¡A LA BUENA DE DIOS! Venezuela entre los 10 países de mayor riesgo en materia de salud

0
254

Venezuela se encuentra entre los 10 países de mayor riesgo en materia de salud, reflejado en el índice de seguridad sanitaria mundial. De este estudio que comprende 195 países, en 2019 Venezuela estaba en el puesto 176 con índice de 23 puntos, pero en 2021 descendió a 20.9 puntos, ubicándose en el lugar 186.

Por Guiomar López | LA PRENSA DE LARA

Este índice de seguridad sanitaria es un proyecto de Nuclear Threat Initiative (NTI) y Johns Hopkins Center for Health Security (JHU) y fue desarrollado con Economist Intelligence Unit (EIU) en Estados Unidos. Estos 195 países del mundo son evaluados por el abordaje de enfermedades y el control para evitar los brotes de epidemias o pandemias, como la covid-19 y las respuestas que den los organismos de salud de cada país a su población.

A Venezuela en este ranking la antecede Nieue (territorio insular del Pacífico Sur) con 20.1 puntos y por encima tiene al país africano Sudán del Sur en 21.3 puntos.

Esta cifra es el indicador que explica cómo en Venezuela se ha descuidado el sector salud. Estos registros son interpretados por expertos como la gravedad e impacto social en la falta de capacidad para prevenir y diagnosticar a tiempo a los pacientes, centros asistenciales públicos sin la dotación permanente de insumos y sin los aparatos para confirmar diagnósticos y así garantizar el derecho a la salud, consagrado como mandato constitucional.

El doctor, José Félix Oletta, desde la Sociedad Venezolana de Salud Pública y Red Defendamos la Epidemiología Nacional, precisa que “en Venezuela se deterioró aún más la capacidad real para atender amenazas de salud y con una insuficiente respuesta hasta ahora, frente a la situación agravada por el covid-19 a partir de marzo de 2020”. También resalta el retroceso en la comunicación y transmisión de datos de la pandemia.

Oletta asegura que el país está en gravedad, según este índice. “Venezuela está en la última posición del continente americano, seguida por Bolivia de 29.9 puntos”, rezonga.

Se trata de riesgos en general que conducen a la vulnerabilidad del país, donde no hay cumplimiento de normas internacionales y la urgencia por la preparación en respuestas por prevención y detección de enfermedades. No hubo esmero en la capacidad de prevención y apenas identifican una leve mejoría en la información, que fue cuestionable acerca de la estimación de cifras que terminaban superiores a las oficiales y consideradas como subregistros, debido a la falta de certeza con las pruebas diagnósticos aplicadas y la relación de tiempo de procesamiento, así como el vacío de no contabilizar los resultados de laboratorios.

Sin priorizar
Los especialistas recuerdan que el desarrollo de las naciones empiezan desde el interés por consolidar bases desde la salud y educación, algo que en Venezuela no se ve. Para Huniades Urbina, secretario general de la Academia Nacional de Medicina, es muy difícil mejorar ese índice de registro sanitario al apenas disponer de 1,4% al Gasto Público en Salud 2021, según lo denunció la Organización Mundial de la Salud (OMS) y con el recordatorio que los países deberían asignar a partir del 6% del Producto Interno Bruto (PIB).

“Todo parte de la desinversión y las condiciones no están dadas para los pacientes, incluso al conocer que el 70% de los gastos corre del bolsillo de familiares”, señala en tono de molestia y cuestiona cómo se mantiene al margen un sector que amerita potenciarse en la cobertura para atención primaria, preventiva y de apoyo en la fase diagnóstica, considerada como el trayecto más desafiante para mantenerse desde el control médico y con el tratamiento, según los lapsos.

Tanta indiferencia es reiterada por Luzmila Leal, miembro de la organización Médicos Unidos de Venezuela, al denunciar que “mientras no se concentren las políticas del Estado seguiremos entre los últimos lugares”. Confirma que no hay una inversión real a las necesidades y se mantiene al “sistema de salud en quiebra”, ni siquiera para las condiciones a los estudiantes de Ciencias de la Salud, siendo el pilar de hospitales universitarios, pero resilientes a esa pesada carga de precariedad.

