En las recientes elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en Argentina, se han dado resultados sorprendentes. Con el 97,39% de votos escrutados, se revela que el partido La Libertad Avanza, liderado por Javier Milei, obtuvo el 29,63% de los votos, seguido por Juntos por el Cambio con el 27,89% de votos, cuya candidata es Patricia Bullrich, y en tercer lugar se encuentra Unión por la Patria, con el 26,90% de los votos, y Sergio Massa como candidato. Estos resultados indican que las elecciones generales del próximo 22 de octubre serán disputadas entre Milei (representante del pensamiento libertario), Bullrich (coalición de centro) y Massa (kirchnerismo/socialismo del siglo 21). Además, es muy probable que se realice una segunda vuelta el 19 de noviembre, lo que podría resultar en un gobierno débil para el país.
Sin embargo, la realidad que enfrenta el pueblo argentino es mucho peor de lo que se había previsto. Organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, junto con el gobierno argentino, han advertido que el año 2023 será de estanflación, es decir, estancamiento económico con inflación. Incluso se ha cambiado la estimación de crecimiento del 2% a cero. La inflación persistente ha llevado a que la pobreza en Argentina alcance una tasa alarmante del 43.4%, lo que significa que el 40% de los argentinos vive en situación de pobreza. El país también ocupa el sexto lugar en el Índice de Miseria Hanke, que mide el nivel de pobreza y desempleo en el mundo.
La corrupción y la impunidad han permeado en la conciencia colectiva del pueblo argentino, especialmente debido a los gobiernos de los Kirchner y el actual gobierno. Esto ha llevado a que resurja el lema «que se vayan todos», que ha sido adoptado como bandera de campaña por el candidato Milei.
Además, el sistema federal argentino está siendo desafiado por gobernadores de provincias que negocian directamente con China en temas estratégicos, de seguridad y recursos naturales. También se han presentado casos de avasallamiento de tierras por parte de grupos que siguen la metodología del socialismo del siglo 21 o castrochavismo, lo que pone en cuestión la propiedad privada. El gobierno federal y algunos gobiernos provinciales parecen cooperar en lugar de aplicar el estado de derecho.
El gobierno de Fernández/Kirchner ha alineado a Argentina con dictaduras como Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, lo que ha deteriorado su posición y credibilidad internacional. El narcotráfico, fomentado desde la dictadura de Bolivia, ha crecido y ha tomado una parte importante del territorio argentino como su área de operaciones, lo que ha aumentado el consumo local de drogas.
En resumen, Argentina enfrenta una crisis total que abarca problemas económicos, pobreza, inflación, inseguridad, educación, corrupción y narcotráfico. Esta crisis podría empeorar aún más y solo podrá ser frenada y revertida por un gobierno con capacidad de gobernar y gobernabilidad. En este sentido, las encuestas muestran que cerca del 30% de los argentinos apoya al gobierno peronista/K, mientras que dos tercios lo repudian y desean un cambio. Sin embargo, el repudio y la oposición al kirchnerismo se han dividido entre los candidatos Milei y Bullrich, lo que debilita las posibilidades de cambio.
La campaña electoral que ha comenzado después de las PASO es una confrontación triangular en la que cada candidato debe enfrentar dos frentes para llegar primero o segundo en la primera vuelta y pasar a la segunda vuelta. Si el candidato del kirchnerismo logra llegar al balotaje, es probable que el repudio de los dos tercios de la población se fortalezca y pueda ser derrotado. Sin embargo, el aparato oficialista podría evitar que esto suceda.
Cada candidato enfrenta sus propios desafíos. Milei, que ha sido radicalizado y etiquetado como extrema derecha, no tiene oportunidades reales de restar votos al kirchnerismo y afectará principalmente a Juntos por el Cambio. Bullrich enfrenta problemas internos y necesita demostrar que puede liderar la coalición y ofrecer un plan y un equipo de gobierno convincente. Massa, por su parte, se encuentra en una posición complicada como Ministro de Economía y depende del voto duro del kirchnerismo, pero podría perder el apoyo de sectores radicalizados y repudiados.
En definitiva, Argentina se encuentra frente a tres candidatos que anticipan un gobierno débil. Sería catastrófico mantener el continuismo del socialismo del siglo 21 o tener un gobierno encabezado por Bullrich o Milei, ya que sus programas están debilitados y dependen de la voluntad del kirchnerismo a cambio de impunidad y continuismo.