La sombra del narcotráfico detrás de la crisis en Ecuador: ahora sicarios, secuestradores y ladrones rondan las calles

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La inseguridad en Ecuador ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años. Lo que solía ser uno de los países más tranquilos de América Latina ahora se enfrenta a una creciente ola de violencia y delincuencia. Los cárteles mexicanos y colombianos han llegado a ciudades costeras como Guayaquil, tomando el control del negocio del narcotráfico y generando un aumento en los índices de criminalidad.

Belén Díaz, una estudiante universitaria, ha sido víctima de múltiples robos a lo largo de los años. Una noche, mientras caminaba a casa, una motocicleta con dos hombres sospechosos hizo un giro amenazante. Aterrorizada, golpeó la ventana de un taxi y logró escapar. Sin embargo, al día siguiente, hubo un tiroteo mortal cerca de su urbanización.

Las cifras son alarmantes. En los primeros seis meses del año, se registraron 3.568 muertes violentas en Ecuador, superando con creces las 2.042 del mismo período en 2022. El país ha experimentado un aumento significativo en la violencia relacionada con el narcotráfico y las pandillas que luchan por el control de las calles y las rutas de tráfico de drogas.

La crisis se ha visto agravada por la falta de recursos del estado, la corrupción generalizada y la deuda disparada. La pandemia del COVID-19 ha empujado a más personas hacia la delincuencia, ya que el desempleo y la pobreza han aumentado. Los criminales ahora exigen «pagos de protección» a los negocios locales, lo que ha llevado a un aumento en los robos y la extorsión.

La respuesta de las autoridades ha sido insuficiente. La policía, mal equipada y mal pagada, se enfrenta a grupos criminales mejor armados y financiados. Los agentes tienen miedo de ingresar a áreas controladas por pandillas y las prisiones se han convertido en campos de batalla sangrientos. La impunidad sigue siendo un problema grave, lo que ha llevado a un aumento en la violencia callejera.

La vida cotidiana en Ecuador se ha visto afectada por esta ola de violencia. Las tiendas y los restaurantes han implementado medidas de seguridad adicionales, como barras de metal en las entradas y detectores de metales. Los robos y los asaltos han aumentado significativamente, lo que ha llevado a una disminución en las ventas y al cierre de muchos negocios.

El miedo y la desconfianza se han apoderado de la sociedad ecuatoriana. La gente vive con miedo constante y ya no se siente segura ni siquiera en sus propios hogares. Las precauciones extremas, como llevar múltiples teléfonos celulares y evitar salir de noche, se han vuelto comunes.

La situación es desesperada y requiere una respuesta urgente por parte del gobierno. La lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada debe ser una prioridad. Es necesario invertir en recursos y capacitación para las fuerzas de seguridad, así como en programas sociales que aborden las causas subyacentes de la violencia.

Ecuador solía ser conocido por su belleza natural y su rica cultura. Sin embargo, a menos que se tomen medidas drásticas, el país corre el riesgo de convertirse en un lugar peligroso e inhóspito. La seguridad y el bienestar de los ciudadanos deben ser una prioridad absoluta.