Aunque parezca buena la intención de que las estaciones de servicio trabajen las 24 horas, para satisfacer la demanda de los dueños de los vehículos, es difícil que tal deseo, expresado por la gobernante Carmen Meléndez, se cumpla en Lara.
Pacífico Sánchez | IMP
Declaración en tal sentido fue hecha por Azalea Colmenárez, secretaria general del Sindicato de Trabajadores de Estaciones de Servicio del estado Lara, quien señaló que, desde hace mucho tiempo, se dejó de trabajar de noche.
Porque el número de vehículos que se acercaba a las estaciones de servicio era muy poco, pero numeroso el de asaltos a mano armada a los despachadores del combustible por falta de vigilancia policial.
“Aquí los funcionarios policiales, también desde hace años, no se ven por las noches. No hay patrullaje”.
Además, no es rentable para los dueños de los establecimientos mantenerlos abiertos porque tienen que pagar más al personal.
“Ahora es más difícil que se animen a prestar el servicio, porque tendrían que establecer, como antes, tres jornadas de trabajo: de seis de la mañana a las dos de la tarde, de dos de la tarde a diez de la noche y de esta hora a las seis de la mañana. ¿Quién va a trasladar a esos trabajadores si no hay transporte? ¿Y cómo podrán los dueños de las estaciones de servicio cubrir los gastos del personal, si la venta de combustible ya no es rentable? ¿Y quien garantiza que no se va a ir la luz? Ninguna de esas bombas tiene planta eléctrica de emergencia”.
No cree Colmenárez en los anuncios del régimen. “El día de la Divina Pastora se dijo que aquí estaban llegando cincuenta gandolas de gasolina, cuando ni siquiera llegaban ocho o nueve y cada una repartía su carga a tres establecimientos”.
La gasolina que están trayendo no llega a las 46 bombas que hay en el municipio Iribarren, dijo. Más de la mitad se quedan sin recibir el combustible. Y las gandolas despachan a unas 9 mil litros y a otras 13 mil. Todo depende del número de islas que tiene cada estación de servicio, ya sea de dos o cuatro con igual número de surtidores.
“Y no sé por qué se sigue pidiendo a la gente que tenga paciencia, si ésta es la que sobra cuando los dueños de los automotores esperan hasta cuatro o cinco días para que les vendan los treinta litros que le corresponden por semana. Son miles los que han estado en cola hasta trece horas y no han podido adquirir el combustible. Se consideran burlados y vejados”, criticó.