Representando para los larenses el amor, la esperanza, la bondad y la unión familiar, la devoción y la fe hacia la Divina Pastora trasciende en el tiempo y no es quebrantada, aunque pasen varias generaciones. Al visitar Santa Rosa, los grupos familiares que se acercan a la virgen denotan que su fervor a ella comienza desde el vientre de la madre. Se ven a personas de todas las edades mirando la imagen con tanta emoción que les es imposible contener las lágrimas.
Lorena Rojas | LA PRENSA DE LARA
Lourdes Escobar, quien reside en Valle Hondo, un sector del municipio Crespo, recuerda que fue su abuela quien le inculcó tener a la virgen presente en sus oraciones y encomendarse a ella.
«Desde pequeña me enseñaron ir a la procesión y a creer en ella, mi abuela nos enseñó que debíamos hacer las oraciones antes de acostarnos y sobre todo dirigirnos a la virgen, a ir a la iglesia y a las misas», dijo, detallando que uno de los favores que le ha concedido la Divina Pastora es interceder por su hija, ya que cuando estaba embarazada se enfermó de sarampión, por lo que no podía continuar el embarazo, pero aún así se aferró a esta advocación de la madre de Dios, y pudo dar a luz a su hija Morelba Pastora, quien lleva este nombre en su honor.
La Divina Pastora también unifica a los hermanos no consanguíneos, como son los de la iglesia que desde las distintas parroquias se han reunido para ir a Santa Rosa.