Expertos replicaron hasta ocho clones en el Laboratorio de Virología de Wuhan del virus WIV1, al que añadieron las espigas de otros coronavirus hallados en cuevas de murciélagos. Dos de ellos muy infecciosos para el ser humano
El laboratorio de Wuhan en China es uno entre 50 en el mundo con el nivel más alto en bioseguridad.
Han transcurrido más de dos años desde que apareció el coronavirus en el mundo. Al principio el mortal virus, que parecía una rara neumonía, terminó convirtiéndose en una pandemia, y aún así, tras todos sus estudios y vacunas, su origen real todavía es un misterio.
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La misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que se dirigió a Wuhan, con el objetivo de investigar el brote inicial, no terminó con las muchas hipótesis que rodearon esta enfermedad.
Y según expertos, el origen más probable del coronavirus es que haya salido «de un laboratorio». Una teoría que, desde el inicio de la pandemia, ha estado en boca de muchos.
Las investigaciones en el mercado de Wuhan, donde se cree que pudo iniciarse el brote, no han dado con la fuente natural ni el animal que habría hecho de puente el virus antes de infectar a los seres humanos.
De hecho, la teoría más fuerte es que pudo salir del Laboratorio de Virología de Wuhan. En sus instalaciones, de acuerdo con la información que publica ABC, se llegaron a crear ocho virus similares al actual, siendo dos de ellos muy infecciosos para el ser humano.
Expertos solicitaron una «auténtica investigación»
En mayo de 2021, 18 de los más reputados virólogos a nivel mundial solicitaron una «auténtica investigación» para determinar el posible origen del coronavirus. Mediante una carta a la revista científica Science pedían que se investigara su origen, pues no descartaban que no fuese casual.
«Las teorías de la liberación accidental desde un laboratorio y de la propagación zoonótica siguen siendo viables», aseguraban entonces.
Entre los firmantes del documento destacaba Ralph Baric, un respetado científico de la Universidad de Carolina del Norte. Baric trabajó con Shi Zhelgli, experta en coronavirus de murciélago del Instituto de Virología de Wuhan. Años atrás, ambos publicaron un estudio sobre la técnica de la genética inversa, que les había permitido dar vida a un virus mediante su ADN para luego manipularlo y crear un coronavirus artificial.
Para ello emplearon la espina dorsal del virus SARS y la proteína de la espícula de otro coronavirus de murciélago parecido, el SHC014. Las pruebas en laboratorio mostraron una gran capacidad de contagio en humanos de este coronavirus.
El estudio, tal y como lo reseña ABC, buscaba prevenir futuras pandemias y servir de base para posibles tratamientos, generó gran polémica entre la comunidad científica, alertando del peligro de crear amenazas víricas en laboratorios, algo que previamente no existía de forma natural. Y, además, el hecho de que pudiera escapar del control del laboratorio.
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Pese a las críticas, la doctora Zhengli continuó realizando experimentos del mismo tipo, mediante la genética inversa, en el Instituto de Virología de Wuhan. En él la doctora, junto con el zoólogo Peter Daszak, recolectaron y almacenaron varios coronavirus de murciélago abundantes en el sureste de China y otros países vecinos.
En los resultados de sus estudios, los expertos replicaron hasta ocho clones en Wuhan del virus WIV1, al que añadieron las espigas de otros coronavirus hallados en cuevas de murciélagos. Y de acuerdo con sus conclusiones, al menos dos de ellos «se reprodujeron muy bien en células humanas».
Esta WIV1, el ‘pariente’ más cercano al SARS-CoV-1, que infectó a más de 8.000 personas entre 2002 y 2003 en el sudeste de Asia.
En este tiempo, muchos virólogos criticaron el hecho de que estos experimentos se realizarán dentro de un laboratorio de seguridad BSL-2. Un nivel de seguridad que, en sus propias palabras, es «similar a la de la consulta de un dentista».
Fuente: El Nacional