Niñas, niños y adolescentes venezolanos entre los 5 y 17 años han pensado en el suicidio

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En 2021 se quitaron la vida 340 personas, 11% más que el año anterior, según datos del Observatorio Venezolano de Violencia. Cecodap, por su parte, atendió 589 casos por alteraciones del estado de ánimo, de los cuales 156 corresponden a ideación suicida. 65% de este grupo corresponde a niños y jóvenes que, la mayoría de las veces, carecen de herramientas necesarias para afrontar la situación. La salud mental demanda atención, pero no hay políticas públicas ni infraestructura para apoyo y prevención

Por Ariany Brizuela / El Nacional

Hablar de suicidio es difícil. Es doloroso, muy doloroso. También es un tema tabú del que muchos prefieren no decir ni una palabra. Pero cada vez se hace más necesario hablar del tema, no solo en familia, también en las escuelas.

En los últimos meses, en redes sociales se han reportado casos de jóvenes en el país que han intentado quitarse la vida. Uno de los más recientes fue el de un joven de 15 años de edad que saltó al vacío desde el último piso del Centro Comercial Sambil, en Caracas. Pero hay muchos más en todo el país.

En febrero de este año, dos jóvenes de 13 y 22 años de edad intentaron quitarse la vida en Táchira. La primera tomó un número no precisado de pastillas para dormir, mientras que la segunda ingirió un cóctel de pastillas de acetaminofén mezcladas con ibuprofeno. Ambas fueron llevadas de emergencia a centros hospitalarios para ser atendidas. En marzo, un adolescente de 14 años de edad fue hallado sin vida en su habitación en Maracaibo, estado Zulia. El joven utilizó una soga para ahorcarse.

Casos como estos hay muchos, pero no existen cifras oficiales debido a la falta de datos por parte del gobierno. El Anuario de Mortalidad publicado por el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) es una fuente que permite conocer las muertes por suicidio, pero el último se publicó en 2014, cuando se registraron 162.125 muertes, de las cuales 569 fueron por suicidio. Organizaciones como Cecodap o el Observatorio Venezolano de Violencia recopilan información de casos que atienden y que reportan medios de comunicación, respectivamente, y publican informes anuales con los casos de suicidio o ideación suicida en el país.

En 2021, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) registró 340 casos de presuntos suicidios en todo el territorio nacional, lo que representa un incremento de 11% en comparación con el año anterior, cuando identificó 306 casos. Los estados que presentaron un incremento significativo fueron Mérida (de 18 a 45), Guárico (de 17 a 38) y Delta Amacuro (de 1 a 9).

Cecodap registró a través de su Servicio de Atención Psicológica Crecer sin Violencia 589 casos por alteraciones del estado de ánimo, de los cuales 156 corresponden a ideación suicida (pensamientos de muerte, gestos suicidas, ideación suicida estructurada o no estructurada). Esto representa un incremento de 112,32% en comparación con 2020, cuando se presentaron 72 casos de ideación suicida, de acuerdo con el último informe de la ONG.

Mayo fue el mes en el que se registró la mayor cantidad de casos de ideación suicida, con 17 reportes. Le siguen febrero, junio, octubre y noviembre con 16 cada uno. Con respecto al rango de edad, 65% de los casos con ideación suicida corresponden a niños, niñas y adolescentes (de 5 a 17 años), mientras que 35% son personas adultas (de 18 años en adelante).

“El aumento del suicidio en jóvenes, incluyendo niños y adolescentes, tiene una incidencia importante en este momento, sobre todo si lo comparamos con años previos. Esto nos permite decir que a pesar de que hay un conjunto de factores desencadenantes que pueden tener un origen individual, lo cierto es que la emergencia que vive el país tiene una incidencia importante en cuanto al suicidio de jóvenes”, explica Abel Sarabia, coordinador adjunto de Cecodap.

En el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap –explica Sarabia– los casos relacionados con las alteraciones en el estado de ánimo representan 40% de las consultas que atienden en comparación con 2019, cuando representaban 22%. «Cuando miramos este panorama decimos ¿cómo es que en el lapso de dos a tres años, prácticamente, se duplica el número de casos que están asociados a esta problemática? Esto tiene que ver con que durante ese periodo de tiempo el deterioro de las condiciones de vida aumentó y el impacto que ha tenido la pandemia dentro de todo este entramado de circunstancias lleva a que las personas se vean al límite», señala.

El panorama no es muy diferente en otros países de la región. En Argentina, el suicidio constituye la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 10 a 19 años. En el grupo de 15 a 19 años, la mortalidad es más elevada, alcanzando una tasa de 12,7 suicidios cada 100.000 habitantes, de acuerdo con un estudio de UNICEF Argentina de 2019.

Para 2019, en Costa Rica hubo 3.188 intentos de suicidio, de los cuales el mayor rango de casos fue entre jóvenes de 15 a 19 años, según la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

Colombia registró 176 suicidios en 2021, mientras que en el primer mes de este año ocurrieron 186 casos, de los cuales seis corresponden a niños de entre 10 y 14 años y nueve a menores de entre 15 y 17 años.

