Por los medios oficiales y, sobre todo, a través su maquinaria de propaganda en Twitter, nos enteramos que maduro regresó a Venezuela, luego de una gira que abarcó varios países, de la cual no se conoce ni el objetivo ni los acuerdos firmados –si es que los hubo–, pues éste es el «gobierno del secreto», donde todas sus actuaciones son de espaldas al país y sin rendirle cuentas a nadie.
Lo primero que habría que señalar, es que la presencia o ausencia de maduro en el país, es indiferente para los venezolanos: ¡no importa, no se nota! Esté o no, la realidad es que no hay Presidente. El pueblo y los trabajadores siguen padeciendo su tragedia cotidiana, mientras que los factores del poder vinculados al gobierno, actúan a sus anchas, demoliendo las conquistas político-económicas del pueblo trabajador, como hacen ahora, con la última resolución de la ONAPRE, que en la línea de actuar INCONSTITUCIONALMENTE, imponiendo una POLÍTICA LABORAL REGRESIVA, sigue escamoteando los derechos y reivindicaciones a los trabajadores venezolanos, como parte del Paquetazo de maduro de 2018.
Lo segundo, es que la gira de maduro, a la que el Toby Valderrama califica muy bien, como «El viaje a ninguna parte», pasó absolutamente desapercibida para el mundo. A nadie le importó, ni en Europa, ni en los medios internacionales, su presencia. No hubo cobertura, no citaron ninguna de sus palabras; no tenía nada que decir, al menos, nada que interesara al mundo, agobiado por problemas tan complejos como la guerra, la falta de alimentos y la energía.
Evidentemente, maduro carece de carisma y brillo propio. Además, él y su gobierno, forman parte del grupo de gobiernos autoritarios, aquellos que reprimen a su pueblo y lo mantienen sumido en la pobreza y atraso, violando permanentemente nuestra Constitución y las leyes para mantenerse en el poder, así como violando los Derechos Humanos de nuestro pueblo, como lo ha señalado la ONU en sus respectivos informes.
Llama la atención que maduro haya llegado hasta Turquía, y no incluyó en su gira una visita a Moscú, para verse con Putin, estrecho aliado de su gobierno, quien se encuentra en severos problemas de aislamiento internacional por la invasión a Ucrania.
Aquí hay solo dos posibilidades: que Putin considere que encontrarse a maduro no le agrega nada bueno a su situación (Putin, en medio de la guerra, ha recibido a Naftali Bennett, Primer Ministro de Israel; Olaf Scholz, Canciller de Alemania; Antonio Gutérres, Secretario General de Naciones Unidas; el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, entre otros): o que, maduro, acostumbrado a actuar de manera oportunista, considere que visitar a Putin le haga daño, «lo raye» en sus negociaciones con la Administración de Joe Biden, para seguir salvando su cabeza y la de su entorno.
La ausencia de Moscú en la gira es más inexplicable aún, toda vez que, el nuevo canciller, Carlos Farías, viene de ser, precisamente y durante 5 años, Embajador ante Rusia.
El desinterés por lo que diga o haga maduro en el mundo, es aún más evidente, por el hecho de que, producto de la guerra en Ucrania, el mercado petrolero está en un proceso de desestabilización, tal como hemos venido reflejando en nuestro Boletín Petrolero (el cual invito a leer). En cualquier otra situación, con cualquier otro gobierno –por ejemplo, con el del Presidente Chávez–, lo que dijera o hiciera Venezuela en el ámbito petrolero, tendría un impacto tremendo sobre el mercado, subiría o bajaría el precio del petróleo, inmediatamente.
Pero, hoy día no es así, porque el colapso petrolero de Venezuela, producto de la pésima gestión de maduro, tanto en PDVSA, como en el Ministerio de Petróleo, hacen que sea absolutamente irrelevante lo que nuestro país tenga que decir, en estos momentos, en el ámbito petrolero.
Hoy día estamos en una situación de precariedad estratégica que he denunciado y advertido, permanentemente, desde hace años a través de mis escritos y opiniones. Nadie hizo caso, al contrario, sobre mi persona se desató la más terrible persecución política, acompañada de todo tipo de descalificaciones y agresiones. Nadie quiso escuchar, ni hacer nada.
