Tras el brote de coronavirus en Venezuela, el Ejecutivo ha ordenado el cumplimiento de una cuarentena social. Pese a los anuncios de estipendios por parte del Gobierno a los sectores más vulnerables, comerciantes informales comienzan a desafiar la cuarentena.
Anaisa Nazareth Rodríguez Bracho | El Cooperante
El ministro de Comunicación e Información del régimen, Jorge Rodríguez, informó sobre diez nuevos contagios por coronavirus, dejando un balance de 129 infectados y tres fallecidos.
“Felicito al pueblo venezolano que cumple la cuarentena social, colectiva y total con entereza, organización y muy consciente del momento crítico que vive la humanidad ante la amenaza de la Covid-19. ¡La prevención es tarea de todos! ¡Juntos saldremos adelante!, escribió Nicolás Maduro en Twitter.
Sin embargo, este fin de semana, vendedores ambulantes recorrían las calles de Caracas buscando vender chupetas, caramelos, café, cigarros y alimentos, pese a las restricciones.
Martha Barrios tiene 2 años vendiendo café y cigarros todas las mañanas en las calles de Artigas. Durante los días de la cuarentena sale con el temor de que la manden a su casa, pero dice que “si no sale a vender no tiene con qué comer”.
“Yo me quedé en mi casa los primeros días, pero soy pensionada y jubilada y eso no me alcanza, tengo que salir a vender porque soy sola, viuda desde hace 15 años y si no salgo a vender no tengo con qué comer”, explicó para El Cooperante en la estación del metro de Artigas.
“Yo vendo malojillo, café, manzanilla y cigarros. Estos días han sido difíciles porque hay poca gente en la calle y poco efectivo. Normalmente en un día bueno, en dos horas, ya vendí los dos termos, pero he vendido muy poquito”, lamentó.
Explicó que le ha costado conseguir la mercancía porque hay pocos negocios que abren. “No consigo a veces dónde comprar los cigarros y no puedo comprar los montes porque casi todo está cerrado”.
Relató dijo que los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y de la Guardia Nacional Bolivariana la han mandado a que se retire a su casa varias veces.
“Me han sacado. Ellos dicen que es hasta las 12, pero en la mañana me han sacado de aquí. Yo les digo que no puedo, que tengo que trabajar, pero no hacen caso. Mandan a todo el mundo para su casa, sin saber si tienen qué comer o no. Yo solo acepto efectivo porque me robaron el teléfono y no puedo usar pago móvil, imagínate con lo poco que vendo cuánto hago, me están cobrando en mi edificio 19 dólares para reparar el ascensor”.
La medida durará hasta que el presidente diga
En La Candelaria, un funcionario de la Policía Nacional Bolivariana recorría las calles adyacentes a la plaza de la Candelaria, usando tapabócas y guantes. Precisó que la orden únicamente permite la apertura de negocios de comida y de aseo personal, farmacias y supermercados.
“Hasta las dos de la tarde es lo máximo, porque las personas tienen que estar en su casa cumpliendo la cuarentena. Solo deben salir en la mañana a comprar comida y productos de aseo”, expresó.
Enfatizó que no hay toque de queda. “Bueno, si vemos a alguien caminando sin tapabocas le damos uno si tenemos, porque es obligatorio. Se busca la manera de que lo usen. Después de esa hora la gente tiene que estar en su casa, no los llevamos presos ni nada, pero tienen que acatar las medidas para que no hayan más muertos”, dijo el funcionario.
“Nuestro presidente hace lo correcto con estas medidas y esto durará hasta que lo diga el presidente”, enfatizó.
Ventas han disminuido un 75%
Una cuadra más adelante, el dueño la panadería San Gerardo, lamenta que por la llegada del coronavirus al país y las medidas de cuarentena nacional han disminuido las ventas. Aseguró que han retrocedido hasta 75%.
“Mira, todo está difícil. La gente solo compra pan y en la mañana. No tenemos horario de cierre porque son las autoridades las que dicen cuándo tenemos que cerrar”, manifestó.
Al momento de la entrevista, la panadería estaba vacía y en las barras, tres empleados. Al preguntarle cómo hará para pagar a los empleados si las ventas han bajado tanto, respondió:
«Dios proveerá y ya veremos hasta cuándo durará todo esto. Hasta ahora no conozco ningún negocio que haya cerrado, pero hemos pedido poquita mercancía porque no se vende mucho».
También, señaló que no han tenido problemas con los proveedores, porque “aún tiene mercancía de la última vez que se pidió”.
El pasado 11 de marzo, el diputado a la Asamblea Nacional Ángel Alvarado, aseguró que la canasta alimentaria en febrero se ubicó en 255 dólares y que para mantener a una familia de cinco integrantes se necesitan 18 millones 382 mil bolívares.
“Cuando vemos que el salario mínimo es 250.000 bolívares, nos damos cuenta que solo cubre 2% de la canasta”, destacó el parlamentario.
No estoy haciendo mucho, pero pa´ algo alcanza
En una camioneta de la ruta capitolio San Martín, una mujer que se subió a vender chupetas comentó que los primeros días de la cuarentena no salió porque no había nadie en la calle, pero ahora la gente está saliendo más y coincidió con los demás vendedores ambulantes en que “tiene que vender para comer”.
“Si yo no trabajo no como. Uno sale con miedo y no compro tanto porque no hay mucho efectivo, no estoy haciendo mucho, pero pa´ algo alcanza”, dijo al sonreír.
Según ella, lo más difícil es estar pendiente de que la policía no los baje y les quite la mercancía: hay que estar más activos, porque no hay casi nadie vendiendo y los policías y la guardia están viendo todo lo que se mueva, yo sé que es peligroso estar en la calle, pero más peligroso es no tener ni una harina.
“Yo tengo 2 hijos que tienen que comer, no tengo trabajo y con el fulano bono que va a dar Maduro que no sabemos ni cuándo llega ¿cómo hago para que mis niños coman?”, cuestionó.
De vender las 48 chupetas que trae en la bolsa a un costo de 20 000 bolívares cada una, la mujer podría ganar 960 000 bolívares, más del doble de un salario básico.