Hitler, Chávez, Putin y muchos más… cómo se construye un dictador

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La caída del Muro de Berlín es inminente. El descontrol en las calles de Dresden crece día a día. Con un batallón de tanques listos para actuar, los oficiales soviéticos apostados allí piden a Moscú apoyo militar y ayuda. Sin respuesta, los tanques no salen a la calle y los agentes de la KGB quedan sin protección. “Putin dice que eso fue formativo para él. Cuando se necesitaba poder estatal, cuando la seguridad estaba en riesgo, no hubo apoyo”. Así fue cómo el hoy presidente ruso decidió que el poderío del aparato de seguridad estatal era una prioridad absoluta, y lo que puso en práctica a su llegada al poder, en 1999.

Por: Silvia Fesquet / Clarín

Lo relató John Sipher, ex agente de la CIA en Moscú en la época de la Guerra Fría, cuatro años atrás, cuando definió a Putin como “un zar de esta era moderna”, cuyo objetivo es “un Estado todopoderoso”, que necesita “tener a su alrededor países que le sirvan; de lo contrario se convierten en enemigos. Y el principal objetivo contra sus enemigos es causar pánico, caos y daño. Siempre están preocupados por una invasión”. Poco antes del ataque a Ucrania, Sipher alertó sobre la trayectoria de Putin y su total falta de escrúpulos en todo orden en sus 20 años en el poder, para imaginar de qué cosas llegaría a ser capaz.

Hoy por hoy, en plena guerra, crecen las comparaciones entre Putin y Hitler. Ya en el comienzo algo los acercó. Hacía un mes que éste había jurado como canciller en Alemania cuando se incendió el Reichstag. Si bien los historiadores todavía discuten si el fuego en el Parlamento fue causado por un joven holandés con simpatías por el comunismo o por las propias autoridades del régimen, lo cierto es que Hitler aprovechó las circunstancias para sancionar una serie de decretos de emergencia que restringían las libertades civiles.

En 1999, poco después de que Putin asumiera como primer ministro, se produjeron varios atentados con bombas en Moscú y otras ciudades, con casi 300 muertos y la presunción de que eran obra de terroristas chechenos. Putin desencadenó una guerra en Chechenia y puso en práctica durísimas medidas. También acá sobrevoló la duda acerca de la autoría: para muchos, los atentados fueron perpetrados por el propio servicio secreto del Gobierno ruso. El caso es que la situación implicó un fuerte respaldo popular para Putin, que lo habilitó para otro tipo de decisiones.

Las crisis son una oportunidad para los dictadores, señalan Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en “Cómo mueren las democracias”, y analizan los pasos que suelen tomar los gobernantes en su deriva autoritaria, de Chávez a Erdogan y otros. Putin no se salteó ninguno. Entre los más emblemáticos, el control de los medios, por caminos diversos.

“En Rusia, después de que la cadena de televisión independiente NTV, perteneciente a Vladimir Gusinsky, se ganara la reputación de ser ‘un grano en el culo’, el gobierno de Putin abalanzó a las autoridades tributarias sobre Gusinsky, a quien arrestaron por ‘malversación de fondos’. Se ofreció a Gusinsky ‘un pacto sacado de una película mala de la mafia: renunciar a la NTV a cambio de la libertad’. Aceptó el pacto, entregó NTV al gigante energético controlado por el gobierno, Gazprom, y huyó del país”, relatan en el libro.

Apenas una muestra: asfixiados y perseguidos, varios oligarcas debieron seguir el camino del exilio. Putin les advirtió que no se metería en sus negocios, supervisados por él, a condición de que ellos no se metieran en política. Cuando el gobierno empezó a apoderarse de los medios, las redes sociales fueron de los pocos refugios que quedaron en pie. Vkontakte (VK), el Facebook ruso, surgió en 2006. En 7 años, con 60 millones de usuarios, se convirtió en el centro de encuentro de la oposición. Hoy, con un total de 650 millones de usuarios registrados, está en manos del gobierno: el Kremlin lo nacionalizó en diciembre. Según Mijail Klimarev, director de la Sociedad de la Protección en Internet, de los 1300 procesos penales por comentarios en la web entonces, el 90% se produjeron en VK.

Mientras la guerra escala su horror, vuelve a alzarse la lúcida voz del ajedrecista Garry Kasparov, clamando porque el mundo deje de llamar presidente a Putin para nombrarlo como dictador. Y retuitea, a modo de imprescindible recordatorio: “No se trata de Ucrania versus Rusia. Es democracia versus autoritarismo”.