione más.
Con quien, sin duda, no quedará mal es con su esposa: buen lío en que se metió por el regalo prometido, un celular de 1.300 dólares, que al final no pudo comprar, para el cumpleaños de la dama.
Esa esplendidez en un país en el que el salario promedio es de un dólar y mucha gente, la gran mayoría, tiene un presupuesto de menos de $100 para pasar la Navidad, sin duda, tampoco será olvidada.