La acción violenta del gobierno en contra de PDVSA y sus trabajadores y el abandono de la Política de Plena Soberanía Petrolera, ha provocado el colapso operacional de la industria, entre 2014-2022, nuestra producción petrolera ha caído en un 76% respecto a nuestros niveles de 3 millones de barriles día del 2013, para ubicarse hoy día en apenas 717 MBD, lo cual la coloca al país en los niveles más bajos del ranking de los productores de petróleo.
Esta dolorosa realidad, donde, producto del ensañamiento en contra de PDVSA, hemos perdido nuestras capacidades de producción y con ello el ingreso petrolero, no sólo, ha provocado el colapso de nuestra economía, condenando al pueblo a vivir en la pobreza, sino que le ha restado al país una carta poderosa en el terreno geopolítico: el petróleo.
La gira de maduro, aunque tocó la lista corta de países amigos heredada de nuestro pasado petrolero, fue carente de contenido, de impacto o interés político para el mundo, pues no estaba en capacidad de declarar o decir nada con respecto a la tensa situación del petróleo y del mundo.
Por ello, tal como hizo en su última visita a Turquía, cuando se fue a cenar junto a su comitiva a un lujoso y costosísimo restaurant de moda (Nusr-Et, del chef Salt Bae), jugando con la sal mientras le restregaba en la cara al pueblo venezolano sus excentricidades y lujos; ahora tuvo que recurrir otra vez a trivialidades para las redes sociales, esta vez paseándose en un camello junto a Cilia Flores, haciendo chistes malos, mientras el país se cae a pedazos, en una permanente «chanza» para llamar la atención con sus trucos publicitarios.
La realidad es que Venezuela está muy mal. La falta de un gobierno nacional, responsable, revolucionario; el colapso del petróleo y de la economía; la pobreza generalizada de nuestro pueblo y la «normalización» de la injusticia y la desigualdad social en el país, nos han colocado en los últimos puestos de la atención del mundo.
Atrás, muy lejos, quedó el impacto vibrante que significaba Chávez, como ejemplo para América Latina y el mundo, y el interés político que sus giras suscitaban, cualquier cosa que dijera, cualquier cosa que hiciera, todo tenía contenido, un contenido revolucionario.
Pero también quedó atrás, sepultada por el madurismo, la imagen de Venezuela como un país petrolero, a la vanguardia de la política petrolera internacional, con peso específico, como uno de los países más influyentes de la OPEP, con una producción de 3 millones día de petróleo y una firme política y doctrina petrolera.
Hoy día, el país se encuentra en una situación de extrema debilidad política, económica e institucional. El gobierno vive de ilusiones, de falsos positivos, atropellando a los trabajadores y a los venezolanos; entregando la industria petrolera y la economía nacional en medio del ilegal secreto de la Ley Antibloqueo.
El gobierno miente y desinforma permanentemente la realidad, a través de su aparato de propaganda y valiéndose de la estricta censura en el país.
En Twitter, el gobierno coloca como una victoria el hecho de que lleguen al país buques de empresas petroleras a cobrar con petróleo la inmensa deuda que el gobierno tiene con estas corporaciones. Esos barriles, no se utilizan para pagarle a los jubilados y pensionados de PDVSA, no son para atender las necesidades más urgentes del pueblo venezolano, no son para aumentar el salario o mejorar la calidad de vida de los trabajadores; sino, única y exclusivamente, para pagar deuda, es producto de las negociaciones secretas del gobierno.
Lo hemos dicho, el gobierno seguirá utilizando el país y sus recursos –particularmente el petróleo y a PDVSA– para negociar su sobrevivencia, para que le quiten las sanciones personales a sus allegados, como el caso de Erick Malpica; o para cuajar un pacto, cualquiera que sea, a costa de lo que sea, para mantenerse en el poder. El país está a la deriva, en el abismo del madurismo.
Mientras tanto, América Latina, afortunadamente, sigue presentando destellos de un cambio en la situación política; cambios y liderazgos que, cada vez, en mayor medida, evidencian lo anacrónico y contrarrevolucionario del gobierno madurista.
Hoy, Colombia decide por el cambio; existen altas probabilidades que arribe al poder un Presidente como Gustavo Petro, que representa la nueva cara de Colombia, el «Pacto Histórico» para superar la violencia, la injusticia social, la desigualdad y la pobreza impuesta por las elites a nuestro hermano pueblo colombiano. Junto a un fuerte abrazo a todos los padres en su día, deseo lo mejor para el pueblo de Colombia, el triunfo de las fuerzas populares colombianas, sobre la barbarie.
Por: Rafael Ramírez Carreño
Fuente: Aporrea