La encrucijada puede ser tan estrecha que se pierde la capacidad para el control de aquellas enfermedades infecciosas y desde la vivencia del ciudadano común que puede sufrir por la falta de tensiómetros o nebulizadores en los centros asistenciales más cercanos para apaciguar sus alteraciones en hipertensión o asma. Ni hablar de aquellos pacientes crónicos con tratamiento de alto costo que no cuentan con la dotación del Instituto del Seguro Social (IVSS) y la constante denuncia de los pacientes renales con las fallas en las unidades de hemodiálisis junto a la falta de tratamiento, que termina de condenarlos lentamente a una discapacidad física.

En paralelo
Al costo del bolsillo, esa la expresión que encierra todas las necesidades que atraviesan los pacientes y arrastran a familiares, cuando Édgar Capriles, especialista en Economía de la Salud, reitera que el sistema nacional de salud sigue padeciendo por financiamiento. “Es toda una contradicción frente a una red pública y con el gasto en privados”, refiere de un país a la inversa de la norma.

Precisa que se trata de bases que vienen precedidos de otros indicadores más trágicos, tal como recuerda de la falta de políticas apreciada en la tasa de mortalidad infantil que regresó a 1997. “Todo tan evidente que en materia de estadísticas no se puede coincidir exactamente por años consecutivos. Pero los últimos tres informes desde 2017 hasta 2019 quedaron en 21,1%”, refuta de lo que podría considerarse como “cifras manuales”.

Para Capriles es un gran desafío que asume el personal médico y sanitario en general, cuando este tipo de registros a nivel mundial confirman esos últimos sitiales de Venezuela. Lo más triste es que las consecuencias van directo a esa mayoría de la población que asiste en busca de atención en público, pero se topa con la lista de insumos que obligan a buscar precios entre farmacias, la mayoría de exámenes en laboratorios privados y hasta aquellos hospitalizados con el gasto extra de traslado en ambulancia, en casos de necesitar exámenes especializados.

La seguridad sigue siendo distante en materia de salud y cada vez más lejana en quienes no tienen otra opción que buscar atención en hospitales. Viven la doble desesperación de complicarse y conseguir dinero.

Se mantiene truncado sin progreso ni accesibilidad
La realidad percibida entre los países de baja seguridad sanitaria es reiterada por el doctor, José Félix Oletta, ante las fallas para avanzar en las epidemias o pandemias. “La mayoría hace poca o ninguna mejora en mantenimiento del sistema de salud sólido, capaz y accesible”, denuncia de esas trabas para la detección y respuesta inmediata.

Al referirse a la información oficial, comienza desde ese vacío que se tenía aún con los altibajos del coronavirus y que desde marzo de 2021 no se publica el número de pruebas diagnósticas para determinar la trazabilidad epidemiológica. También se precisa esa deuda desde hace 6 años en publicación de enfermedades, infecciones, las cuales son de denuncia obligatoria en determinados lapsos.

Otro aspecto que destaca es la debilidad en laboratorios de investigación, fallas de insumos para los estudios de laboratorios y la accesibilidad con transparencia en los datos de vigilancia epidemiológica. Sólo realizan la excepción del esfuerzo desde el laboratorio de virología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) con la vigilancia molecular de las variantes del covid-19. Mientras desde el Instituto Nacional de Higiene “Rafael Rangel” conocieron las fallas en las identificaciones en 2020.

La carga es más fuerte cuando se refieren a los laboratorios de salud pública, con las deficiencias en dotación de insumos, implementos y hasta déficit de personal. Un lamento que en abril de 2022 denunciaban desde la Federación de Colegios de Bioanalistas de Venezuela (Fecobiove) frente al 88,7% de inoperatividad a nivel nacional. Dicho peso también recae en radiología, con la salida obligada a la búsqueda de presupuesto en centros privados y que exigen de campañas de colaboración, donde la familia se queda corta.

Frenado por lo asistémico
Para Édgar Capriles, especialista en Economía de la Salud, se tiene a Venezuela a la inversa porque no tiene la suficiente inversión y el sistema de salud está fragmentado. No se manejan las mismas directrices desde el Ministerio de Salud, a nivel regional, Ipasme y el Seguro Social (IVSS), porque las bases son inestables.

“Parece que cada uno hace lo que quiere, sin el mismo propósito”, señala y critica que no se ha dado el primer paso para que una normativa logre unir los fondos y hacer el engranaje en un mismo sistema. De allí, que considera la ausencia de un sólido sistema nacional de salud.

Califica como asistémico, porque el financiamiento sigue siendo insuficiente y sin el perfil de una gerencia para asumir la capacidad de la cartera de salud.