En México, la Encuesta Nacional de Salud (ENSANUT) elaborada por el gobierno federal reveló que, durante 2020, último año registrado en esa medición, mil 150 niñas, niños o adolescentes se suicidaron. Hubo un promedio de tres casos por día.

Un estudio realizado por el Consejo General de Psicología de España indicó que 15,5% de la población española dice haber tenido ideas suicidas, porcentaje que se elevó hasta 25,7% entre los jóvenes de 18 a 25 años. Por debajo de esa edad, los datos también son preocupantes y apuntan a un incremento. Las hospitalizaciones por autolesiones entre los 10 y los 24 años se han cuadruplicado en las últimas décadas: de 1.270 en el año 2000 a 4.048 en 2020, según el Ministerio de Sanidad. Por esto, en 2021, la Ley de Protección de la Infancia estableció la obligación de desplegar protocolos de prevención del suicidio y conductas autolesivas en el ámbito escolar.

Infraestructura y presupuesto
Del 40% de los casos de alteraciones en el estado de ánimo que atiende Cecodap, al menos 26% presenta riesgo de cometer suicidio. Sin embargo, Abel Sarabia explica que este riesgo disminuye cuando se recibe atención psicológica. «No pudiéramos nosotros decir que cuando la gente es atendida nunca se va a suicidar. No. Hay personas que aun recibiendo la atención pueden cometer un suicidios, pero, por ejemplo, en nuestro récord lo que hemos observado es que cuando las personas son atendidas, la incidencia se reduce de manera muy significativa», afirma.

Entonces, ¿por qué el número de casos de suicido o ideación suicida ha aumentado en Venezuela? Sencillo. Debido a la falta de infraestructura y políticas públicas para atender la situación. «El problema no solo es individual, sino de contexto, un problema social, que además se ve agudizado porque no hay infraestructura para dar respuesta al tema de las alteraciones del estado de ánimo. Si hubiera un estado con la capacidad de acompañar y brindar el soporte necesario a la población, el tema del suicidio se vería aún más reducido», asegura Sarabia.

Y agrega: «Tenemos una emergencia, no tenemos un sistema de salud que aborde la problemática de salud mental y todavía vivimos los efectos residuales de la pandemia. Esa combinación de factores deviene en un incremento en los indicadores relacionados al suicidio».

Una política pública eficaz requiere de tres componentes básicos: presupuesto, recursos técnicos y humanos, y voluntad política. Sin embargo, ninguna de esas condiciones se cumple. Por ejemplo, entre 2013 y 2017 el presupuesto destinado por el Estado para salud mental fue inferior a 1% del total. «Es imposible que pueda funcionar una infraestructura de atención de salud mental con un presupuesto tan deficitario», dice el coordinador adjunto de Cecodap.

En este momento resulta complicado calcular exactamente de cuánto tendría que ser el presupuesto, pues se desconoce la magnitud de la situación, pues no hay datos o cifras oficiales. Entonces, el primer paso sería identificar la magnitud del problema antes de hacer cálculos para ofrecer atención en materia de salud mental. «Durante una etapa como la que estamos viviendo tendremos que mirar de manera mucho más amplia esta realidad. ¿Por qué? Porque habrá que ofrecer una atención contingente en contexto de emergencia para posteriormente poder mantener servicios regulares y de forma constante», detalla Sarabia.

Otras de las prioridades consisten en hacer reformas a nivel de infraestructura en los centros de salud mental públicos, generar procesos de formación y tecnificación de los equipos profesionales, garantizar salarios dignos para los trabajadores del sector, dotar de insumos las redes públicas y privadas en cuanto a psicofármacos y medicamentos asociados a la atención de condiciones de salud mental. Además, es necesario hacer un trabajo de prevención en materia de salud mental, tanto para la detección temprana de enfermedades mentales como la ansiedad y la depresión, así como la prevención del suicidio.

«Hay que hacer un proceso preventivo que implica campaña de sensibilización, formación y mejoras en las condiciones estructurales del país. Hay un abordaje que tiene que ver con atención regular y esto implica toda la dotación de servicios, la reforma de los espacios y la capacidad que esté instalada para tratar de abordar efectivamente los casos que aparezcan. Luego hay que ofrecer atención a nivel de respuesta de emergencia, que tiene que ver con lo más urgente. En un contexto de país como el que vivimos, es indispensable pensar que mientras llegamos a poder contar con servicios de psiquiatría y psicología en los hospitales o ambulatorios toca, en paralelo, desarrollar toda una respuesta de emergencia que ayude a mitigar los efectos de todo lo que está sucediendo hoy, porque construir las condiciones para dotar, tecnificar, reformar y hacer los ajustes en el sistema macro, a nivel de salud, va a tomar tiempo», explica Abel Sarabia.

Rol de los medios de comunicación
Del suicidio se habla poco en los medios de comunicación y cuando se hace, el tema se aborda desde una perspectiva equivocada, afirma Sarabia.

El coordinador adjunto de Cecodap señala que es necesario dejar de hablar del suicidio desde el abordaje de «contagio», que considera retrógrado y ha demostrado ser ineficaz. «El gran problema es que no se habla del tema, se invisibiliza y por eso no se aborda», afirma.

Por eso, el psicólogo destaca el rol que tienen los medios de comunicación, que en ocasiones se ven limitados por la censura que existe en el país, en cuanto la prevención del suicidio. «Podemos hablar de historias, de situaciones, de prevención, de las causas y desde ese lugar no estamos alentando. Creo que el contexto de censura que vive el país, evidentemente dificulta la situación. Creo que con creatividad y con una intención constructiva puede abordarse la problemática sin que esto implique violaciones a ley o generar un efecto social perjudicial», destaca.

Señala que es de suma importancia que se hable de salud mental en las escuelas, pues la población más afectada es la de niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, Sarabia, indica que son pocas las instituciones que abordan el tema, pues debido a la falta de políticas públicas no existe un plan para hablar de esta situación en los centros educativos. «Hay un gran vacío institucional que no permite que haya un abordaje sistemático de estos temas. Algunos colegios lo hablan y lo abordan, sí, pero son experiencias aisladas», explica.

Es enfático al decir que los momentos más vulnerables que tiene un ser humano son la niñez y la adolescencia. “Durante este periodo es crítico, no solo enfocarnos en la prevención especifica del suicidio, si no aprender sobre el manejo de la emociones, sobre la promoción de la salud mental. El momento más apropiado para hacerlo es durante el crecimiento. La escuela tiene una oportunidad valiosa para hacerlo».

Señales de alerta y prevención
Aunque cada situación es particular, hay algunas señales a las cuales hay que prestarles mucha atención. Entre ellas están los cambios bruscos de humor: fluctuaciones intensas entre alegría, tristeza o rabia, y cambios importantes en la rutina, tanto de comportamiento como de hábitos, por ejemplo, dormir en exceso o dejar de dormir, y comer en exceso o dejar de comer. «Una persona deprimida no necesariamente va estar bajo perfil, con baja voluntad o energía. También puede estar irritable, poco tolerante, puede aislarse, responder de maneras poco usuales», explica Patricia López, psicólogo infantil.

López añade que también es importante estar atento de las publicaciones en redes sociales o conocer el historial de búsquedas en internet de niños, niñas y jóvenes. «Los adultos deben tener cierto control parental. Esto puede dar pistas sobre algo que estén buscando en particular, puedes ver si el chico está buscando sobre ideación suicida, muerte o cuestiones más filosóficas: por qué estoy aquí, cuál es mi propósito», indica.

En el caso de que se sospeche o confirme una situación de ideación suicida, es de vital importancia no alarmarse ni restarle importancia a lo que ocurre, dice la especialista. «Hay que evitar alarmarse en exceso. Como padre es normal preocuparse, pero no se debe perder el control. Hay que mantener la calma. Estar preocupado está bien, estar ansioso está bien. Hay que escuchar: qué piensas, por qué piensas eso, qué está pasando, hay algo que quieras decir. A veces los adultos comienzan a hacerse sus propias ideas de por qué está ocurriendo esto y existe la tendencia a culparse a sí mismos y al otro», asegura López.

La psicólogo indica que no se debe regañar o castigar al niño o joven por tener estás ideas, pues podría hacer que se distancie o aísle. En estos casos, lo mejor es hablar y escuchar. «Si la persona no se siente preparada para escucharlo hay que canalizar la situación con otra que sea significativa para el niño o joven o acudir a un especialista que lo pueda orientar para que pueda ver otras opciones», aconseja.

Aunque todavía es tabú hablar de suicido, depresión o salud mental, López asegura que es importante hablar del tema con los niños y adolescentes en casa, pues también es una forma de prevención. «Si estamos en una situación país o familiar que esté, de alguna forma, generando niveles de estrés importantes hay que hablar de eso. Y no para que los niños o jóvenes no piensen nunca en eso, sino para hablar de las situaciones que pueden causar ese tipo de pensamientos. La prevención no es hablar de suicidio, sino hablar de que hay problemas que a veces abruman tanto a la gente que no ven otra salida y se sienten impotentes, ansiosos y angustiados, hasta el punto de que no ven cómo salir de esa situación. De esa forma uno va aproximándose a lo que luego puede llevar a una ideación suicida, intento de suicidio o suicidio», explica.

Si bien es cierto que se está hablando cada vez más de salud mental, todavía el tema sigue siendo estigmatizado, porque lo primero que piensa la gente es todo lo relacionado con trastornos mentales, indica Patricia López. «Cuando le dices a alguien que tiene que llevar a su hijo al psicólogo por primera vez la respuestas es: ‘Mi hijo no está loco’. Aunque ahora el apoyo de los especialistas es visto como eso, como un apoyo, todavía está ese estigma de que ir a un psiquiatra es porque algo está mal en ti, porque estás loco», asegura.